10. Deliel: Reclutamiento.

Por un momento sus palabras no tuvieron sentido hasta que vio la forma en que lo protegía.

Entonces descubrió algo más. Esa cosa no era distinta a la infinidad de mujeres que lo anhelan y que harían lo que fuera por hacerse de él. Es algo que nunca olvida pero dadas las circunstancias no la había englobado dentro de ellas.

Aunque no dejaban de ser una amenaza constante y latente, en realidad también le daba cierta gracia que en realidad no supieran lo que vale. Como ella en un principio, caen por su galantería, por su atractiva imagen, por su atrayente energía, su porte y el poder que proyecta, sí, pero en realidad no saben lo que hay detrás, lo que piensa, lo que quiere, lo que desea, lo que le gusta y lo que no, lo que es capaz de hacer sin esperar nada a cambio, lo mucho que necesita ser amado, respetado y tomado en cuenta de verdad, lo protector y detallista que es, su capacidad de convertirse en una plataforma para impulsar a quienes ama, lo increíblemente cariñoso, espontáneo y gracioso que es. Las debilidades que tiene, lo que lo lastima, lo que pesa sobre él, sus temores, sus frustraciones, sus defectos, su verdadera e incasable fuerza de voluntad, lo mucho que se preocupa por mantenerlos a todos a salvo y protegidos, lo feroz que es defendiendo a los suyos y lo que quiere.

Y ella, desde hacía tiempo, es parte y vive todo eso.

Fue elegida de entre una infinidad más. Y sin saber por qué, ni cómo, logró no solo ocupar el lugar a su lado sino formar parte de su vida y él de la de ella.

Y toda esa infinidad, humanas o espectros, no tienen ni idea del verdadero e incalculable valor que tiene ese hombre a quien tanto anhelan. Jamás lo sabrán, jamás lo valorarán como ella lo hace.

Son un solo ser. Una dualidad que vive ayudándose, apoyándose, impulsando al otro, siendo un equipo, amándose desde entonces, ahora y siempre. De eso no hay duda alguna.

Quizás no podría llenarse de energía positiva totalmente pero si lo que quería era ver y sentir que lo ama, con eso no tenía problema alguno. Después de todo jamás ha dejado de hacerlo.

Se inclinó hacia ella de nuevo separándose del tacto de su papá, y colocó sus manos en sus rodillas para poder apoyarse y resistir en esa posición. Inspeccionó su mirada pero luego la ignoró para ver su atuendo.

A su alrededor podía ver de reojo que los espectros lucían más agresivos, pero igual que antes, no le interesó. No podrían tocar a nadie y no darían un solo paso hacia Arkadei tampoco.

—Tú no tienes ni idea de lo que es el amor, de tenerla ni siquiera estarías aquí— señaló las heridas de Arkadei. — De haberlo sentido alguna vez, sabrías que jamás serías capaz de lastimar ni esclavizar a quien dices amar. Solo eres el remedo de una muñeca rota, el recuerdo de una mujer vacía que jamás supo ni sabrá lo que significa amar— le sonrió suavemente pero en su mirada no desaparecía el gesto que evidenciaba lo insignificante que era frente a ella a pesar de su naturaleza espectral y lo amenazante que quería aparentar. —¿Tu vas a decirme a mi que no siento amor?— rio ligeramente. —No somos iguales, de nada te servirá intentar proyectarte en mi, querida— dijo con tono cargado de veneno.

Y a pesar de su postura y tono; sus pensamientos y emociones se mantenían aislados del momento y el lugar fluyendo como siempre lo hacían, manteniéndose constantes, concentrados solo en Arkadei y en todo lo que significa para ella.

El repentino movimiento la sobresaltó pero no lo suficiente, eso era lo que buscaba, quedar tan cerca de ellos y obligarla a separarse de él para atacarla.

En cuanto efectuó el ataque y salió de en medio, estiró sus manos para sujetar lo primero que alcanzara de Arkadei y así hacerle llegar el poder de su madre.

Al tocarlo buscó la mano de su padre, lo sujetó con fuerza y lo jaló para así jalar también a su madre y quedar todos juntos. Ireza fue la última en unirse al grupo y la vio sujetar al leopardo contra su pecho mientras miraba algo en el suelo y elevaba su mirada al techo con mucha atención.

Ella siguió su mirada esperando encontrar alguna nueva amenaza pero lo que vio fueron dos dibujos tallados en el centro de toda la construcción. Uno en el suelo que tenía en su centro una marca roja y el otro, mucho más complejo, en el techo exactamente sobre el de abajo.

No iba a detenerse para preguntar pero sabía que algo pretendía hacer con ellos, el lugar, y sus "habitantes".

Tampoco esperó a que aquella cosa o los espectros se dieran cuenta y pensaran en cómo atacarlos dado que no podían tocarlos.

Inmediatamente abrió un puente pensando en la cama de la habitación contigua a la de Deliel, no perdería tiempo en llevarlos a todos hasta el portal, haría que la gravedad hiciera todo.

—Papá, revísalo— dijo apresurada llevando sus manos a las heridas del pecho de Arkadei. —Su energía y lo que le hizo, ¿cómo está?— siguió preguntando llevando su vista a su papá y luego a Arkadei. —Mamá— la llamó.

Su madre se dedicó a revisar la muñeca de Arkadei mientras tanto.

—Gracias...— suspiró aliviada. —Gracias— volvió a repetir ahora mirando a su papá a los ojos y se acercó a él para abrazarlo. —Gracias— dijo de nuevo y escondió su rostro en su pecho y suspiró otra vez.

