11. Dión: Sueño Interrumpido.

Se quedó callada unos segundos.

—No pasó nada que haga que alguien se sonroje— respondió con tono neutro.

—No puedo creer que hayas dicho eso…— dijo no queriendo creer que estaba usando eso para responder al mismo tiempo que para lastimarla.

Estaba no solo confundida sino bastante enojada y ahora se incrementaba su angustia al ver que definitivamente no estaba bien.

—Desactiva tus poderes— exigió.

—Sí, ángel, ya te está bañando— le dijo riendo un poco. —Te va a poner más guapo de lo que ya estás— añadió aplaudiendo para alborotarlo más. —Y no dijo qué quería probar, ¿cieto?— preguntó a su hermana.

Bellux, no contento aún con el aseo, ahora empezó a lamer el cabello de la nuca de Deliel y le levantó los mechones, no se detuvo hasta que terminó de dejarle todo el cabello parado.

—¿Y cómo le va a hacer si yo no dejo que me atrape? Le recuerdo que si yo quiero me le escapo aunque me encuentre— dijo con tono confiado y con toda la intención de provocarlo.

—¿Para qué?— preguntó con tono serio y se movió hasta colocarse frente a él a casi nada de distancia, no dejó de mirar sus ojos.

El estómago se le fue al suelo y por breves facciones de segundo no sintió el suelo y pensó que se caería pero dio un paso hacia delante. Sentir el suelo la estabilizó al menos en ese sentido.

—¿Qué estás haciendo? ¿Cómo lo estás haciendo?— peguntó con la voz temblándole.

—¿Pero a qué costo…?— dijo pensativa mientras veía a Deliel.

Bellux dejó que se pusiera de pie con la intención de jugar al perseguir y atrapar.

—¿Has hablado con él? ¿Lo has visto?— preguntó a su hermana.

—¿Ah verdad? Pues déjese de payasadas y venga para acá que luego se me va a olvidar que tengo marido y me voy a ir a conseguir ahora a algún gueito que sí me haga caso— dijo intentando no sonar enternecida por lo que le dijo y no reír al imaginar el puchero que estaría haciendo.

—¿La estás almacenando?— peguntó sentándose en la orilla del sofá para poder levantarse en cualquier momento.

Su expresión fue de asombro e incredulidad por los primero segundos y luego cambió a una que no demostraba sorpresa alguna.

—Así de grave estuvo lo que viste o notaste antes de que te borrara la memoria…— dijo pensativa. —No está bien— confesó. —Él no ha estado bien y no sé qué hacer para ayudarlo, no dice nada y no me deja hacer nada…

Bellux corrió detrás de Deliel pero lo dejó ganar ventaja y luego se adelantó para cerrarle el paso de frente. Bajó la parte frontal de su cuerpo y alzó la trasera elevando la cola y agitándola como cualquier felino en modo de juego.

—Pos si no está aquí conmigo ¿cómo se va a dar cuenta si miro o no miro a algún modelito por ahí que me tope? ¿eh? Si yo por eso le estoy diciendo que si sigue de payaso se le va su güerita y ni cuenta se va a dar— dijo sonriendo ampliamente mientras caminaba hacia el jardín anexo a la cocina en busca de ramitas de albaca y orégano.

—¿A qué costo?— se puso de pie y se acercó a él decidida a no aceptar nada además de una respuesta que la convenciera.

—Te va a comer, guapo— dijo con fingido tono de alarma pero reía con él. —Eres un ratoncito y te va a comer— se agachó para cargarlo y Bellux se acercó corriendo para alzarse sobre sus patas traseras y tratar de alcanzar a Deliel.

—Pues usté solito, yo nomás le digo que se está tardando en llegar— dijo encogiéndose de hombros. —Ya, deje de hacer berrinche y véngase para acá o se queda sin guerita y también sin cena— dijo riendo ligeramente para no perder del todo su tono serio.

—Si ignoras mis peguntas también ignoraré las tuyas— dijo con el mismo tono sin retroceder. —Si de verdad te importa lo que tenemos responde al tema que te pone en riesgo, lo que no es urgente lo hablaremos después— dijo con determinación.

Sujetó bien a Deliel para que pudiera inclinarse sin riesgo a caerse.

—¿Puedes ahora recordar algo de lo que borró? ¿Alguna sensación que tuviste o alguna idea que creas que solo fue una percepción?— preguntó a su hermana volteando a verla.

Bellux alzó la cabeza para que Deliel lo pudiera tocar mejor y estiró una de sus patas para intentar jalarlo hacia él sin usar las garras.

Dio un salto sorprendida y lo miró con el ceño fruncido.

—Mire ustéd qué chistoso— se quejó. —¿Y quién le dio permiso de hacer trampa?— dijo reclamando pero lo abrazó por el cuello y le plantó un beso en los labios.

