11. Dión: Sueño Interrumpido.

Se quedó callada unos segundos.

—No pasó nada que haga que alguien se sonroje— respondió con tono neutro.

—Llévala a la sala médica, Gherard llegará mucho más rápido a ese lugar— dijo mientras buscaba su celular entre los pliegues de su ropa con una mano mientras que con la otra sostenía a Deliel.

Esperó que Gherard contestara al tiempo que buscaba con la mirada alguna señal de Arkadei.

—Gherard necesito que…

—¿Papá qué ocurre?— escuchó de pronto la voz de su hija y volteó a verla.

Desirée había despertado y miraba con preocupación y desconcierto a su padre de quién ahora se sostenía abrazándolo por el cuello.

—Gherard, ve a la sala médica, Desiée tuvo un desmayo— explicó a Gherard aún después de ver que ya había despertado. —Sí, está despierta pero no sabemos qué pasó, mi esposo la llevará pero tu estás más cerca, ten listo todo— esperó su confirmación y entonces colgó.

Regresó su atención a Desirée y ahora la vio alternando su mirada entre su padre, Deliel y la pantera y el leopardo de Ireza que seguía siendo detenido pero estaba atento, con el cuerpo tenso, la mirada fija en su similar, la cola haciendo el mismo movimiento que el de la pantera y en silencio.

—¿Malita? ¿Por qué? ¿Qué pasó?— preguntó Desirée mirando confundida a su padre. —Estoy bien, no me siento mal, bájame— se revolvió en sus brazos intentando hacer que la bajara.

—No sabemos qué pasó y por eso vamos a revisarte, tranquila, no pasa nada— le dijo con la intención de que no pensara que algo malo había pasado.

—No, estoy bien— insistió. —¿Dónde está Arkadei?— preguntó mientras posaba su mirada en Deliel y en la pantera.

No supo qué responder y vio cómo la mirada de su hija se llenó de miedo.

Se puso de pie y se acercó a Ireza mientras Desirée era llevada por su padre y ella seguía intentando bajarse.

—Ireza, cuídalo, por favor— esperó a que liberara al leopardo para poder pasarle a Deliel.

El leopardo, al verse libre se acercó a la pantera directamente con el lomo arqueado y la cola alzada como si intentara verse más grande de lo que en realidad era pero aunque estaba alerta no se mostraba hostil y no parecía tener la intención de hacer que la pantera se alejara.

Deliel fue cargado por Ireza y entonces siguió a su marido.

Desirée siguió moviéndose y el que no pudiera liberarse significaba que de verdad se encontraba débil.

—Bájame, estoy bien— siguió insistiendo. —¿Dónde está Arkadei?— dijo alzando la voz ahora mirándola a ella.

—No sé dónde está— admitió. —Debe venir para acá, quédate tranquila— dijo imprimiendo seriedad a su tono sin dejar de hablarle con calma.

—¿Dónde está Sladya?— exigió saber.

—Tampoco lo sé, debe estar con él— dijo segura. —Ya los verás, ya por favor quédate quieta— dijo ya con más firmeza.

—No, bájame, papá por favor— pidió colocando sus manos en sus hombros para apartarse de él mientras buscaba con desesperación la mirada de Arkadei que de nuevo estaba cubierta por esas malditas gafas.

No supo por cuánto tiempo se había desvanecido y por eso mismo tenía más miedo que antes. Encima de eso algo distinto le ocurría a Arkadei quien ahora parecía estar paralizada.

—Estoy bien, bájame— insistió. —Arkadei— lo llamó desesperada y extendió una mano hacia él para hacerle saber, si no la había escuchado, que necesitaba estar con él. —Arkadei, por favor…— le suplicó.

—Deliel, ángel, tranquilo— dijo con tono calmado a pesar de todo.

Lo abrazó contra ella y lo empezó a mecer. No podía seguir a Sigrid y Desirée porque estaba Alejandro y seguro se les uniría Arkadei después. Necesitaba a su hermana pero también necesitaba saber qué era exactamente esa pantera.

Si Bellux estaba alerta es porque sentía que podía convertirse en una amenaza pero la pantera no mostraba señales de querer atacar a pesar de que estuviera mostrándole los colmillos a su familiar menor.