Su madre había atado la funda de una almohada en la muñeca de Arkadei y ahora revisaba las heridas de su pecho y con otra funda las palpaba buscando cualquier residuo que hubiera quedado.

Ireza había entrado al baño y vuelto con el botiquín básico que había en todos los baños.

—Tu lo encontraste, tu me enseñaste todo lo que sé sobre ese mundo, también a mamá, de no ser por ti...— Lo abrazó con fuerza y se quedó así un momento, en silencio. —Estaba muy asustada...— confesó.

—Eso me hubiera encantado hacer pero no tengo ese poder...— dijo con frustración.

Tan concentrada estaba en las heridas de Arkadei que casi no oye a su marido. Volteó a verlo y luego a su hija.

—Lo que hiciste allá fue muy peligroso— dijo en tono de reprimenda. —Temí lo peor cada vez que te alejabas de tu papá— dijo molesta. —Pero fue increíble…— admitió y suspiró con alivio. —Lo hiciste muy bien, te pareces a tu papá— dijo sonriendo. —No hay quién los detenga— asintió. —Tanto Arkadei como yo, somos muy afortunados por tenerlos.

Volteó a ver a su marido y le sonrió agradecida, después hablaría con él y le haría saber lo impresionada que estaba y lo aliviada que ya podía sentirse. Necesitaba hablar con él, abrazarlo y subsanar esa necesidad que tenía por sentirlo cerca y a salvo junto a ella.

En el momento en el que Desirée se adelantó y empezó a hablar, ella se quedó quieta y observó todo lo que los rodeaba. Cada espectro en el que posaba la mirada era aún más horrible que el anterior y en ese momento no pudo evitar pensar en la división o jerarquización que tendrían contra el espectro que acosaba a Deliel.

Debían ser similares pero, ¿hasta qué punto? Estos no se veían afectados ni mínimamente por el leopardo, en cambio, la que los había atacado horas antes huyó tan pronto como lo sintió.

Y el espectro que tenía a Arkadei parecía también muy distinto a los demás. Ninguno se atrevía a acercarse de más y ella parecía tener conciencia, sabía lo que hacía y sabía lo que decía. Actuaba con razonamiento a pesar de todo y supo identificar a su enemiga. A todos los demás los ignoró.

Escuchaba las palabras de Desirée y algo caló en su interior pero se obligó a no prestarle atención en esos momentos.

Se concentró entonces en Arkadei. Lo había dado por perdido y de no ser por Alejandro hubiera sido una realidad.

Estaba herido y en el suelo se había formado un charco de sangre, aquella cosa pretendía no solo alimentarse de él sino matarlo y quedárselo. Comenzó a sentir ansias pues Desirée se estaba tardando demasiado en actuar pero se obligó a esperar, observar y estar lista para cuando se abriera una oportunidad.

Mientras esa cosa estuviera materializada para poder herir a Arkadei, ella tendría fracciones de segundo para atacarla antes de que retomara su propiedad inmaterial. En eso se concentraba, preparada para saltar en cuanto bajara la guardia.

Desirée la estaba provocando pero no parecía que surtiera efecto hasta que los espectros a su alrededor se alteraron y la cosa la volteó a ver por fin como si de pronto se hubiera dado cuenta de que estaba ahí también. Alternaba la mirada y eso no le convenía. Jamás le convenía ser notada, perder el factor sorpresa, el dejar de ser una sombra, el ser vista o escuchada solo le causaba problemas y la limitaban.

Si las cosas seguían así esa cosa se haría tan fuerte que nada de lo que hicieran serviría, mataría a Arkadei y el resto de espectros se alimentarían de los residuos. Acabarían siendo una amenaza contra la que no podrían.

Pero ese espectro, el que parecía tener la mayor jerarquía de entre todos, estaba concentrado más en Arkadei y en Desirée. A momentos ella salía de su enfoque, eso tenía que aprovecharlo.

Su mirada bajó al leopardo que no se había separado nunca de ella y jamás había dejado esa postura de depredador tenso y listo para actuar.

Tenía que hacer algo, debía contribuir con algo…

Entonces recordó, al ver la sangre de Arkadei, que eso debía estar también atrayendo a más y más espectros. Su sangre… su energía… Podía usarla como sebo.

Llevó su mirada al techo, al suelo y los muros y descubrió que podía hacer algo, que se prestaba para crear una trampa que muchos estudios ocultos estaban de acuerdo en que funcionaba. Y por las palabras de Alejandro así debía ser.

Si todo era energía en ese mundo, entonces eso manipularía.

Se ubicó en tiempo y espacio y se concentró en lo que quería hacer. En su mente trazó dos dibujos al mismo tiempo, horizontales, superpuestos uno encima del otro. Una vez bien detallados y definidos, orientados como debían, hizo uso del poder de su hermano para plasmar los dibujos en el suelo y en el techo al mismo tiempo, justo en el centro de todo el lugar.

Los trazos tallados en el suelo eran las claves de Salomón pero juntos, formaban la trampa del diablo y aunque en teoría eso debía ser suficiente, no se conformaría con eso. No iba a arriesgarse a que alguno de esos espectros, demonios o fantasmas los siguieran cuando lograran escapar.

