10. Deliel: Reclutamiento.

—¿Quieres que le de besos también a tu delfìn? ¡Claro que sí, guapo!— le dio besos al delfín y luego de nuevo a él mientras apagaba las luces de la habitación y salían de ella.

Lo vio confundida pero no dejó de caminar.

—¿Qué ocurre, guapo? Tranquilo, todo está bien— miró el delfín y luego a él. —Oh… ¿Mi muñeco?— señaló el delfín y luego a ella. —¿Dónde está…?— pensó un poco. Recordó que lo había llevado a su habitación y luego a la cocina pero no recordaba si lo había recogido. —¿Quieres mi muñeco?

—Lo buscaremos, lo buscaremos, ángel, espera un poco— entró a la habitación y caminó por todos lados buscándolo. No lo veía a simple vista. —Quizás en la cocina…— se giró para salir pero entonces vio la cobija que había bajado a la cocina hecha bola sobre un sofá. —Tal vez está ahí…

Se acercó a la salita y dejó a Deliel sentado en un sofá libre mientras que ella jalaba la cobija y la bajó del sillón en donde estaba. Al dar un jalón, el peluche saltó cerca de Deliel.

—¡Ahí está, guapo!— dijo mientras doblaba la cobija.

—Eso querías, cariño— le sonrió y tomó el peluche. —Ya no lo perderé, te lo prometo— hizo que el gato de peluche le diera un beso y ella tomó el delfín para entregárselo. —Tú tampoco lo pierdas, ángel— con el delfín le hizo cosquillas.

—¡Cosquillas, ángel!— dijo riendo mientras le hacía cosquillas ahora con el gato también. —¡Te quieren mucho!— Dejó de hacerle cosquillas y lo bajó del sofá para que caminara si quería pero antes hizo que sujetara su delfín. —¿Tienes hambre?— hizo la seña de "comer". —¿O quieres tomar un bañito?— no le había enseñado aún la seña para eso así que le acarició el cabello con sus dedos.

—¡Uy! Necesitas un baño, ángel— fue tras él y abrió las cortinas donde él buscaba y luego lo cargó. —No te hayas rosado porque Sigris y Desi se van a enojar conmigo— dijo tiendo. —Vamos a preparar el agua para que juegues en lo que te traen tus cosas para el bañito.

Se dirigió al baño y abrió la llave de la bañera, dosificó caliente y fría para obtener una temperatura cálida. Bajó a Deliel y lo dejó de pie sobre la alfombra de toalla.

—¡Vamos a bañarte!— dijo mientras sacaba su celular para marcar a Sigrid quien después de cinco timbres contestó.

"Ireza, ¿qué ocurre? ¿Deliel está bien?"

—Sí, no te preocupes, quiero bañarlo pero no tengo nada más que lo que yo uso, ¿podrías traernos sus cosas? O dime en dónde están y yo iré por ellas.

"Están en mi habitación. Hay dos canastas en el baño, una tiene las cosas para el baño y la otra tiene sus juguetes. No estoy en el instituto, es más rápido que vayas tu."

—Está bien, gracias, por cierto, entré hace rato para buscar el delfín de peluche de Deliel.

"Esté bien, linda. No te preocupes."

—Gracias, bueno, iré por las cosas de Deliel.

"Sí, yo iré en unos minutos. Quiero hablar primero con tu hermano, no lo he visto aún."

—Claro, entonces luego te vemos.

"Ah, en la cocina ya hay comida lista para Deliel, hay para calentar y algunas cosas que se comen así como están ya."

—Entiendo, después de bañarlo bajaremos para que coma.

"Sí, ya estaré por ahí para entonces, si batallas y necesitas ayuda me avisas."

—Lo haré, gracias.

No pudo evitar reír y se tapó la boca porque aún no se había pasado el bocado. Estaba sonrojada pero aún así lo miró, bajó la mirada y luego la alzó de nuevo y consiguió tragar la comida.

—Es una buena idea— dijo aún riendo. —¿Qué te parece "Mr. Incredible"?— dijo mirándolo con picardía. —No… No suena muy original…— pensó un poco mientras le daba ahora ella a él una nueva porción de comida. —¡Ya sé! ¡Lord Maximus de Desirée! ¡Queda mejor!

—No, espera, guapo, eso no…— pero como ya era tarde solo resopló.

"¿Qué ocurre? ¿Están bien?" preguntó Sigrid que aún no había colgado.

—Sí, si, está bien. Deliel metió a nadar a su delfín— dijo riendo mientras sacaba el delfín del agua y lo exprimía. —Voy a colgar Sigrid, necesito ir por los juguetes de Deliel.

"En la canasta de juguetes hay un delfín, dáselo, se entretendrá mucho."

—Sí, gracias— colgó y le dio el delfín a Deliel mientras se guardaba el celular y luego cerró el agua de la llave. —Ven, guapo, vamos por tus cosas.

Lo cargó con todo y delfín mojado y salieron de la habitación para regresar a la de Sigrid. Encendió las luces y buscó los canastos.

