10. Deliel: Reclutamiento.

—Mal no te hace si tomas más, al contrario— sonrió. —¿Quieres? Puedo ponerle más o menos miel, también hay jugo de mango y otro de toronja, ¿cómo lo quieres?

—Llegado un punto, esa bebidas dejan de hacer efecto, tu cuerpo se adapta tanto a la taurina y a esos azúcares que se satura— dijo preocupada. —Si te sigues sintiendo cansado y tienes sueño debe ser también por ese golpe que tienes, ¿me dirás cómo y con qué fue que te lo hiciste?

—¿Te gustan? Hagamos otra— tomó sus manitas, las enjabonó y le hizo formar un círculo con sus deditos y sopló en ellos para que saliera una burbuja que flotó hacia el otro lado de la bañera. —¡Otra más!— enjabonó de nuevo e hizo otra con las manitas de Deliel para que viera cómo se hacían.

Suspiró.

—Tiene buen apetito pero se llena rápido, le gustan los mangos aunque está dispuesto a comer lo que le demos— dijo rápidamente. —De haber sido la esquina de un buró estaría marcada como tal y sumido, ese golpe es diferente, por favor, amor, ¿qué pasó?— insistió preocupada.

—Tranquilo, guapo, hay que practicar para que salga— dijo sonriendo y le ayudó siendo ella quien soplara para crear más burbujas. —¿Qué tal si lavamos a tu delfín? Mira— tomó el delfín y luego de presionarlo varias veces para que agarrara más agua con jabón, volvió a presionar e hizo que el delfín creara espuma.

—¿En serio me preguntas eso?— dijo sorprendida. —Bueno, si no me crees entonces llamemos a la doctora, quizás ella sí sea experta en golpes— dijo molesta pero controlándose.

—¡Eso! Mira, hazlo con las dos manitas— lo guió para que sus manitas apretaran al mismo tiempo al delfín. —¿Ves? Hazlo así y saldrá mucha espuma— tomó algo de espuma con un dedo y se la colocó en la naricita. Rio divertida.

—Con esa actitud lo único que me das a entender es que me ocultas algo. ¿Es tan malo que quiera saber lo que te ocurrió?— dijo triste cuidando no sonar desafiante.

—¿Es difícil, ángel?— rio. —Mira, intenta con este— tomó una esponja que tenía forma de oso Teddy, la llenó de agua jabonosa y se la dio.

—Primero hablas con Gherard de algo que no quieres que sea de mi conocimiento, después lo haces con Lucien, me dijiste que ese golpe no era nada grave y que te lo hiciste con un buró, para mi ese golpe que tienes te lo dejó algo más grade, esas bebidas no están surtiendo efecto ya y te ves somnoliento, puedes tener una contusión pero tu insistes en que no es nada— se pausó unos segundos. —Jamás habías puesto en duda lo que sé de lesiones, ni siquiera porque estás molesto. ¿Puedes decirme por qué no quieres que me entere de nada?

—Sirenito— dijo riendo mientras se arrodillaba en el tapete de toalla y se recargaba en la bañera para verlo jugar y vigilarlo.

—Si eso hubiera sido no habría actuado con tanto secretismo ni habría hablado de otra cosa que no fuera la vacuna. Se puso tenso en cuanto me vio— suspiró. —Está manteniendo bajo confidencialidad lo que sea que le hayas pedido, la vacuna no es un tema que pueda ocultar de mi, yo trabajo en ella también.

Agachó la mirada unos segundos pero luego volvió a levantarla y la posó sobre sus gafas, donde estarían sus ojos. No tendría por qué haber mencionado eso, él sabía muy bien que intentaba ayudar a Gherard no solo con la vacuna supresora sino con todo lo que pudiera.

—Si no quieres decirme qué fue lo que trataste con él, no me lo digas. Creí que entre nosotros no habría secretos… No voy a invadir tu privacidad, voy a respetarla pero por favor… No quieras hacerme tonta, no lo intentes tampoco…

Volvió a suspirar.

—Solo dime algo, ¿por qué sientes tanta necesidad de ocultarme cosas? ¿He perdido tu confianza?— su voz sonaba triste pero se mantenía estable aún.

—¡Oh! ¿Te entró agüita?— se acercó y tomó la regadera de manguera. —Vamos a ver si de verdad es jabón "cero lagrimitas"— dijo con voz animada para evitar asustarlo más. Si no lo era ya se imaginaba la demanda que podría formular Arkadei contra la compañía y su eslogan. —Déjame ver, guapo— acarició su mejilla mientras le veía los ojitos. —Vamos a enjuagar, ¿sí?— le dejó caer el agua de la regadera como lluvia ligera y le frotó suavemente la carita con la palma de su mano.

—¿Entonces sí soy una más?— contrario a lo débil que se sintió de pronto, se puso de pie. —¿De verdad esa será tu respuesta? Dime, ¿por qué has decidido apartarme así? ¿Para qué me quieres entonces?

—¿Te gusta?— empezó a reír al ver cómo levantaba las manitas. —Vamos a quitarte todo el jabón entonces— dijo sonriendo.

Quitó la tapa de la bañera para que el agua empezara a drenarse, mantuvo la regadera en alto para que le cayera agua y mientras jugaba se le fuera limpiando el jabón.

Lejos de amedrentarse terminó de cerrar la distancia caminando hacia él y quedando quiete frente a frente.