Hizo coincidir las líneas y vértices de los sellos con un cruce de líneas Hartmann y Curry, líneas que sabía dónde estaban gracias a la orientación del edificio y el cementerio con respecto a la ciudad. Los sellos actuarían como un nudo usando ese cruce para así prolongar su efecto indefinidamente reciclando la energía de los espectros y la que fluía por las líneas en un circuito infinito que se alimentará a si mismo. Esa trampa sería un imán y una prisión al mismo tiempo.

Lo único que necesitaba era el cebo y cerrar el circuito con una pequeña línea de menos de medio centímetro y así quedaría activado.

Ya sabía qué usar: lo que sería irresistible para todos. Manipulando de nuevo el poder que no le pertenecía, guió la sangre en el suelo hasta el centro del sello carnada, solo necesitaba que la figura del escorpión se llenara de sangre.

Una vez hecho comenzó a recoger el resto de la sangre convirtiéndola en perlas similares al mercurio que buscaban juntarse entre sí sin dejar rastro detrás, cuando reunió toda y solo quedó la que quedaba atrapada en la ropa de su hermano, hizo que la sangre, como si de una serpiente se tratase, tocara su piel para adquirir el poder que Sigrid le daba y entonces pudiera subir hasta su mano en donde se convirtió en una gema idéntica a un rubí pero de un color mucho más oscuro, y ciertamente más hermoso. Lo apretó en su mano y en ella la ocultó fuera de la vista y el alcance de quien fuera.

Le preocupó que, dada la habilidad de Alejandro, también quedara atrapado en la trampa una vez que la activara pero Sigrid ya se estaba encargando de protegerlo al mantenerlo afectado con su poder así que no tendría que modificar los trazos realizados para dejarle una vía de escape que solo él pudiera usar.

Durante todo ese tiempo había permanecido con la mirada fija en aquél espectro y su hermano esperando esa oportunidad que quería. Oportunidad que llegó pero no fue ella quien la pudo aprovechar.

Fue jalada por Sigrid pero ella se estiró hacia el lado contrario para alcanzar a sujetar al leopardo con un brazo usándolo como gancho dado que no podía abrir la mano por lo que resguardaba en su interior. Lo apretó contra su pecho para evitar que de nuevo se apartara de ella y en cuanto vio que todos estaban juntos y esa cosa lejos, activó el sello trazando la última línea que cerró el circuito justo antes de que el puente debajo de ellos los tragara.

Rebotó en la cama y fue a dar al piso pero pudo reaccionar a tiempo y logró caer de pie.

Dada las rápidas atenciones que su hermano recibió se vio obligada a mantenerse apartada. Bajó al leopardo y se sintió aliviada en cuanto Alejandro y Sigrid revisaron a Arkadei y concluyeron que estaría bien.

De todas formas fue por el botiquín para ayudar a Sigrid a atender las heridas pero se mantuvo apartada luego de eso.

Al ver la situación actual, lo que había pasado, y lo que ella había hecho. Se dio cuenta de que en realidad era mínimo lo que conseguía hacer para ayudar a su hermano. Todo era resuelto por Desirée y su familia…

Observó y recordó lo que había sentido. Desirée peleaba día a día por Arkadei. Aunque le doliera y costara admitirlo, se lo ganaba todo el tiempo, y era por eso que no la podía soportar.

Sabía que había perdido a su hermano frente a ella y no tenía ni siquiera derecho a decir nada en contra.

Envidiaba eso, admiraba esa parte de Desiree que la mostraba fuerte, segura y decidida. No se detenia por nada, ante nadie.

¿Alguna vez podría ella adquirir esa fuerza? ¿Podría ser mejor que Desirée cuando le tocara estar en esa posición el día que tuviera a alguien tan importante como lo es Arkadei para Desirée?

No, sabía que no podría… Después de todo ¿no había sido ella quien casi mata a su propio hermano?

Escuchó y vio a Alejandro salir de la habitación. Tenía que hablar con él y agradecerle lo que había hecho por Arkadei y también por ella.

Vio a su marido salir de la habitación y después volvió a revisar los signos vitales de Akadei. Y como con Deliel, estaban bajos pero se mantenían constantes.

Vio de reojo que su hija se acercó y se sentó al lado de Arkadei para hacer lo mismo que ella, sentir sus signos.

—Ya paró el sangrado, solo quiero limpiar las heridas y atenderlas bien— le informó.

—Lo haré yo, lo llevaré a nuestra habitación, ahí lo terminaré de atender.

—¿Cómo vas a llevarlo? Tu sola no podrás…

—De la misma forma en como nos traje aquí, podré hacerlo con más cuidado y más exacto— dijo sin voltear a verla pues se concentraba en Arkadei.

—¿Necesitas ayuda con algo?— preguntó pues era obvio que no podría hacerlo todo sola.

Pero su hija negó con la cabeza.

—Puedo encargarme de todo, gracias— en ese momento fue que la miró. —Vendré por Deliel después de terminar de atenderlo.

—Estará bien, si quieres puedo quedarme con Deliel, tu también necesitas descansar— dijo acariciando su mejilla.

—Hay algo que quiero empezar a intentar desde ahora… Quizás pueda lograr que Deliel tolere la cercanía de Arkadei si funciona…

—De acuerdo… Mientras tanto lo estaré cuidando.

—Gracias…

Se puso de pie y vio como un nuevo puente se creaba debajo de ellos, en menos de un segundo desaparecieron.

Volteó a ver a Ireza. Su vista parecía perdida en el punto donde había estado su hermano hasta entonces así que para llamar su atención se acercó a ella y tocó su hombro.

