11. Dión: Sueño Interrumpido.

Se quedó callada unos segundos.

—No pasó nada que haga que alguien se sonroje— respondió con tono neutro.

—Cuando Arkadei regrese… ¿podrías cuidar a Deliel? Necesito hablar con él y es seguro que esa discusión no terminará pronto— dijo a su madre.

—No hay problema— asintió. —Pero Desi… ¿qué está pasando?— dijo preocupada. —Esto… No había pasado…

—No, pero no me sorprende. Se tragó esa cosa y, como siempre, sigue sin decirme nada…— dijo con tono serio. —No sé qué está pasando por eso quiero hablar con él.

—Desi… Si parte de eso es por Deliel… Sabes que aunque ustedes no lo adopten él estará bien, lo haremos tu padre y yo.

Negó con la cabeza y no volteó a verla por apartar los mechones de cabello de la frente de Deliel.

—No tiene nada que ver. Arkadei quiere sacarme de su vida pero no quiere o no puede decírmelo así que continúa dejándome al margen de todo, eso empezó desde hace mucho— dijo mientras caminaba hacia la barra.

—Desi, eso no es así, sabes que no lo hace con la intención de…

—Eso dice, eso nos hace pensar pero al final es lo mismo. Si insiste en hacer las cosas dejándome fuera, entonces está claro lo que desea, no necesito ser una genio para darme cuenta de eso.

—¿Y porque te deja fuera lo aceptarás simplemente? ¿Le harás saber que lo está consiguiendo?— dijo con tono grave.

Por segundos se quedó callada sin saber responder. Ciertamente sentía con más fuerzas la necesidad de recordarla una y otra vez que no estaba solo y que no se desharía de ella pero también se sentía insegura al darse cuenta que realmente no tiene armas ni forma de hacerle entender eso y convencerlo de que al menos cambiara lo suficiente como para volver a incluirla de verdad en su vida.

Tomó una servilleta que humedeció con agua y limpió la nariz de Deliel, tomó otra y ahora le limpió todas las lágrimas que habían marcado sus mejillas.

—Estoy abierta a sugerencias— respondió simplemente.

Negó con la cabeza mirándola con tristeza.

No podía decirle nada. No conocía a Arkadei aunque le doliera admitirlo y no tenía ni idea de lo que Desirée podía hacer para solucionar los problemas que había entre ambos.

Para colmo no podía hablar de eso con su marido ni pedirle que ayudara a Desirée o hablara con Arkadei. Solo empeoraría o terminaría por ayudar a que todo se deshiciera.

Caminó siguiendo los pasos de Sladya.

—¿Te respondió?— preguntó a la joven sin invadir más su espacio.

—Hice algunas preguntas antes, preguntas que no respondiste. ¿Por qué ahora quieres que sea yo quien responda a lo que quieres saber? ¿Estás ganando tiempo para mi hermano?— dijo con tono y mirada triste mientras sus ojos se fijaban en la caja en sus manos.

—Mostrarme débil nunca resulta en nada bueno. Si siendo "fuerte"— recalcó la palabra —no consigo lo que quiero. Siendo débil mucho menos— respondió. —Nadie me ha hecho sentirme desprotegida— mintió. —Sólo sé que quiero ser fuerte para proteger a quienes amo, y ya ves, ni eso logro— dijo con tono apagado mientras sostenía su mirada.

—Dulzura, tesoro tranquilo— dijo con tono calmo. —No pasa nada, van a regresar pronto, sólo están ocupadas, no hay por qué preocuparse— continuó intentando tranquilizarlo.

Lo acunó entre sus brazos y lo empezó a mecer.

—Ya verás que van a regresar y comerás pizza con tía Sladya y más tarde también verás a tía Ireza— le dijo animándolo. —Quieres ver a tía Ireza, ¿verdad?— besó su frente y caminó a lo largo de todo el ventanal dejando que Deliel pudiera verlo.

La abrazó para acunarla contra ella y frotó su espalda.

—¿Crees que Ireza estaría conduciendo si sabe que no es capaz de hacerlo?— dijo con tono tranquilizador. —Yo creo que está bien, tal vez triste y afectada por lo que concierne a Dión pero pienso que está bien dentro de lo que cabe— continuó. —De cualquier forma ya Arkadei va por ella y pronto regresará, seamos pacientes— la invitó.