—Todo está bien, guapo, no llores— le dijo buscando su carita para besar su frente y mejilla.

Bellux no respondió a la señal de la pantera, al contrario, empezó a caminar alrededor de ella observándola. Su postura ya no estaba tan tensa pero en su mirada tan analítica podía ver que no había bajado la guardia.

—Entonces manipuló la debilidad de Deliel para crearte— dijo a la pantera mirándola con los mismos ojos analíticos que Bellux. —Pero tu no eres como esa cosa que se tragó, entonces… ¿qué eres?

Bellux no se acercó más pero se detuvo frente a ella, se sentó al costado de las piernas de su compañera sin dejar de verla y su cola estaba pegada al suelo en toda su longitud a excepción de la punta que se movía de un lado a otro.

—Te creó para protegerlo… Eres igual a él— dijo más para si misma sintiendo la necesidad de decirlo en voz alta para entenderlo. —Eres una hibridación…

Esa forma de despedirse antes de irse sin más y sin hacer nada contra ellos le hizo reforzar la idea de que era como Bellux pero creada de toda esa energía negativa que forma la debilidad del factor de Deliel.

Bajó la mirada a Bellux y sin decirle nada le hizo saber su deseo de que se inactivara y de nuevo empezara a recargar energía de lo que se pudiera. Ya mucho había estado gastando sin retribución y ella misma no podía darle esa energía que necesitaba, no ahora y no sabía cuánto tiempo pasaría antes de poder hacerlo.

Lo había querido mantener presente por la amenaza del espectro que acosaba a Deliel pero por lo que había dicho Desirée su hermano se estaba encargando de eso y la presencia de la pantera que salió justo cuando Deliel lo necesitó le hizo saber que estaba seguro. Lo que no sabía era por cuánto tiempo.

Regresó al interior del edificio sin dejar de abrazar y mecer a Deliel. No podía hacer más, él quería que todas estuvieran juntas y no siempre, como ahora, eso iba a ser posible, tenía que aprender de alguna manera a ser paciente y no creer de inmediato que algo malo les había pasado. Eso alimentaba más la energía que no querían que se creara alrededor de él.

—Ya, ya, guapo, no es bueno que llores así, no hay nada que temer— dijo con voz suave y tono tranquilo. —Tu mamá y nana regresarán pronto pero ¿sabes qué es lo que si podemos hacer? Ir a buscar a la tía loca, ¿qué te parece? ¿Quieres que vayamos a ver en dónde se metió la tía Sladya?— le dijo alejándolo un poco de ella para poder ver su carita.

—Bueno, bueno, está bien, es mejor que lo saques a que te lo guardes no— dijo sonriendo y frotó su espalda mientras caminaba por el pasillo de la cocina para luego toma el que lleva al área donde está la oficina de Arkadei y otros salones. —Está bien llorar, tranquilo— recargó su mejilla contra la cabecita de Deliel y siguió caminando.

Entonces, de pronto sintió cómo algo se movía detrás de ella y no reconoció de quién se trataba. Se giró alarmada y dispuesta a apartar lo que fuera que quería acercarse de esa manera tan sigilosa, y no pudo evitar dar un ligero brinco al ver a los enormes osos caminando uno junto al otro hacia ellos.

El susto se convirtió en alivia al verlos. Servirían para distraer a Deliel, debía agradecérselo en cuanto lo viera.

—Mira, guapo— le animó. —Mira, ¿sabes quiénes son?— le hizo de nuevo que se apartara solo un poco para que su rostro quedara descubierto y pudiera verlos.

Alioth, el más grande y de fondo de vegetación se detuvo y se sentó a dos metros de distancia de ellos pero Polaris, la pequeña y de fondo de colores pastel y efecto estrellado, se acercó más y elevó el hocico como si simulara estar olfateando a Deliel.

—No me siento mal— insistió. —Debo tener alguna fiebre nada más— dijo girando el rostro al lado contrario del que se encontraban sus padres.

No quería que vieran lo afectada que estaba, el miedo y desesperación que tenía ahora no solo por Arkadei sino por ella misma que ya, ahora sí, se había descompuesto.

Si algo le enorgullecía era que siempre se mantenía fuerte, resistente, con buena condición para situaciones difíciles y estresantes, jamás se había apagado de ese modo, nunca. Y ahora ya su cuerpo falló.