—Está bien, tranquila— dijo con tono calmo. —Solo necesita descansar.

Ireza la miró por breves segundos, sonrió suavemente y se agachó para recoger al leopardo.

—Gracias por todo, Sigrid, de no ser por ustedes no hubiera recuperado a mi hermano…

—No hay nada que agradecer, bonita, para eso estamos— le sonrió con ternura.

—¿Puedo quedarme un momento con Deliel? Sé que no puedo hacer nada por él pero aún no quiero separarme de él.

—No tienes que pedir permiso, claro que puedes quedarte con él, ¿vamos?— ofreció direccionando su cuerpo hacia la salida de la habitación.

Ireza asintió y fue la primera en comenzar a caminar.

Una vez en la habitación y con Arkadei sobre el colchón, lo primero que hizo fue encender las lámparas de luz cálida y asegurarse de que todas las cortinas estuvieran cerradas.

Se dirigió al baño en donde puso dos cubetas a llenar con agua caliente. Mientras se llenaban regresó a la habitación y buscó la maleta-botiquín completo que suele tener guardado bajo la cama. Buscó lo que necesitaba y dejó abierta la maleta junto a la cama cerca de ella, acercó un cesto de basura también.

Regresó al baño para cerrar el agua y cargó las cubetas hacia la habitación. Se llevó también un canasto con esponjas.

En un balde mezcló el jabón líquido aséptico que obtuvo del botiquín y dejó dos esponjas grandes cargándose de esa agua jabonosa higienizada.

Fue hacia el baño de vuelta y de las botellas de cristal cortado que tenía junto a las sales de baño y las esencias aromáticas, tomó cuatro con hojas y flores secas distintas en cada una: pasiflora, jazmín, valeriana y manzanilla.

Vació todas las hojas y flores en el otro balde de agua caliente y llenó con ella una jarra de cristal que usaban para contener agua purificada.

El agua caliente hidrataría y sacaría todas las propiedades de las plantas pero necesitaba que se enfriara antes de usarla, la de la jarra la requería aún más fría así que sacó un parche de gel congelante que activó magullándolo entre sus manos y lo colocó dentro de la jarra.

Fue hacia el vestidor mientras el agua estaba lista; tomó ropa interior y sólo un pants negro de tela fresca, holgada y suave.

Al regresar a la cama lo primero que hizo fue deshacerse de toda su ropa cortándola en áreas específicas para desarmarla y, con cuidado pero con fuerza, fue jalando toda la tela de debajo de su cuerpo hasta apartarla de él. Casi se trae también la sábana con esos movimientos pero ésta resistió aún bajo su cuerpo.

No soportaba verle esa ropa puesta y no iba a dejar que la siguiera usando por más tiempo. La tiró en el cesto enseguida y una vez que su piel estuvo libre de toda la porquería que aquella cosa le hizo vestir, y haciendo uso del agua tibia jabonosa y las esponjas, se dedicó con mucha suavidad pero con gran esmero, a limpiar su piel centímetro a centímetro hasta asegurarse de que ningún residuo quedara pegado a él. Se deshizo del jabón usando esponjas nuevas cargadas con el agua infusionada que aún estaba cálida.

Con mayor cuidado hizo lo mismo con sus heridas las cuales removió un poco para asegurar una mayor limpieza. Algo de sangre comenzó a brotar de nuevo pero enseguida la detuvo con las gazas que ya tenía listas. La misma atención le dedicó a las heridas que había recibido antes: la que le hizo el espectro de Deliel cuando lo encontraron y la que tenía en la frente. Aunque ya casi no había rastros de ellas, eso no le interesó, las atendió como si aún estuvieran recién hechas.

Cubrió cada herida con una mezcla de polvo antiséptico, sábila y miel que no solo detendrían el sangrado formando una costra elástica sino que asegurarían mayor velocidad de cicatrización. Y no las cubrió, las dejó libre de todo para que se oxigenaran y curarán más rápido aún.

Sustituyó la almohada donde reposaba su cabeza por varias toallas gruesas y lavó su cabello con agua jabonosa y después enjuagó con el agua fresca de la jarra. Secó su cabello con una toalla seca y luego se deshizo de las húmedas para colocar en su lugar una almohada nueva.

Limpio y atendidas las heridas, y no sin algo de dificultad, lo vistió solo con la ropa interior y el pants que había elegido. Palpó la sábana y el colchó debajo y alrededor de él, buscaba saber si se había mojado pero gracias a la propiedad absorbente de las esponjas y el uso de las toallas, no tuvo que preocuparse por nada pero aún así se deshizo de la sábana de la misma forma que hizo con la ropa.

Colocó una nueva batallando y tardándose mucho más que lo que lo hizo con su ropa pero no le importó, lo quería limpio, cómodo y sin nada cerca que tuviera que ver con lo que había pasado.

Lo cubrió con una sábana suave y cálida antes de ir por las versiones aceitosas de las plantas que había usado.

Buscó el quemador de aceites aromáticos y lo colocó en el buró al lado de Arkadei. En el platillo mezcló todos los aceites y debajo colocó una vela blanca que encendió para que comenzara a calentar el platillo de metal.

Recogió todo y lo que usó para limpiarlo, la ropa, y la sábana, que estaban cargadas de todo lo que no deseaba cerca de él, lo metió en el cesto y salió de la habitación con todo eso y una botella de alcohol.