No sabía lo que había pasado y le preocupaba ese ataque de pánico que sufrió Ireza pero más le preocupaba el asunto de Arkadei.

—Y cuando lleguen yo tendré la cámara lista para cuando ahora sí les reclames por ser tan bobos a ambos, ese video lo estudiaré todos los días para aprender de ti a cómo tratar con ellos— dijo sonriendo dejando que su voz fuera afectada por un tono ligero para hacerle entender que sonreía y la estaba animando.

—He dado…— respondió sin buscar su mirada pues no se sentía lo suficientemente bien para resistirla. —Sigo dando… y lo único que he conseguido es lo contrario a lo que quería…

—Ireza, sí— le sonrió. —Más tarde llegará y podrás verla— dijo mientras le masajeaba la pancita. —Cuando llegue harás que coma mucho, ¿verdad? Necesitará comer así como tu, y tía Sladya también comerá con ustedes— le limpió la carita para despejarla de lágrimas.

Rio ligeramente.

—¿Se vale hacerla de animadora o mejor no te desconcentro para que les des la aporreada de sus vidas?— dijo sin dejar de abrazarla y empezó a caminar de vuelta a la cocina guiándola con ella.

—Creo… que ya dijiste lo que deseabas… He entendido lo que quieres… Soy yo la que ya no sabe que decir…— giró su mano entre sus dedos para colocar la palma hacia arriba e invitarlo a tomarla. —O qué hacer…

Las lágrimas se deslizaron en silencio mientras en su pecho retenía los sollozos.

—¿Quieres que comamos?— preguntó sonriéndole. —Vamos a comer entonces— dijo fingiéndose animada mientras sus emociones y pensamientos eran totalmente contarios a lo que estaba demostrando.

Se acercó a la barra y se sentó en una de las sillas altas, a Deliel lo sentó sobre la barra frente a ella y colocó sus brazos a sus costados, acercó una pizza que ya no estaba caliente y tomó un trozo al que le quitó los ingredientes duros y se la dio a Deliel. Acercó también el vaso pero no lo suficiente para prevenir que Deliel lo derribara.

—Me alegra escuchar eso porque hay muchas pizzas— dijo sin dejar de sonreírle. —Y hay más por hacer aún.

Entraron en la cocina y vio a Deliel sentado sobre la barra y a Desi frente a él.

—Ya te ganó las pizzas, Sladya, no te va a dejar nada— dijo riendo ligeramente.

Suspiró sin dejar de ver sus ojos. Apretó con fuerza su mano en un intento de hacer que no se fuera pero las luces le hicieron saber que no había ya oportunidad alguna de nada.

Intentó sonreírle pero no pudo, intentó decirle algo pero no pudo.

Estaba adolorida, más de lo que jamás había estado.

Bajó la mirada y con ese movimiento más lágrimas cayeron por sus mejillas ayudadas por la inclinación y la gravedad. Dejó de atapar su mano con tanta fuerza pero no lo liberó. No sería ella quien deshiciera esa unión.

—Ey, nada de pelea de comida o los pongo a limpiar a los dos— dijo a ambos pero reía mientras le ayudaba a Sladya a quitarse la pizza del cabello.

—Estando los dos juntos dudo mucho que no acabe el lugar lleno de comida y todo desordenado— dijo Desi sonriendo.

—Si por eso no quiero dejarlos solos a los dos en la cocina— siguió bromeando.

—Desde hace mucho que encontró nuestras debilidades— confesó su madre riendo mientras le intentaba limpiar el cabello con una toalla humedecida.

—Sí, tesoro, ya las vi, están locas las dos pero tu no les hagas caso. Tu eres bueno, no te juntes con ellas— dijo fingiendo un tono escandalizado pero reía al mismo tiempo. —En especial con la tía loca, esa se deschabeta bien feo— le dijo a Deliel como si se secreteara con él pero lo decía en voz alta para que la escucharan las dos.

Se quedó dentro del auto lo siguientes segundo en los que deseaba dar rienda suelta a su llanto pero las luces de los faros del Bentley le recordaron que no podría hacerlo en algún tiempo más.