—Hay que conseguirte más delfines de peluche, cariño, a como vas te los vas a gastar muy rápido— dijo riendo.

Encontró los canastos y luego de asegurarse que todo lo que necesitarían estaba ahí, junto con el delfín de plástico, apiló uno dentro del otro y lo cargó con una mano y su cadera.

Siguió riendo y comiendo pero nada más pasarse el bocado, le ofreció de nuevo a él.

—No es burla, mi Lord, no se ofenda— dijo divertida. —Para que veas que me lo tomo en serio, ¿qué tal si le creo yo un nombre? Quetzalcóatl es el nombre del dios de mis antepasados, yo le quiero poner nombre al mío…— volvió a sonrojarse y rio. —Bueno, al arma de mi Dios, déjame pensar…— pensó un poco buscando las palabras que conocía del nahuatl. —¿Qué tal Uecóatl?

—Espera, guapo, te me vas a caer— lo reacomodó para que se enderezara y ella caminó más aprisa.

Al llegar de nuevo al baño de su habitación, bajó a Deliel y metió el cesto de los juguetes a la bañera, por el tamaño supo que era para que Deliel se metiera dentro y no hubiera peligro de que resbalara o se le fueran los juguetes. Bajó a Deliel a la alfombra y de nuevo abrió el agua. Esta vez más c+alida que antes.

—¡Vamos a quitarte esa ropita, ángel, luego al agua!— dijo emocionada.

Le quitó el pantaloncito y luego tomó el delfín para quitarle el sweetercito y después se lo devolvió. Señaló su pañal para que volteara a verlo.

—¿Qué hacemos con eso, ángel?— lo señaló de nuevo. —A ver, ¿qué hay que hacer?— le preguntó sonriendo y dando tironcitos al pañal mientras que con la otra mano tomó el paquete de toallas húmedas del canasto con las cosas para el baño.

—Uelik significa sabroso o rico— comió lo que su pareja le daba. —Cóatl es serpiente, tú dime qué significará— dijo luego de pasarse el bocado y le guiñó un ojo sonriendo traviesa, y ofreció un nuevo trozo de carne.

—¡Ey! ¡No escapes, guapo!— lo alcanzó y giró hacia ella. —Primero déjame quitarte esto— desprendió las tiras de seguridad y retiró el pañal. Tomó toallitas húmedas y lo limpió rápidamente antes de que se le escapara de nuevo. —¡Listo! ¡Ahora sí al agua!— lo cargó y lo metió a la bañera, dentro del cesto, le dio el delfín de plástico y el de peluche.

—Ya se llenó de agua, ángel— sujetó el delfín y lo cargó con una mano mientras que con la otra sujetaba una manita de Deliel y con ella presionó al delfín para que se le saliera el agua. —¿Ves? El agua lo hace pesado, cariño— siguió presionando para que siguiera saliendo agua. —Presiona, así— le indicó repitiendo una y otra vez la presión.

—Pues nuestro Uecóatl tendrá que esperar a que tú te termines toda esta comida, porque aquí al que le conviene tener sus energías repuestas es a ti— dijo sonriendo con malicia después de pasarse el bocado de comida.

—Ahora ya sabes cómo sacarle el agua, guapo— le dijo sonriendo y alcanzó un bote transparente con líquido aqua y lo vertió en el agua de la bañera para hacer burbujas. Tomó otro más con jabón líquido dorado y con un vaso plástico tomó agua de la llave. —Cierra los ojos, ángel— dijo mientras le vertía el agua sobre su cabecita y hacia atrás para que no le cayera tanto en los ojos. Entonces vació un poco de shampoo sobre sus manos y lavó el cabello de Deliel.

—Amor, no era regaño— le sonrió con ternura. Se apoyó en la barra y se inclinó sobre ella para alcanzar su rostro, acarició su mejilla y luego el cabello de su flequillo.

—Voy a lavarte, ángel, tu sigue jugando— dijo riendo pues disfrutaba verlo tan atento a sus juguetes.

Tomó una esponja a la que le vertió un líquido transparente, le hizo espuma y comenzó a lavarle el cuerpo.

—Párate un segundo, guapo, déjame lavarte bien— le hizo ponerse de pie y rápidamente le pasó la esponja por todos lados antes de que se moviera. Lego lo dejó que se sentara y le quitó el jabón de su rubio cabello con agua limpia.

Cerró la llave y dejó que siguiera jugando ahora que ya estaba limpio por completo.

—Si ya no deseas comer, no lo hagas, al menos ya tienes una buena cantidad de comida en la pancita. No te fuerces— dijo con cariño y ternura.

—Comeré, no te preocupes— siguió comiendo y observó el vaso con la bebida que le preparó. —¿Quieres que te prepare más?

—¡Ey! ¡Yo no me iba a bañar aún, guapo!—dijo riendo mientras se limpiaba el agua de la cara. Entonces tomó algo de jabón en sus manos y con los dedos y su aliento hizo una burbuja grande que flotó frente a él.