Así fuera un recorrido largo se encaminó hasta los jardines traseros pasando por la cocina de donde obtuvo una caja de cerillos, buscó un contenedor de metal, vació todo lo que llevaba en el, vertió el alcohol y le prendió fuego. Con ello no solo buscaba deshacerse de todo usando la propiedad purificadora del fuego sino también, emocional y psicológicamente, quemar todo lo putrefacto, lo aterrador y enfermizo que la invadía al recordar lo cerca que estuvo de perder a Arkadei.

Había logrado bloquearse y enfocar su energía y concentración a lo que se necesitaba para no alimentar y fortalecer las amenazas que casi le quita a su amado. Pero ahora que ya estaba a salvo, ahora que ya podía pensar y dimensionar lo que pasó, estaba aterrada…

Un paso en falso, un solo descuido… hubiera sido más que suficiente para perderlo para siempre…

De no haber sido por su papá… por su mamá… De no haber llegado a tiempo… Todo hubiera terminado…

Y aún que ya estaba con ella, aunque pareciera que iba a recuperarse… No podía estar segura… ¿Quién podía asegurar que no volvería a pasar? En realidad no sabía con exactitud en qué condiciones estaba su amado…

Estaba preocupada, tenía miedo y no se sentía segura de nada…

Regresó a la habitación con Arkadei y se metió a bañar. Lavó su cuerpo con fuerza y el mismo esmero que usó para lavar a su pareja. Ahora y como con el fuego, intentaba deshacerse de todo lo que no la dejaba en paz.

Deseaba recuperar su tranquilidad, su seguridad y bienestar pero eso solo lo obtendría cuando Arkadei despertara y estuviera recuperado de todo.

Una vez que se vistió volvió a salir de la habitación apagando todas las luces dejando solo la que brindaba la pequeña llama del quemador de aceites.

Se encaminó de vuelta a la habitación donde estaba Deliel. Quería ir por él, necesitaba tenerlo con ella y con Arkadei.

Si bien las cosas parecían estar bien, no estaba tranquila y no dejaba de sentir que no había ayudado en nada. La única gracia que hizo fue gastar tiempo y energía de Arkadei para trazar los sellos que ni siquiera sabía si habían funcionado.

Escuchó la conversación de Sigrid y Gherard, sonaban muy optimistas. Quería pensar así también, sentirse tranquila creyendo que Deliel ya estaba a salvo… Pero no era así. Ver al leopardo le recordaba que no sería así.

Deliel lo creó pero no lo creó para él sino para ella. Había gastado casi toda su energía vital para crearlo para que la protegiera, a ella… no a él…

Los miedos no se superan fácil, los traumas menos, y ahora ya no solo temía por él sino por todos los que lo rodeaban, a los que ya les tomó cariño. No dejaría de pensar que aquella cosa podría lastimarlos, la había visto hacerlo muchas veces, no se le olvidaría…

¿Qué pasaría cuando volviera a verla y temiera como siempre aunque no pudiera tocarlos? ¿Qué pasaría cuando quisiera protegerlos a todos y a cada quién le creara un guardián…?

No… no podía dejar que se llegar a eso. Tenía que encontrar otra manera de ayudarlo, de detener esa cosa. Akadei encontró una forma, una que casi acaba con su vida con ayuda de ella… Debía encontrar otra, tenía que.

—La más pequeña es Polaris, el más grande es Alioth— respondió a Alejandro.

—No sabemos qué será lo mejor sino hasta que vuelva a aparecer esa cosa pero definitivamente no saldrá nada bueno de aislarlo— respondió a la pregunta de su marido. —Ni Desi ni yo lo queremos allá lejos y solito.

—No debería estar solo ni siquiera si está cuidado por los osos, sería comenzar de nuevo— comentó Gherard.

—Si se queda solo pensará que esa cosa nos hizo daño y no lograremos que comience a hacer progreso alguno— dijo Ireza sin dejar de ver a Deliel. —Esa cosa huyó en el momento que apareció el leopardo, Arkadei me confirmó que no lo soporta. Mientras esté cerca de Deliel, no se atreverá a rondarlo, quizás si se queda con él, ese espectro no podrá alimentarse de Deliel.

—Entonces lo mejor será que se lo entreguemos y que Deliel se encargue solo de ella— dijo con sarcasmo y enojo contenido apretando sus puños con fuerza.

No levantó la mirada pero quería hacerlo. No se atrevía porque les debía el que hubieran encontrado a su hermano.

—¿Qué crees que debemos hacer, Alejandro?— dijo Gherard casi de inmediatamente después de que ella hablara en un claro intento de desviar la atención hacia él.

Le agradecía el intento por evitar una discusión pero el asunto no terminaría ahí.

—Eres el que tiene más experiencia y conocimientos sobre el tema, si hay algo que creas que podría funcionar deberemos intentar eso antes que nada— dijo con un tono tan neutral y racional que la desesperó al punto de obligarse a levantarse de la cama para alejar toda esa energía negativa y hostil de Deliel.

Se acercó a la ventana cerca de la cama y miró a través de ella, hacia el paisaje.

—Los tiene…— respondió luego de algunos segundos. —A Desirée ya le tocó verlo dormir intranquilo y despertar llorando y asustado, a mi también…— volteó a ver a Ireza esperando que dijera algo pero no lo hizo, seguía viendo hacia afuera.

Pero aún así sabía que ella también había visto que Deliel tenía pesadillas.

Fue tras su marido y apresuró sus pasos para alcanzarlo.