Le costaba resistir, le costaba aguantar luego de ver que Dión también lloraba.

Se sentía ya no solo desesperada sino impotente y más que nunca odiaba todas y cada una de las razones que conspiraron juntas para lograr que Dión jamás se hubiera abierto y encontrara mil excusas para alejarse y no darle el lugar en su vida que hasta entonces creyó que tendría una mínima oportunidad de conseguir.

En ese momento nada le importaba, nada le interesaba, solo había tenido un deseo, uno solo, el único que había sentido con tanta fuerza desde que tenía uso de razón. Y se le había negado rotundamente al tiempo que se le dejó claro cuál es su lugar.

Bajó del auto luego de subir los cristales y tomar su celular. Puso los seguros después de haber cerrado la puerta y caminó hacia Dión que se había detenido en la parte trasera del auto.

Guardó su celular en el bolsillo de su pantalón y sujetó las llaves con sus labios mientras se quitaba la chamarra que Dión le había prestado; la dobló y se la devolvió a Dión. Tomó una de sus manos y le dio las llaves.

—Puedes devolvérmelo luego…— dijo sonriéndole ligeramente sin poder mirarlo a los ojos. —O puedo ir por él a donde sea que lo quieras dejar, como gustes pero úsalo, por favor…— le pidió antes de alejarse de él y caminar hacia el Bentley para recargarse de espaldas contra la puerta en espera de que su hermano botara el seguro o decidiera bajar.

—De ahora en adelante la interacción entre ustedes dos será supervisada— dijo su madre. —Ya con tus locuras tenemos suficiente como para que termines de despertarle el potencial locuás a Deliel— siguió riendo.

Rio un poco contagiada por su madre y tomó otra rebanada de pizza a la que, como antes, le quitó todos los ingredientes duros y se la dio a Deliel.

—No he comido así que estoy teniendo uno que otro malestar pero estoy bien, no te preocupes, ya estoy tomando jugo de naranja y seguro Deliel me rellena de pizza ahorita— dijo sonriendo y como si nada para tranquilizarla. —¿A dónde fue Arkadei? ¿Sí fue por Ireza?— preguntó mientras atraía el vaso de jugo y le daba un trago.

Comió de lo que Deliel le daba pero no dejó de tomar el jugo para mantener las nauseas a raya.

—No necesitas explicarme la razón de que fuera, Sladya, es su hermana, ustedes son su prioridad. Sólo me hubiera gustado que fuera él quien me avisara— dijo con tono tranquilo a pesar del remolino interno que no la dejaba.

—¿Creen que debería hornear las demás pizzas?— preguntó su madre pero la pregunta iba claramente para Sladya.

—Tu también debes comer, tramposito, nada más quieres que nosotras comamos si ya me di cuenta— dijo acusatoria pero bromeando mientras pellizcaba la pizza y lo obtenido se lo acercó a la boquita. —Rico, hmmm— dijo para tentarlo.

Volteó a ver a Dión una vez más, le sonrió y esperó que dijera algo, que hiciera algo, que hubiera una excusa para que ella pudiera hacer algo… Pero no la hubo…

Abrió la puerta del Bentley, subió y cerró la puerta antes de colocarse el cinturó de seguridad. No pudo voltear a ver a su hermano, tampoco pudo decir palabra alguna. Sacó su celular y envió un mensaje a su hermana.

"Estoy con Arkadei, me llevará de vuelta".

Apagó la pantalla y dejó el celular ente sus piernas, dejó caer la vista al suelo del auto y segundos después cerró los ojos buscando para las lágrimas y el dolor que con ellas se veía reflejado.

—Les peguntaré— dijo su madre sacando su celular y marcando un número mientras se acercaba a Deliel para tomar el trocito de pizza que le ofrecía. —Hmmm, rico— dijo contenta.

Esperaba que alguien le respondiera e imaginó que estaba llamando primero a su padre.

—Sladya… Sabes ya lo que pasó con Dión y su madre— dijo en afirmación. —¿Qué crees que desee hacer esa mujer sabiendo que no logró lo que quería? ¿Lo intentará de nuevo a pesar de que todo el mundo la tiene fichada?— Preguntó de pronto pues también quería saber la opinión de Sladya sobre ese asunto en el que ya estaba metido Arkadei, Ireza y ella misma.