Y Arkadei lo había visto, lo había sentido. Si antes no había confiado nunca en ella, ahora menos. Si antes no la llevaba con él por protegerla, ahora le reforzó esa idea. Si antes la trataba con tanta delicadeza, ahora no volvería a tocarla, ahora la miraría con condescendencia, ahora la miraría como algo que se rompe con facilidad.

¿Cuánto tiempo pasaría antes de que una nueva discusión, una nueva situación rompiera por completo lo que ya estaba fragmentado?

De la nada apareció su hermana justo del lado contrario al que se la hubiera esperado. Y la vio más por el color rojo de su sweter que por otra cosa.

La vio correr alarmada hacia ellos luego de gritar que corriera y de primero se sorprendió pero luego quiso reírse al ver cómo se le fue encima a Alioth y lo comenzó a golpear mientras el oso se giraba sobre el suelo para ponerse panza arriba y abrazarla contra él.

—No, Sladya, espera no es lo que crees, estos osos no son peligrosos— dijo apurada entre risas. —Son los niñeros de Deliel, tranquila— dijo acercándose a ella para que pudiera ver que estaban bien.

Polaris se sentó junto a ella y de nuevo intentó alcanzar a Deliel y al no poder, esta vez se paró sobre sus patas traseras para llevar su hocico hasta sus rubios cabellos y despeinarlo.

Desirée no giró el rosto para verlos y tampoco hizo ademán de querer levantarse.

—Si analiza las muestras al mismo tiempo no debería de tardar más de media hora a menos que quiera hacer pruebas más complejas— respondió a su marido. —Si es el caso lo más seguro es que nos avise, tranquilo, Desirée estará bien— dijo colocando una de sus manos en su hombro para reforzar ese apoyo y esa intención de tranquilizarlo.

—Porque no son mascotas— dijo aún riendo. —Son como una especie de marionetas autónomas, la idea fue de Gherard y él es quien les dio vida— explicó a su hermana.

Alioth empezó a mecerse de un lado a otro sin dejar de apresar contra él a Sladya y Polaris se puso de nuevo sobre sus cuatro patas, quizás porque perdió el equilibrio.

—¿Quieres subirte arriba de Polaris?— reacomodó a Deliel y lo hizo sentarse sobre el lomo de Polaris pero no lo soltó para evitar que se resbalara.

La osa se quedó quieta para que él pudiera afirmarse bien y giró el rostro para verlo sobre ella.

—¿Te gusta, guapo?— le preguntó un poco más animada que antes. —Dado que Gherard no puede acercarse a Deliel, usa a Polaris y Alioth para cuidarlo e interactuar con él— siguió diciendo a su hermana. —Pero no dudo que pueda crear una mascota así para ti pero tendrás que quedarte aquí porque los poderes de Gherard no cubren la distancia hasta Rusia— dijo riendo y volteó a verla. —Pareces un bebé así— dijo al verla acostada sobre el enorme colchón que es Alioth.

—Nunca me sentí mal— respondió a su pareja a quien dedicaba una mirada que mezclaba alivio y preocupación a la vez. —¿Cómo estas tu?— preguntó mirándolo de arriba abajo.

—Se desmayó y sus papás la llevaron a la enfermería— dijo sin soltar a Deliel. —No quise irme sola con Deliel al refugio, no sé qué esté pasando ni si la idea de Desiée era correcta. No sabemos qué es lo que tenga, por eso se apresuraron a llevarla con Gherard— dijo antes de que su hermana preguntara por más información. —¿Arkadei no te dijo nada? Estabas con él, ¿no? Debe estar al tanto de todo aunque no esté con ella— volteó a verla.

—Me refiero a que no me duele nada— dijo sin voltear a ver a su padre pero apartó la vista de Arkadei también. —No sé por qué me desmayé pero no me duele nada ni me siento mal— dijo con tono molesto y tuvo que soltar la mano de su pareja para poder apoyarse en el colchón de la camilla y así poder recargarse de forma más erguida en el respaldo.

Entendió lo que su marido quería decirle con esa mirada y a tiempo pudo detener la sonrisa que se le quería formar.

Le parecía gracioso que se quejara cuando él es igual de testarudo que ella. Si lo había sacado de alguien era de él, no de ella.