—Amor, Alejandro, espera— lo alcanzó y lo sujetó del hombro para detenerlo y poder ponerse frente a él para evitar que siguiera avanzando. —No debió decir eso pero tampoco puedes irte así, me haces pensar que harás algo peligroso y no voy a soportar que algo malo te pase— dijo preocupada.

—Si dejaras de insultarlo tendrías mejores resultados con tu hija y mejores acercamientos con Ireza— colocando sus manos en sus mejillas. —No niego que sea muy precipitado y se vaya a los extremos siempre pero si lo hace es porque cree que así debe hacerlo. Si a veces pareciera que no piensa las cosas es porque nos antepone a todos antes que su propia seguridad. Lo hace por el bien de todos, amor. ¿Qué crees que hubiera pasado si él no se hubiera encargado de ese monstruo? Ireza, Desirée y yo estábamos ahí cuando apareció pero fue por él y por Deliel que nada nos pasó— dijo con tono calmo y suave.

Besó de vuelta sus labios y luego, con los pulgares, peinó su bigote.

—Tienes que admitir, aunque te cueste, que no es un "pendejo" como crees— sonrió. —No es justo que lo juzgues así solo por viejos resentimientos y celos.

Suspiró y bajó sus manos a sus hombros.

Si nadie cedía, nadie avanzaría. La terquedad nunca era buena pero hasta ahora no se había dado cuenta de las consecuencias que eso traía.

—Estás apartando a tu hija por estar aferrado a ese rencor… Y a mi también me duele que lo trates así y no veas lo mucho que Arkadei la ama y protege. Sabes tan bien como yo que lo que pasó nos pudo pasar a cualquiera… Yo también estuve a punto de hacer lo mismo cuando recién despertó mi factor… Motivos no me faltaban para no querer nada con nadie.

Bajó sus manos y desvió la mirada unos segundos antes de volver a verlo a los ojos.

—Si sigues así…— suspiró y negó con la cabeza. —No volveré a hablar de esto…— le sonrió y miró con tristeza.

No lo estaba defendiendo porque lo viera como la persona que los dirige y protege sino como si fuera su hijo… Y sabía que no debía ni podía pensar así de él, ni Arkadei se lo había permitido ni Alejandro estaría jamás de acuerdo.

Eran solo sus deseos de ser madre los que salían a relucir sin que pudiera detenerlos. Y le dolía pero ya estaba acostumbrada a que se le negara ese deseo.

El comentario, lejos de tranquilizarla, le cayó como agua fría. El estómago se le fue al piso al entender a qué se refería.

Desvió la mirada en un reflejo por ocultar lo vidrioso de sus ojos y se apartó de él para evitar que la mirara. Asintió por pura acción automática y caminó de regreso a la habitación.

"Asuntos que se arreglan entre hombres". Repitió en su mente.

"No te metas". Eso había significado…

Se lo dijo de forma amable pero en realidad eran palabras de un duelo declarado en el que no quería que ni ella ni Desirée estuvieran presentes, tampoco que se enteraran…

Tenía que hablar con Desirée. Tenía que llevarse a Alejandro lejos de Arkadei. No les hacía bien a ninguno de los dos estar cerca.

Regresar a México con él, eso debía lograr.

Por momentos volvió a sentir que la tierra se la tragaba, una sensación que era un resquicio del miedo que le llegó a tener a su poder. Bajó la mirada al suelo y aunque lo vio lejos, sí podía sentirlo firme, ella también estaba firme. No pasaba nada, solo había sido una jugarreta de su memoria.

En la habitación ya no estaba su padre. Su madre estaba sentada junto a Deliel, Gherard ajustaba el contador de una bolsa de suero colgada de un percho de metal. Ireza estaba sentada en el sofá, viéndolos; los dos ojos estaban sentados en el suelo junto a la cama como en modo de espera viendo a Deliel.

—¿Qué ocurre?—preguntó molesta. —¿Qué hacen?— se acercó con paso decidido hacia la cama y pudo ver que el suero estaba conectado a Deliel.

—Intentamos ayudar a que recupere fuerza más rápido— dijo su madre con un tono tan neutro que por momentos la desconoció.

—Con dormir es suficiente para que descanse y se recupere—dijo áspera. —Desconéctenlo.

—Lo haremos en unos minutos, una vez que esté hidratado y las vitaminas empiecen a hacer efecto.

—¿Cuáles vitaminas?

—Las que necesita para recuperarse, le suministré algunas básicas para ayudarlo a asimilar mejor la comida que le damos, tendrá más apetito y podrá nutrirse mejor si absorbe todos los nutrientes de mejor forma.

—¿Por qué necesitan que se recupere más rápido?— preguntó desconfiada.

—Necesitamos darle más tiempo…— dijo su madre sin voltear a verla. —Que termine de recuperarse y tome más fuerza antes de que esa cosa regrese y aproveche su estado para robarle toda la energía.

—Eso no fue lo que planeamos— levantó la voz, enojada.

—No, pero no tenemos una mejor opción. Deliel es muy pequeño y demasiados son sus traumas, si encima está débil, esa cosa le arrebatará lo que tenga de energía y se liberará antes de que nosotros volvamos a detenerla— dijo ahora volteando a verla. —No podemos dejar que lo haga.

Aunque muy dentro de ella sabía que era verdad y que esa era una opción viable, no lo aceptaba y no soportaba la idea de que volviera a recibir la vacuna tan pronto. No podía soportar verlo conectado a un suero, sin moverse, inconsciente…

Se le anudó la garganta y volteó a ver a Ireza. También la desconoció. Por un momento creyó que si alguien se hubiera opuesto a esa decisión, esa hubiera sido ella. Pero estaba ahí, sentada sin hacer nada como siempre.

