11. Dión: Sueño Interrumpido.

Se quedó callada unos segundos.

—No pasó nada que haga que alguien se sonroje— respondió con tono neutro.

Buscó su celular y envió un mensaje a Gherard.

"Mantente alejado. Si Dión llega a quedarse dormido podrías quedar dentro del rango que abarca su poder, sería peligroso que también tu quedaras atrapado."

Lo envió y lo borró enseguida. Dejó de nuevo el celular abandonado y regresó a la misma posición anterior antes de que la vista terminara de nublársele más por las lágrimas que derramaba.

El auto siguió sin cambiar el rumbo o la velocidad, por el espejo lateral pudo ver que las luces de los faros de la camioneta de Gherard se alejaron pero aun a la distancia las podía ver, borrosas, pero aún las vislumbraba.

Se sentía mal en todos los sentidos posibles, mal, fría y sola…

Sólo esperaba que de alguna manera Desirée se encargara de ayudar a Arkadei a contrarrestar todo eso que estaba contagiándole.

Frunció el ceño sonrojada con intensidad.

—No es suficiente, también tienes que alimentarte de otra cosa— dijo cruzándose de brazos sobre su pecho con toda la intención de estorbarle la vista. —No va a nutrirte lo suficiente— insistió aunque de eso no estaba segura.

Correspondió su exigencia con gusto y con desesperación por más. Por ello lo miró confundido cuando terminó el contacto.

—¿A dónde vas?— preguntó no con la intención de descubrir lo que le querría ocultar sino porque de verdad quería saber a dónde iba, si estaba bien y si iba a tardar.

No se sentía bien quedándose sola. Ya no. Fuera por el embarazo o no, simplemente no quería alejarse de él ni un segundo, no se sentía ni cómoda ni segura estando sola.

Lo escuchó pero hubiera querido no hacerlo. Se encogió en si misma y no respondió sino hasta asegurarse de que el nudo en su garganta no interviniera.

—¿Tan insoportable soy para ti…?— dijo casi inaudible.

Ahora, luego de tanto, los momentos que habían compartido antes, esos en los que no podían dejar de demostrarse cariño, ese que no querían que terminara para no separarse… Ya no existía, lo sentía y veía incluso mas lejano y difuso que un sueño…

—Supongo que sí puedes…— dijo sin voltear a verlo. —Llámalo y pregúntale, dudo que te diga que no— dijo abrazándose a si misma. —Puedes usar mi celular, no está bloqueado, apaga el bluetooth para desconectar los altavoces si lo deseas— dijo por último.

No dijo nada más. No tenía caso volver a iniciar una discusión sobre lo mismo.

Él ya lo sabía todo, había entendido pero no la quería escuchar, no quería pensar ni esperar. Simplemente no aceptaría nada que viniera de ella o que fuera sugerido por ella. Estaba en su derecho y ella tenía que aceptarlo.

Se giró lo suficiente para tomar el celular y colocarlo sobre su mano. Entonces volvió a refugiarse intentando hacerse lo más pequeña posible y reducir tanto como pudiera su presencia.

Gherard no lo dejaría ir, lo sabía, pero le preocupaba lo que eso causaría en Dión. Quería irse, no quería estar ahí con ella ni con nadie del instituto.

Pero no podían dejarlo ir.

En algún momento todo eso iba a pasar, eso era lo que él quería si no lograba dar con su familia o si pensaba que así los mantendría a salvo. Ya lo sabía pero saber que estaba en peligro… Quizás debió quedarse y no hacer nada pero simplemente no había podido hacerlo, y eso, junto con lo entrometida que es y el desagradable carácter que tiene fue lo que le granjeó el resultado actual.

Tenía que aceptarlo. Tenía que resignarse, rendirse, mantenerse al margen, desaparecer de su vida, dejarlo en paz. Tenía que hacerlo…

Lo miró insegura pero asintió ligeramente.

No dejaba de preocuparle y no olvidaba que había mostrado síntomas de no estar bien de salud, no olvidaba tampoco el sabor a sangre que detectó en su boca…

—No tardes…— dijo aceptando que se fuera. No estaba convencida y no podía sentir nada de seguridad pero si quería espacio… era por algo…

De nuevo le ocultaría algo.

Aunque había escuchado lo que Dión dijo a Gherard respecto al ataque de pánico que sufrió, no dijo nada cuando en otra situación se hubiera quejado y reclamado.

No tenía ya ni el ánimo ni la energía de permitirse otra excusa para pelear con Dión. No quería volver a hacerlo.

Pero le alivió que Dión decidiera no pasarse al auto de Gherard. Temía que de alguna forma convenciera al alemán para que lo dejara ir.

