10. Deliel: Reclutamiento.

—A mi me importa lo que sientes— dijo colocando sus manos sobre las de él aceptando el contacto, apoyándose en ellas. —Quiero saber qué sientes y qué quieres hacer a partir de hoy, no lo que debes hacer— respondió inclinando ligeramente la cabeza, sonriendo con suavidad, sin dejar de ver sus soles .

Sabía bien que eso era lo que más quería. La vida que tenía donde tenía la libertad de hacer lo que deseara, la vida donde no sufría cada segundo, la vida que era solamente suya y no debía atender a nadie más.

Ella deseaba esa vida para él. Día a día intentaba aligerar su carga, intentar hacerlo sentir cómodo y satisfecho. Ella no estuvo en esa vida, no pudo conocerlo como era en ese entonces pero sabía que era una mejor vida, más segura, más satisfactoria, más completa…

Ella incluso le sumaba pesares a los que ya tenía, le dificultaba cosas y lo obligaba a tener que prestarle atención. Era parte del problema y parte del peso que lo anclaban a ese lugar.

Entendía que se sintiera tan frustrado, tan cansado… Lo que no entendía era por qué ella no podía ayudarlo si se supone que ese es su papel y habilidad…

—Si pudiera regresarte esa vida, lo haría… Quiero que seas feliz y libre…— dijo en voz baja. —Pero no puedo hacerlo. Lo que sí puedo hacer es cargar la mitad de lo que llevas encima y ayudarte a que hagas lo que tu quieres hacer. Primero eres tu, amor… Descansa, toma tiempo para ti, dime qué puedo hacer para ayudarte y lo haré.

Se mantuvo en esa posición siendo su apoyo mientras que una de sus dedos buscaban entrelazarse con los de su amado.

Se inclinó hacia él y guió la mano que tenía entrelazada con sus dedos a su cintura para así pedirle que la abrazara con ambos brazos. Subió ambas manos por su pecho y hombros hasta abrazarlo rodeando su cuello, correspondiéndole con la misma fuerza mientras dejaba que él se apoyara en ella. Cerró los ojos, suspiró y se llenó los pulmones de su aroma.

—No estoy aquí contigo porque me sienta obligada, lo estoy porque es lo que quiero. Soy feliz estando contigo, es por eso que peleo este lugar y quiero ayudarte. Me lo das todo y yo no sé darte nada…

Sus brazos se aferraron más a él y levantó la vista para verlo a los ojos. Sabía que él podría leerla, que no había necesidad de decirlo en palabras pero aún así quería hacerlo.

—En un inicio cuando nos unimos agradecí que fuera un eslabón, creía que era una señal, un indicio claro de que estábamos destinados. Creí que podía usar mi condición para ayudarte pero… No he logrado nada… No puedo quitarte el dolor, no puedo darte una vida tranquila donde seas completamente libre… no puedo hacer nada… ¿De qué sirve entonces que sea un eslabón si no puedo hacer nada por el adalid con el que quiero seguir unida?— aunque había frustración en su voz pudo controlarla para no cortarse ni que le temblara la voz.

No deshizo el abrazo, se mantuvo posando sus ojos en los dos astros solares que no quería perder nunca.

Aunque entendía por qué decía todo aquello, no podía comprender por qué insistía tanto en lo mismo.

Nunca sintió que hubiera perdido su vida, nunca llegó a pensar que había dejado todo por estar con él. El baile lo podía realizar cuando deseara y el negocio que tenía sobre lo mismo estaba dando frutos casi por su cuenta sin que ella interviniera más que para revisar, afinar detalles o modificar alguna cosa.

¿Por qué no podía ver que estaba haciendo lo que quería? ¿Por qué tenía que verlo siempre como si lo hiciera por obligación?

Admitía que le gustaba pensar y creer que era lo suficientemente hábil como para poder ayudarlo y salvarlo si lo necesitaba. Pero no lo veía como una obligación o deber sino como algo que podía hacer si quería.

¿Por qué estaba tan mal eso? ¿Qué hay de malo en desear y hacer eso por la persona amada?

Quizás… Tal vez la estaba condicionando, intentando que se hiciera a la idea para, en un futuro quizás mucho más próximo de lo que se imaginaba, terminar con la relación…

—Retoma tu vida…— repitió analizando esas palabras. —Dicho así pareciera que quieres terminar con esto— dijo separándose un poco de él para volver a mirarlo a los ojos. —¿Es eso lo que quieres? ¿Te gustaría?— preguntó con tono calmo pero con semblante serio.

—No lo sé— respondió de inmediato. —Cuando pienso en ello no logro imaginarme más allá del duelo— admitió sin dudarlo. —Lo lógico sería que pasara por ese proceso hasta superarlo y entonces continuar viviendo. Sin embargo lo único que puedo imaginar es que mi mundo se derrumbaría sin saber nada más, sin interesarme nada más. No sé qué pasaría después, ya solo pensarlo me aterra así que no sabré que haré sino hasta que pase. No es algo que me haya puesto a planificar para saber qué hacer en caso de— y era la verdad.

Observó cada gesto, su tono, ánimo y postura. Temió que en todo eso pudiera encontrar una señal que indicara que quería terminar, y aunque su respuesta fue negativa y se sintió aliviada, no pudo quedarse tranquila del todo.

Había muchas cosas que no le decía…

Se deslizó lentamente entre sus brazos, cuidando cada movimiento para sujetarse de sus hombros y lograr sentarse de lado sobre su regazo sin lastimarlo. Ya no le preocupó más la sábana que quedó parcialmente enredada en su cadera y ganchada a una de sus piernas.

—No lo digas con resignación… Si lo dices así es como si ya no te importara seguir o terminar…— dijo con voz suave, baja mientras apoyaba su sien contra la de él. —Puede que las cosas no estén bien y haya más problemas que soluciones pero eso no tiene por qué ser así siempre— dijo abrazándolo con fuerza mientras apoyaba ahora su frente en la sien de su pareja. —No estamos solos y aunque lo estuviéramos saldríamos adelante igual— dijo segura pues aunque se preocupara por él, lo cierto es que nunca dejaba de confiar y creer en el hombre que ama.

La calidez, el sabor y la humedad de su boca le hacía sentirse no solo más reconfortada sino más segura, más fuerte, más decidida.

Claro que le preocupaba, siempre le preocuparía mientras estuviera viva.

Había intentado convencerlo de que todo mejoraría si así querían pero con sus palabras le dejó claro que no solo no le creía sino que seguiría manteniéndola al margen de todo.

Era su forma de protegerla, sí, pero también de volver a empezar con el ciclo de guardarse todo y cargar con todo. Eso no era lo que quería.

Si él no deseaba compartir sus problemas con ella, si seguía aferrado a eso, entonces ella tendría que seguir investigando por su cuenta. No lo dejaría solo por más que él intentara apartarla.

Hundió los dedos de su mano en los azabaches cabellos mientras alargaba aquél beso y su otro brazo se afianzaba de él rodeándolo por detrás de su cuello y espalda.

Lo miró confundida. No se había enterado de nada de eso.

—¿Por qué razón no estaría si te pertenece? ¿Qué ocurre?— preguntó perpleja con claro interés.

Sonrió contagiada y asintió.

—Vas a tener que ingeniártelas para que te deje tomar esa ducha— se encogió de hombros y como para reforzar lo dicho, lo abrazó más fuerte y relajó su cuerpo en clara señal de que no sería ella quien se movería.