—Me lo voy a llevar— sentenció.

—Aun no, Desi— negó su madre. —Espera unas horas…

—¿Desde cuándo se hicieron con el derecho de decidir qué hacer con él? ¿Quién les dio ese derecho?— remiró acusatoriamente.

—Nadie, Desirée, pero no se trata de eso. Creemos que es la mejor opción que podemos tomar por el momento— dijo Gherard acercándose a la cama. —No nos gusta pero si no lo hacemos podríamos perder a Deliel mucho antes de lo que creíamos…

Volteó a verlo como si de un extraño se tratara.

—Antes de aplicarle la vacuna, te llamaré, no se la pondremos si tu no estás con él— aseguró su madre.

Volteó a verla de nuevo y pudo ver en sus ojos lo que ya había notado en su voz. Algo había pasado y estaba tragándose las ganas de llorar.

Su padre no estaba… Algo definitivamente había pasado…

—Estaré con Arkadei…— dijo inclinándose hacia Deliel y besó su frente. —Esta es la primera y última vez que toman una decisión sobre Deliel sin mi consentimiento— dijo con tono frío.

Se alejó de la cama sin ver a nadie más que a Deliel. Salió de la habitación y regresó con Arkadei.

*****

De regreso en la habitación pasó directamente hacia el baño cuidando sus pasos y sin encender ninguna luz.

Se refrescó el rostro con agua helada buscando obligarse a deshacerse de todo aquél estrés y miedo. Ahora más que nunca debía bloquearse de emitir o atraer energía negativa no solo por Deliel sino también por Arkadei.

El momento del desahogo o de la asimilación lo tendría después, por ahora debía centrarse en mantenerse bien para al menos no empeorar todo.

Confiaba en su madre y en Gherard, sabía que no hacían las cosas sin pensar ni por precipitados o por desesperación. No era eso lo que le molestaba, lo que la hacía sentirse así era que no la habían incluido en la decisión que tomaron.

No le habían preguntado ni pedido su aprobación…

¿Por qué tendrían que hacerlo? No era su madre, no tenía ningún derecho sobre Deliel…

Liberó su cabello de la liga que usaba y salió del baño. Tenía que ponerse a hacer algo o apagarse para no recaer de nuevo en pensamientos que no servirían más que para regresar a lo mismo.

Fue hacia el vestidor y buscó una pijama a tientas, solo tomó el vestido sin saber qué color era ni el diseño, solo le interesaba que fuera cómoda, y se cambió de ropa ahí mismo.

Cerró toda puerta y ventana para evitar que se colara algún ruido o la luz. Revisó que todo estuviera recogido y entonces subió a la cama y se metió debajo de la sábana para recostarse junto a su pareja.

Revisó de nuevo sus signos vitales y no dejó de hacerlo sino hasta que comprobó que seguían estables, débiles… pero estables.

Pegó su cuerpo al de él descansando su cabeza en su hombro, lo abrazó cuidando no rozar la herida y entrelazó su pierna con la de él. Necesitaba descansar un poco pero no lo lograría si no estaba junto a él.

Quería tener a Deliel entre ellos, acostumbrarlo de alguna forma a la presencia de Arkadei o familiarizarlo con su aroma. Poco a poco hasta que pudiera verlo y tolerarlo…

Pero se lo habían impedido…

Se levantó un poco, lo necesario para alcanzar los labios de su amado y lo besó, con suavidad, con lentitud prolongada. Bajó para besar su quijada, barbilla y luego su pecho antes de volver a recostarse, acurrucarse y cerrar los ojos para intentar dormir un poco.

Le dolía ver cómo inyectaban tantas cosas en Deliel sin que él pudiera defenderse o protestar. Sabía que eran solo cosas que le harían bien, confiaba en Sigrid y en Gherard pero aún así no le gustaba verlo tan indefenso, tan ausente…

Vio entrar y salir a Desirée, la escuchó pero no dijo nada al respecto. Estaba furiosa como lo estaba ella también, estaba frustrada así como ella. La entendía pero no había nada que pudiera decir o hacer.

Querían asegurarse de que Deliel pudiera recuperarse más rápido pero no había tiempo, en cuanto recobrara algo de fuerza podría su inconsciente empezar a generar aquellas pesadillas que no lo dejan en paz y cuando eso comience, será suficiente para que el espectro aparezca.

Tenían que ganar tiempo de algún modo. Tenían al leopardo junto a Deliel, eso aseguraría que aquella cosa no pudiera ni quisiera acercarse demasiado pero temía que se las ingeniara para lograr burlarlo. No, no podía dejarle todo el trabajo al leopardo, ella tenía que hacer algo.

Por algunos minutos su memoria trabajó a marchas forzadas intentando dar con algo que pudiera servir como intento de alejar o retrasar la aparición del espectro.

Dio con algo pero, igual que antes, no podía estar segura de si funcionaría.

Se levantó del sofá y se acercó a la cama metiéndose entre los osos que parecían sólidos y pesados guardianes que esperaban a que Deliel pudiera despertar y pudiera verlos. Parecían pacientes pero ansiosos por empezar a cuidar de él.

Alcanzó una jeringa y la sacó de su paquete plástico para obtener la aguja. Subió la camisita de Deliel para despejar su torso y se pinchó el dedo corazón con la punta de la aguja para provocar un sangrado.