—No vas a librarte de esto tan fácil— le advirtió luego de darse cuenta de que deseaba ceder y dejarlo continuar como deseara.

Se separó un poco de él para alcanzar sus labios pero no lo besó por completo, rosó sus propios labios con los de él mientras hablaba.

—Quiero respuestas y quiero que me expliques todo— dijo con tono serio sin alejarse más de sus labios y sus brazos lo rodearon por el cuello para evitar que de nuevo escapara.

—Después de que Desirée termine de hablar con él iremos nosotras. Ha estado actuando extraño y siempre oculta algo. Ya no podemos enfrentarlo cada una por su lado— dijo determinada mientras volvía a bajar a Deliel.

Bellux se echó en el piso panza arriba y movió la cola de un lado a otro como tentando no solo a Deliel a que le acariciara la panza sino a Sladya también porque la miraba fijamente como esperando alguna respuesta de su parte.

—No me gusta, me encanta pero yo no le di permiso para besarme, ¿qué cree que puede hacer lo que a usté se le antoje? No señor, aquí la patrona soy yo y usté debe obedecerme si no quiere que le de sus buenos cintarazos— dijo sonriendo altiva y luego volvió a besarlo con exigencia.

—No lo sé— respondió a su hermana. —Puede hacer con mucha facilidad— admitió. —¿Pero qué podemos hacer entonces? ¿Lo dejamos para que siga por donde mismo?— preguntó mientras veía que Bellux disfrutaba tener a Deliel encima y con una pata buscaba acercar más la mano de Sladya como si quisiera jalarla hacia él.

—¿De eso se trata? ¿Así lo ves? ¿Cómo un juego en el que ganas o pierdes?— dijo desconcertada sin alejarse pues no era su intención el separarse de él pero si puso un par de centímetros entre sus labios para poder hablar. —¿Para qué necesito que me expliques todo? Porque soy tu novia, soy tu pareja, Arkadei, por eso— dijo viendo sus ojos directamente.

Colocó sus manos en sus mejillas y lo hizo voltear a verla, clavó su mirada en la de él.

—Ándele, nomás atrévase y yo le corto aquellito para asegurarme de que no me sea infiel aunque quiera— le dijo frunciendo el ceño con claro tono serio. —No juegue con eso porque en cualquier momento lo castro, amorcito, y no le voy a avisar— dijo en tono de advertencia sin soltarlo y haciendo un gesto de molestia.

No supo qué decirle, giró el rostro hacia otro lado haciendo puchero y se cruzó de brazos.

Ciertamente le había regresado todas, había estado jugando aunque en ese juego hubiera al de verdad en el sentido de que a veces se sentía descuidada pero no le gustó que le revirara todo de esa forma porque quisiera admitirlo o no, tenía razón. Era peligroso jugar con eso.

—¿A costa de la tuya?— exclamó dando un paso hacia atrás. —¿Cómo va a aprender si no sabe ni siquiera qué está pasando? No puedes esperar que aprenda a hacer algo que ni siquiera los adultos saben por dónde empezar. Te estás condenando— gritó apartándose de él.

Estaba perdiendo valioso tiempo discutiendo con él sabiendo que no obtendría nada. Cada segundo era un segundo que se le restaba de vida y que Deliel vivía siendo un bebé normal. Quería que tuviera la vida de un bebé normal pero jamás la tendría porque no lo era, era un auror y mientras Arkadei se jugaba la vida, ella estaba de inútil como siempre.

La orilló a decidir entre los dos bajo las condiciones impuestas por él. Si él lo había hecho así entonces ella también podía hacer lo mismo: no elegiría. Ella misma se labraría su propia alternativa con sus propias consecuencias.

No se quedaría a esperar las repercusiones que caerían sobre su pareja, no se quedaría ya a esperar que él se lo explicara, no lo iba a hacer y ya no perderá tiempo esperándolo, jugando como si de eso se tratara, de un juego. No, no se quedará a esperar sin hacer nada como siempre mientras él se ríe de todo y muere lentamente.

La vista se le empañó y se talló los ojos con fuerza mientras sus pasos se convertían en una carrera hasta la puerta y de ahí se dirigiría directamente hacia Deliel.

—Sladya, yo no me juego la vida con cada decisión que tomo. Si no me abro no es porque esté ocultando las cosas que hago que amenazan mi vida— respondió. —Arkadei y yo no somos iguales. Yo no tengo ganas de rendirme pero aparento que todo está bien— dijo viendo a Bellux asegurándose de que el bloqueo asegurara que siguiera manteniéndose estable.

En ese momento no sentía nada y se refugiaba en la emoción de Deliel y en sus sonrisas felices y juguetonas.

—Si quieres que hable sobre lo que pasó con Dión primero tiene que estar Deliel con alguien que lo cuide y tengo que pedirle a Bellux que se apague, hasta entonces no quiero arriesgarme a hablar de eso.