—No tuerzas mis palabras, sabes a qué me refería. Si yo hiciera eso, si te ocultara cosas y te mintiera, ¿qué pensarías? ¿qué sentirías? Me hiere que me digas todo eso, que actúes así pero en lugar de irme siento el deseo de quedarme y saber qué es lo que te ocurre— dijo de pronto sin saber de dónde obtenía aquella valentía que no la hacía alzar la voz. —Te amo y quiero ayudarte, quiero que estés bien, este es el modo que tengo para intentar hacerlo. Si soy importante para ti ya deja de intentar alejarme.

Esperó a que toda el agua se fuera y pasó su mano libre por la piel de Deliel para verificar que no quedara nada de jabón.

—Ya hay que salir, mi vida, te van a salir escamitas y luego qué hacemos— rio y cerró la llave de la manguera.

Tomó una batita del canasto y se la puso, le puso el gorrito y le cerró la batita, le puso también unas pantuflitas de toalla y lo sacó de la bañera.

—Espérame aquí mientras exprimo tu delfín— dijo inclinándose sobre la tina para presionar el delfín contra el fondo y sacarle tanta agua como pudiera.

—Entonces permíteme no sólo estar a tu lado sino ayudarte, cuidar de ti. También estoy para eso, quiero hacerlo— subió sus manos a sus mejillas y lo acarició. —No me lo niegues— pidió con súplica. —Dime por favor qué fue lo que paso, necesito saberlo— le sonrió suavemente, en su voz y mirada había preocupación pero la postura de su cuerpo indicaba que sólo estaba centrada en él y estaba decidida.

—Deliel, espera— dijo apresurándose a exprimir el delfín tanto como pudo, lo envolvió en una toalla gruesa y se lo llevó junto con el delfín de plástico.

No recogió, fue tras Deliel.

—Lo necesito— dijo con seguridad. —Estamos juntos, ¿no es así? Tu me cuidas y yo te cuido a ti. Tu puedes saber cómo estoy y lo que me ocurre sin preguntármelo si así lo deseas pero yo no. La única forma que tengo para saber lo que te ocurre y lo que sientes es preguntándotelo si no estoy cuando suceden las cosas. Si no me dejas saberlo es como si me dijeras que no me necesitas, es como si me excluyeras de tu vida… No lo hagas, no me niegues— pidió inclinando un poco su rostro hacia un lado mientras su pulgar delineaba su pómulo por debajo de las gafas.

Deseaba quitárselas para poder ver sus ojos pero sabía que le lastimaría si le quitaba esa barrera que lo protegía de la luz.

—¡Oh! Mi muñeco— dejó la toalla con el delfín dentro sobre uno de los sofás y se inclinó pero no lo tomó, cargó a Deliel con todo y peluche. —Gracias, ángel— le dio un beso en la mejilla y recogió los delfines. Llevó a Deliel a la cama donde lo sentó al lado de la pañalera que Sigrid le había llevado. —Vamos a vestirte, ¿sí?— dejó la toalla sobre la cama y le dio el delfín de plástico para que se entretuviera mientras ella sacaba lo necesario de la pañalera.

—¡Ey! ¿A dónde?— se estiró hacia él para alcanzar a detenerlo. —Si te me caes de aquí sí te lastimas, ángel— dijo preocupada y se levantó para cargarlo y bajarlo de la cama. —¿A dónde quieres ir?— dijo ya más tranquila y sonriendo mientras sacaba lo último que necesitarían.

—Si me preguntaras te lo diría pero no sin hacerte saber también, las veces que sean necesarias, lo que yo opino de eso. Mi padre puede creer lo que quiera, me duele pero no afecta en mis decisiones. Yo no siento que esté desperdiciando mi vida. Me gustaría adoptar a Deliel pero esa decisión no me corresponde solo a mi, no soy solo yo en mi vida, también estás tu y no puedo pedirte que lo adoptemos porque sé lo que ya cargas, no voy a sumarte más peso solo por un deseo egoista— dijo con voz calma, de forma clara mientras colocaba una mano sobre la que él tenía sobre su mejilla. —Si creo que estoy en segundo plano en tu vida es porque insistes en mantenerme fuera de tus asuntos como lo acabas de decir: no tiene nada que ver contigo el que te cuente o no cada aspecto de tu vida— repitió lo que le dijo. —Aún así aquí estoy. Te amo, te quiero e intento que me dejes saber qué ocurrió. Al negarte tanto sólo me haces creer que lo que te pasó y lo que hablaste con Gherard es muy grave.

—Ay, ángel… Ya sé lo que hiciste— suspiró pero seguía sonriendo. —A ver, vamos— lo sujetó de la manita y lo llevó con ella al baño.

Vio al peluche en la bañera y entendió que quería hacer lo mismo que con el delfín.

—Bueno, ¿también quieres que nade?— lo cargó y lo metió a la bañera que ya no tenía agua, solo residuos de espuma y un pequeño charco de agua. —¿Quieres ayudarle?— le sonrió y le reacomodó la gorrita.

—¿Y no puedes compartir eso conmigo? Sé que es difícil hablar de cosas así pero me preocupa que sea algo en donde esté involucrada tu salud y tu seguridad. No insisto tanto solo porque sí…— se acercó para abrazarlo por la espalda. —Por favor, amor… No lo ocultes más.