Volteó a verlo para saber a qué se refería. Vio la chaqueta y aunque tenía frío ahora que se detenía a pensar en ello, negó con la cabeza.

No podía aceptar sus cuidados ni su preocupación luego de que se hubiera angustiado tanto por aquellas tipas al punto de reclamarle por lo que les hizo. No, no quería quedar rebajada al mismo nivel de ellas.

—No me dará otro ataque— dijo en voz baja. —No te preocupes por mi— volvió a regresar a la misma posición.

Después de unos minutos en los que no volvió a escuchar su voz y tampoco movimiento, se giró lentamente y vio la posición que había tomado. Igual que ella pero del lado contrario del auto.

En esos momentos pudo sentir aún más el frío que empezaba a calarle los huesos. Encendió la calefacción y luego de hacerlo revisó su celular en donde esperaba ver más noticias sobre Dión o rumores sobre lo ocurrido en el motel y sus alrededores pero no buscó demasiado, realmente no le interesaba nada de eso.

Dión estaba a salvo y eso era lo único que quería saber.

Llevó su vista al paisaje presentado en el exterior del auto. La noche estaba muy cerrada, de no ser por los faros de los autos no se podría ver nada.

Recordó el santuario de luciérnagas al que había llevado a Dión y quiso saber qué hubiera pasado si se hubieran encontrado luego de eso sin haber pasado lo que pasó en el motel. Quizás no se hubieran vuelto a encontrar, y si lo hacían dudaba que Dión la reconociera o quisiera hacerlo.

Después de todo era una más, ¿no? Igual o quizás peor a las demás que lo cazan… Sí, era peor que ellas…

Bajó la mirada y de nuevo la posó sobre Dión.

Le preocupaban las heridas que, por lo visto en el video, habían sido reabiertas y ella ya no tenía derecho alguno para pedirle que la dejara revisarlas.

Sabía que lo mejor era no volver a molestarlo… no volver a hablarle, no volve a acercarse a él… Lograr de algún modo que no la notara, no la sintiera, no volviera a pensar en ella…

Sin embargo su mano izquierda se movió por su cuenta hasta alcanzar el costado de Dión posándose sobre su torso al nivel de las costillas; delicadamente como si intentara que no la notara aunque sabía bien que lo haría.

Se quedó paralizada viendo lo que había hecho sin pensar y habría retirado la mano de haber podido pero su cuerpo simplemente no la obedecía. Estaba haciendo lo que ella no se atrevía a hacer a pesar de lo mucho que lo deseaba.

—Si te molesta… dímelo…— dijo en voz baja, entrecortada.

Retrajo la mano para dejar de tocarlo y cerró los ojos con fuerza deshaciéndose de las lágrimas que nublaban su visión.

Ya podía olvidarse de su intento por revisar así las heridas, y también ya podía estar segura de que ella no era como esas tipas del motel.

Ellas sí podían tocarlo… y él se los permitía… Quizás había mal intepretado todo, no era un inicio de violación, él quizás se los había permitido, quizás fue consensuado y ella llegó a interrumpir.

Por eso se preocupó tanto por ellas… Por eso le reclamó por lo que les hizo…

Sí… Eso había pasado…

Aún así no podía evitar verlas como monstruos pero ella misma… ella misma era otro tipo de monstruo más cruel, más indeseable, más desagradable… Mucho más insoportable…

Apagó la calefacción pues de pronto se sintió sofocada, le faltaba el aire y el poco que pasaba le quemaba.

Se precipitó sobre los mandos en la puerta y los presionó para bajar las dos ventanas delanteras hasta la mitad y pegó su frente contra el marco de la puerta y aspiró con la boca.

El frío y húmedo viento nocturno le devolvió el aliento a un costo caro. Por dentro se enfrió pero por fuera también pero ya no tenía suficiente fuerza como para temblar.

Quería llegar ya al instituto, quería dejar a Dión bajo los cuidados de Gherard y Sigrid, quería que su hermano se hiciera cargo de todo como siempre lo hacía, una vez que se asegurara de eso quería irse pero no al cobertizo. No, ahí ya no había un refugio, quería irse como lo hizo Al Niyat, debió irse como él lo hizo, debió seguirlo y perderse con él o perderse sola.

Se dejó caer en el asiento y regresó a la misma posición que había adoptado antes e intentó dejar que la debilidad la arrastrara para caer inconsciente pero se dio cuenta de que no podía. Su cuerpo, su mente, algo no la dejaba simplemente abandonarse. Lo único que consiguió fue entrar en una especie de trance donde sus sentidos notaban las cosas pasar pero no había algo que realmente le llamara la atención.

Se quedó así pensando que quizás era un mecanismo del cuerpo para forzarla a dejar de gastar energía y recargarse sin perder el conocimiento pues quedar inconsciente era también peligroso.