10. Kotomi: Reclutamiento.

—No me sorprende que nos cierren la puerta en la cara. Quizás deberíamos pensar en otra manera de ser más directos y ahorrarnos tiempo— se quejó en voz baja solo para Arkadei y resoplando. —¿Me dejas tirar la puerta?— preguntó riendo.

—Si nos lanza el balde de agua quien va a sufrir serás tu porque esta camisa se transparenta mucho si se moja y traigo uno de mis sostenes favoritos, y tenemos trabajo que hacer aquí— dijo riendo mientras esperaba a ver el resultado de un segundo timbre pero al no haber respuesta pensó en algo que a ella le molestaba bastante que pasara. —Déjame intentar— se acercó poniéndose frente a Arkadei y comenzó a tocar el timbre una y otra vez repetidamente y sin descanso. —Vamos a ver si así sigue sin salir— dijo sin dejar de oprimir el botón del timbre. —Si lo cortan continúo con la puerta— dijo riendo.

—Que piensen lo que quieran pero que nos dejen hablar. Si no nos dan la oportunidad, los siguientes en venir por la chica serán mucho menos amables y no se andarán con este tipo de consideraciones— dijo algo molesta y encogiéndose de hombros mientras seguía torturando al timbre sin piedad.

Desirée volteó a ver a su pareja, sabía bien cuál había sido el resultado de que los poderes de la joven hubieran caído sobre Arkadei.

Apretó su mano y se inclinó ligeramente hacia él para pegar su brazo al de él.

Por naturaleza era desconfiada, informar de tanto a la joven podría salir contraproducente pero si no era informada también era un peligro muy latente que igual causaría daño.

Le exasperaba la mujer mayor pero entendía perfectamente su incredulidad y preocupación.

—Si no fuera cierto— empezó con voz grave y dirigida a la mujer pues el obstáculo era ella. No la joven. —¿Creen que estaríamos aquí intentando que creyeran lo que les estamos informando? Entiendo perfectamente que no nos crea, señora, la quiere proteger. Yo también quiero proteger a quienes amo. Ahora le pido que sea usted quien nos entienda a nosotros. Es urgente que nos permita ayudarle a su nieta a que controles su don. Su habilidad la pone como una presa muy valiosa para los recolectores de miel o los de control áurico y no podrá ocultarla por siempre. La diferencia entre ellos y nosotros es que ellos explotarán sus habilidades sin considerar sus deseos o sentimientos. Y le aseguro que no intentarán convencerla por las buenas de que deje que se la lleven. Ellos no pierden tiempo ni esfuerzos en vano.

Debía admitir que la mujer era mucho más terca de lo que hubiera esperado y no la culpaba. Ella sería mucho más feroz si se encontrara en la posición de la mujer pero entenderla no bastaba para que sintiera deseos de ser paciente.

Pero no podía hacer nada, Arkadei se lo había pedido y ya había tomado el mando, y la joven ,a quien ahora de verdad confirmaba débil y enferma, no estaba para hacer esfuerzos y ella no iba a provocar que terminara de asentarse el ataque de asma que le sobrevenía.

Y aunque quería no podía quedarse callada. Cada segundo que Kotomi sufría era segundo que Arkadei era torturado.

—La única que daña a su nieta es ella misma— dijo a la mujer. —Y usted no la ayuda manteniéndola encerrada y oculta de todo el mundo. Parte del control o descontrol de su habilidad viene de su estado psicológico y anímico. Es cuestión de ustedes si lo creen o no pero Kotomi no me dejará mentir si digo con toda seguridad que la activación del factor latente en ella coincide con los momentos en los que más en desequilibrio emocional ha estado. ¿No es así, linda?— preguntó a Kotomi.

Resopló y miró la escena sin moverse de su lugar.

—Uno es consecuencia del otro así sea el factor quien se haga presente primero o sea el desequilibrio psíquico-emocional el que aparezca primero y desencadene la activación. La ayuda que ofrecemos no solo es el mostrarle cómo puede controlar su habilidad sino darle un lugar en el que vivirá protegida de los cazadores que andan detrás del factor. Cazadores que tienen sabuesos especializados en detectar el más mínimo rastro de un auror desprotegido.

Observó con atención mientras él redireccionaba el poder de Kotomi; se preparó para apagar el factor de la albina en cuanto empezara a descontrolarse si reaccionaba mal ante la ayuda de Arkadei. Pero no pareció que fuera necesario que lo hiciera.

No le agradaba que hiciera uso de sus poderes si no había necesidad de ello y justo por eso fue que no intervino ni siquiera cuando se dio cuenta de lo que seguramente iba a hacer.

Era la única manera de lograr algo dado que la única dispuesta a escuchar era Kotomi mientras que su abuela seguía tan cerrada como al principio.

Se quedó quieta en su lugar mientras Arkadei actuaba. Le frustraba no poder hacer nada y más le irritaba no haber podido convencer a nadie para evitar que él tuviera que usar su poder para hacer lo que ella no logró. De ser otra la situación o las condiciones, habría dejado, con mucho gusto, que la mujer sufriera las consecuencias de su necedad. Pero no era el caso.

Esperó, no hizo nada más sino hasta que leyó en el lenguaje corporal de su pareja que la necesitaba a su lado. Se acercó, tomó su mano y la guió para colocarla en su espalda baja para que la usara de apoyo mientras que ella posó su mano en el hombro de él.

No quería tener que dar la explicación nuevamente pero él se lo estaba pidiendo.

—El primer paso para empezar a entender y controlar el factor áureo es aprender a no temerle y para comenzar a lograr eso debes salir por completo del ambiente que te está estresando. Es por eso que el instituto proporciona un ambiente libre y protegido del exterior. Serás capaz de avanzar a tu propio ritmo pues nadie estará dándote caza y nadie va a presionarte. La ayuda que ofrecemos consta de ayudarte a que hagas lo que tú quieras, parte de la "terapia", si así quieren llamarlo, consta de que tus habilidades, talentos y gustos puedan ser desarrollados tanto como tú lo desees y con ello ayudes a otros. Una vez que entiendas tu factor áureo y lo veas como un don y no una maldición, entonces podrás controlarlo a placer. Todo esto es vigilado en todo momento por aurores que ya han logrado controlar sus habilidades. No estás ni estarás sola y no quedarás separada de tu familia, no estarás aislada ni recluida.

—Gracias por entender y aceptar, Kotomi, señora— se limitó a decir con voz calma.

Estaba contenta con el resultado porque Arkadei así lo estaba también. La tortura que día a día lo castigaba se reduciría ligeramente gracias a que un nuevo auror aceptaba ponerse bajo la protección de su Adalid. Sin embargo no estaba feliz ni con la abuela de la joven ni con su propio desempeño en este caso.

No, no era culpa de la abuela. Era si propia culpa. No podía responsabilizar a nadie más por su patético trabajo como "coordinadora" o asistente siquiera de Arkadei.

—Gracias por todo, las veremos pronto— dijo sonriendo ligeramente y retrocedió un paso para indicarle a su pareja que estaba lista para irse en cuanto él lo decidiera.