No tuvo que levantar la mirada para identificar el rugido del motor que los rebasó luego de algunos segundos de haber empezado el camino de regreso. No dijo nada y no levantó la mirada tampoco.

Le preocupó la velocidad con la que iba pero confiaba en su auto, era resistente y estaba en optimas condiciones para que fuera corrido de ese modo. No quiso pensar más en eso, no tenía caso.

El silencio reinó en el interior del Bentley durante todo el trayecto. Le irritó que su hermano no dijera palabra alguna pero al mismo tiempo le agradeció que no dijera nada, no estaba como para escuchar nada además del rugido del motor.

Ya en el instituto se encaminó directo al baño más cercano. Después de lavarse iría a la cocina en donde esperaba encontrar a su hermana. Quería regresar al cobertizo más que nada pero recordar lo que había pasado y el que Al Niyat ya no estaba, le hicieron desistir.

El celular se le resbaló de las manos pero alcanzó a sostenerlo y regresarlo a la posición anterior.

—Eh…— olvidó de pronto lo que quería preguntarle. —¿Dónde estás?— dijo insegura y sintiéndose torpe pues además ya Sladya le había dicho dónde estaba.

—Eso me temía…— escuchó a su hija decir. —No hay opciones entonces.

Volteó a verla confundida, no sabía de qué hablaba y en ese momento la invadía un abrumador miedo y angustia que se incrementaba al recordar que ya Dión no estaba con ellos.

—Será difícil para Ireza lo que vendrá ahora— siguió escuchándola sin tener idea de nada.

Se le anudó la garganta y sintió tanta impotencia que tuvo que girarse hacia la salida de la cocina para que no la vieran y tampoco la escucharan.

Caminó hacia el jardín y salió sin voltear.

Entró a la cocina y vio a Sladya sentada junto a Desirée y frente a Desirée estaba Deliel.

Le alivió enormemente verlo despierto y en apariencia bien pero lejos de reaccionar como antes lo habría hecho, terminó de acercarse caminando lentamente.

—Hola, guapo— lo saludó colocándose del otro lado de Desirée para poder alcanzar a acariciar su mejilla. —¿Ya cuántas pizzas llevas?— preguntó sonriéndole ligeramente. —Ya regresé— dijo a su hermana pero sin dejar de ver a Deliel.

De haber sido otra la respuesta de Sladya abría seguido preguntando en un intento de poder descubrir alguna forma de resolver el asunto de Dión. Cualquier cosa que pudiera obtener podría ser de ayuda y aunque Arkadei se encargaría de todo ella deseaba ayudar con algo, así fuera solo especulando opciones que quizás podrían funcionar.

Dado que no era el caso, no dijo nada más al respecto. Vio cómo su madre salió de la cocina y no tuvo que ver su rostro para saber que le había afectado la información que recibió de golpe. Y ese fue su error, debió hablar con ella antes y prepararla para escuchar eso.

—Era mi madre la que no estaba enterada— dijo a Sladya. —Gracias, quería saber tu opinión.

Vio de reojo la figura que se acercó al umbral de la puerta, y con eso tuvo para reconocerla.

Ahora que Ireza había vuelto y obtendría toda la atención de Deliel, se preparó para buscar a Arkadei.

—¿Dónde está Arkadei?— fue lo primero y lo único que le preguntaría.

—No lo sé.

—Sladya, ¿cuidas a Deliel un momento? Iré a buscar a Arkadei— dijo a la mayor de las hermanas antes de levantarse.

—En la cocina… en el instituto— se corrigió y se quedó callada unos momentos en los que no supo para qué lo había llamado. —¿Por qué en las caballerizas? ¿No estabas en casa? ¿Pasó algo?— preguntó mientras intentaba recordar la razón de la llamada.

—Gracias— dijo Desirée viendo a Sladya antes de levantarse para salir de la cocina mientras ella cargaba a Deliel para abrazarlo y llenarlo de besos.

—¿Cómo estás, guapo? Hueles rico a comida, te voy a comer— dijo con una sonrisa ensayada y un ánimo que podía expresar pero no sentir y para mantener emocionado a Deliel le dio otro ataque de besos.