No creía que Desirée tuviera algo grave, no es tan raro que el cuerpo se apague cuando no tiene la suficiente energía como para seguir sobrellevando situaciones extenuantes.

—Sabremos qué es lo que pasó cuando regrese Gherard— dijo con tono tranquilizador para intentar bajar los humos de su esposo y su hija. —Si no sientes dolor es una buena señal, podrás recuperarte pronto— aseguró mientras mantenía su mano sobre el hombro de su marido.

—Bueno, ya está siendo atendida, dentro de poco sabremos qué tiene— dijo encogiéndose de hombros. —Lo que me preocupa es eso otro, está protegiendo a Deliel pero ¿qué pasará después? Desirée tiene razón al estar tan preocupada y asustada, el asunto empeora con lo "comunicativo" que es tu hermano. Entre más esconde lo que hace y no habla sobre eso, más grave es lo que está haciendo. Lo encontraste cuando Desirée te pidió que fueras con el, ¿no? ¿Cómo lo viste?— preguntó sujetando a Deliel para que se deslizara por el lomo de Polaris que se comenzó a sentar muy lentamente como si quisiera que Deliel jugara a resbalarse por ella.

Luego de la señal de su marido volteó a ver a su hija y luego a Arkadei y después de nuevo a su esposo. Con discreción negó con la cabeza.

No tenía idea de lo que había pasado ni por qué se estaban comportando de pronto así cuando antes, siempre, se habían comportado como uno solo, incapaces de no estar juntos.

Suponía que el tema de Deliel tenía algo que ver pero no lo mencionaría ahí. Le hizo una señal a su marido con la mirada para que salieran y así poder hablar aunque sabía que Arkadei estaría ya muy consciente de todo lo que estaban pensando. Era a Desirée a la que ya no quería alterar más.

—Esto ya se agravó más de lo que me imaginaba… Algo está ocultando y tu lo descubriste, por eso te trató como si fueras una amenaza…— dijo con la voz entrecortada.

Antes, su hermano se había mostrado hostil con ella, con la intención de atacarla pero nunca lo había hecho, ahora ya lo hizo dos veces con su propia hermana. Ya sobrepasó el límite que creyó que nunca cruzaría.

—¿Te atacó? ¿Te hizo algo más además de borrarte la memoria?— preguntó ya sin que las palabras se le atoaran por creer que él jamás sería capaz de lastimarlas.

Se sentó al lado de su marido no muy convencida, ella habría preferido más privacidad y estar mucho más lejos de donde Desirée podría escucharlos si prestaba mucha atención.

—No sé qué es lo que pueda tener pero siento que no es algo físico lo que la aqueja. Está aterrada por lo que pueda pasarle a Arkadei— dijo a pesar de que sabía que no le interesaría jamás nada que tuviera que ver con Arkadei. —Desi es la que mejor lo conoce y si está así de temerosa es porque sabe que algo malo puede pasarle.

Volteó a verlo confundida. No pensó en que conservaría ese tono con ella aún. Bajó la mirada y se cruzó de brazos.

—Es suero glucosado, no necesito comer— dijo con tono apagado y el rostro vuelto hacia el lado contrario.

—No debería hacer ninguna de las dos cosas— dijo con tono neutro.

Ayudó a Deliel a trepar de nuevo por el lomo de Polaris que ahora levantaba la parte posterior.

—Acompáñame, quiero ver qué es lo que tiene en su oficina— le pidió sonriéndole suavemente. —Si el no quiere decirnos nada, entonces habrá que averiguarlo por nuestra cuenta. No creo que haya hecho lo que hizo solo porque sí. Desde que se tragó el espectro que acosaba a Deliel ha cambiado mucho, debe tener relación con eso todo lo que pasa y lo que ha estado haciendo.

Negó con la cabeza.

—Es que ese es precisamente el punto. Arkadei no dice nada, no haba de lo que le pasa ni si tiene algún malestar, es por eso que Desi se preocupa tanto. Y si además pelearon por algo, la situación empeora. Desde que se deshizo del espectro que acosaba a Deliel las cosas empezaron a volverse de este modo, algo tiene que ver. ¿Tienes alguna idea de lo que le pasó a Akadei debido a eso?— preguntó manteniendo el volumen bajo.