Sigrid reaccionó asustada pero ella no se detuvo de hacer lo que pensó, sería algo que le daría a Deliel la protección que necesitaba al menos por un tiempo.

Dibujó una pentagrama sin despegar el trazó de la piel de Deliel hasta que rodeó la estrella con una circunferencia y encerró todo en una más grande. Volvió a pincharse el dedo para obtener más sangre y en cada espacio entre punta y punta, y en el espacio entre los dos círculos, realizó distintos símbolos sin despegar el dedo imitando el fluir de la energía que quería utilizar para envolver la que Deliel estaba recuperando. Intentaba crear un candado que protegiera a Deliel y le permitiera recuperar energía sin que nadie ni nada se la arrebatara por tanto tiempo como se pudiera, intentaba que así aquella cosa no apareciera, que se retrasara aún más.

Terminado el sello y luego de que la sangre se secara, bajó su camisita.

No explicó lo que había hecho porque no sabía si lo entenderían o si funcionaría. Se retrajo de nuevo al sofá y ahí se quedó, recostada, cansada pero incapaz de dormir.

—Me retiraré, Sigrid— dijo Gherard. —Regresaré cuando haya que inocularle la vacuna.

—Gracias Gherard, siento tener que mantenerte despierto— dijo Sigrid sonriendo ligeramente.

—No te preocupes, también quiero estar al tanto de Deliel— respondió devolviendo su sonrisa. —Estaré al pendiente a través de Polaris y Alioth.

Sigrid asintió y la vio recostarse junto a Deliel en cuanto Gherard salió de la habitación y cerró la puerta.

Subió la mirada hacia el lugar donde el leopardo fijaba la de él. No podía ver nada pero el lenguaje corporal del felino le decía exactamente lo que estaba viendo.

Se levantó y se acercó a la cama para alcanzar a Sigrid y despertarla.

—Sigrid, Sigrid despierta— le apuró. —Gherard, ya, tienen que ponerle la vacuna— dijo viendo a Polaris y Alioth.

—¿Ireza? ¿Qué pasa?— preguntó Sigrid despertando lentamente.

—Esa cosa, está empezando a aparecer, el leopardo ya la ubicó— dijo apurada.

—Voy para allá— se escuchó la voz de Gherard desde Polaris.

—¿Dónde…— empezó Sigrid pero no terminó.

Ambas voltearon a ver hacia el lugar donde el leopardo tenía la vista fija.

—Rápido— exigió a Gherard mientras se enderezaba. —Ireza, moja una toalla con agua caliente y tráela— ordenó.

Se apresuró y cuando regresó con el encargo vio que Sigrid ya había acomodado a Deliel bocabajo y masajeaba su espalda. Le entregó la toalla y Sigrid la dobló para así continuar con el masaje directamente sobre su piel.

Segundos después Gherard entró a la habitación llevando una caja de metal plateado. No dijo nada, vio a Sigrid y de inmediato se puso a preparar la vacuna.

—Ireza, voy a necesitar que mojes otra toalla, esta vez que esté más caliente, ayudará a bajar el dolor.

No discutió. Se apresuró sin dejar de alternar la vista entre Deliel y el lugar donde el leopardo señalaba la amenaza.

Cuando regresó ya Gherard había inyectado más de la mitad de la vacuna. Se acercó despacio, sin dejar de ver la aguja insertada en la columna de Deliel, le dio la nueva toalla a Sigrid y esperó.

Gherard, con precisión matemática, había aplicado la vacuna y ahora retiraba la aguja. Sigrid cubrió el área de la punción con la toalla y siguió masajeando.

—Lo cálido hará que el cuerpo no se inflame, el dolor se reducirá un poco y la sangre se producirá más rápido llevando la vacuna a todo el cuerpo, el efecto tardará menos en activarse— le dijo Gherard mientras guardaba todo.

—Se fue…— dijo a ambos mientras observaba la forma en que el leopardo actuaba ahora. —Ya no está, se fue— repitió ahora al tiempo que se agachaba para cargar al felino y así poder abrazarlo.

Se sentía aliviada por ese lado pero le preocupaba el estado de Deliel.

—¿Cómo está?

—Débil…— respondió Sigrid. —Su recuperación se pausará hasta que pase el dolor.

—Podemos mantenerlo con suero y soluciones glucosadas— dijo Gherard.

Vio a Sigrid asentir.

—Preparé una basándome en los resultados del análisis de sangre que le hice hace algunas horas. Iré por ella.

—Gracias— asintió Sigrid.

Gherard se fue, Sigrid cargó a Deliel y lo acunó entre sus brazos antes de volver a recostarse con él. Ella regresó al sofá pero esta vez con el leopardo en sus brazos.

—Desirée quería que le llamaran cuando le fueran a inyectar la vacuna…— dijo a Sigrid.

—No hubo tiempo, la llamaré ahora.

—No lo hagas, vendrá queriendo fusilar a alguien y ninguna de las dos tenemos energía para eso— dijo mientras se acomodaba en el sofá para recostarse. —Estará ocupada con Arkadei, aprovechemos eso.

—Sí… es buena idea, de todas formas terminará enfurecida, es mejor que prolonguemos eso hasta que ya no podamos— dijo aceptando la idea al parecer. —Puedes ir a descansar a tu habitación Ireza, con la vacuna ya tu felino puede descansar también— sonrió viendo al leopardo.

—Sí… quizás lo haga… pero después— dijo viendo a Deliel.