11. Dión: Sueño Interrumpido.

—Bueno eso es una ventaja de tener tantos fans, pero aquí la única soy yo así que intenta mejor no caerte porque si te atrapo igual vas a salir lastimado— dijo riendo. —Puedes ir a ver, si quieres, enviaré un mensaje nada más— dijo haciendo un ligero movimiento de cabeza hacia el dormitorio en señal de que lo invitaba a ir.

Imaginaba que no pero de igual forma le sonrió. Había logrado distraerse, eso era lo importante.

Tarde se dio cuenta de que su cama estaba desordenada y encima había dejado las cosas con las que hizo el obsequio de Dión. No estaba ordenada pero no hizo intento de detenerlo, quizás todo eso también sirviera para distraerlo.

Mandó un mensaje a Desirée pidiéndole que fuera a las caballerizas y revisara a Amadís. Él sí estaría ahí manteniendo a seguros a los demás caballos. No le explicó demasiado, solo que él y Al Niyat se habían peleado y no le pidió revisar también al corcel ceniza porque no se dejaría revisar por nadie y no lo encontrarían de todas formas.

Guardó su celular luego del mensaje y se giró sobre el sofá para ver hacia la saliente del dormitorio.

—¿Ya te caíste?— preguntó riendo un poco y en voz alta para llamar su atención.

—No es tan peligroso si no olvidas que ese piso tiene un límite— dijo riendo mientras se levantaba del sofá y caminaba hacia las escaleras. —Borracho o no, no es muy lógico que uno quiera brincar si ve que el suelo queda a mucha distancia hacia abajo— continuó mientras llegaba al segundo piso y se acercaba a él. —Tengo una mejor idea que los sillones para que no salgas lastimado, ¿qué tal si mejor no te caes?— le sonrió entre divertida y preocupada mientras sujetaba su mano para alejarlo de la orilla. —Disculpa por el desorden del dormitorio, no esperaba visitas así que no recogí— dijo apenada. —Ya conociste otra parte de mi, lo desastrosa que soy— rio apenada sin poder verlo a los ojos pero de todas formas lo jaló un poco más para apartarlo de la orilla y acercarlo al sofá colgante. Podía sentarse ahí mientras recogía todo.

No pudo evitar sonreír. Sus hermanos le habían dicho lo mismo. Parecía ser que no ver barandal le incomodaba mucho a quien fuera que no lo viera menos a ella.

Veía y entendía por qué no les gustaba, por seguridad debía tenerlo pero simplemente no le parecía que estuviera mal, le gustaba tener esa saliente así.

—Nunca he sentido la necesidad de poner un barandal pero creo que ya va siendo momento de que lo ponga— siguió riendo. —Espera aquí, recogeré un poco este desastre— dijo señalando el sofá colgante con un leve movimiento de cabeza.

—Puede que a ti no te moleste pero a mi me da pena que hayas visto este lugar así— dijo viendo de nuevo todo el dormitorio completamente desordenado. —También están los sofás allá abajo— dijo mientras caminaba hacia la cama. —¿O para qué usaríamos ese columpio en especial?— preguntó recogiendo las piezas sueltas del collar que deshizo y el sweater que cortó para hacer el saquito.

Lo vio batallar con la pulsera y rio con gracia por eso. Dejó las cosas que traía en las manos en la cama de nuevo y se acercó a él.

—De igual forma quiero recoger— dijo mientras tomaba el brazalete, estiraba el tejido de nudos para hacerlo más grande y le ayudó a colocárselo. —Me gusta más este sofá que los de abajo, si a ti también te gusta entonces te doy permiso para que lo disfrutes— dijo sonriendo al tiempo que ajustaba la pulsera de modo que no presionara la herida pero que no quedara demasiado floja tampoco. —Cuando quieras quitarla o ponerla, solo estira las perlas para deshacer el nudo, luego estiras del centro el tejido de nudos y con eso se hará más grande— explicó acomodando la rama de laurel en el centro de su muñeca.

—Una muy sencilla— asintió sonriendo. —¿Te gusta?— preguntó entre interesada, preocupada y nerviosa.

Entendería que se la quisiera colocar y dijera que le gustaba solo por compromiso pero de verdad quería saber si había sido de su agrado y si sería algo que usaría seguido.

Su intención inicial había sido la de felicitarlo por su logro, después se añadió el que deseara hacer algo especial para él, algo que no se conseguiría en ningún otro lugar. Algo que fuera único y en ese brazalete había puesto no solo sus deseos de verlo triunfar y desearle lo mejor, sino aquellos sentimientos que tiene por él fuera de los que tiene una fan.

—¿Y si alguien que no sea yo le dice a todos que fue ella quien te la dio? ¿Qué harás entonces?— dijo con voz apenada sin embargo le sonrió con astucia mientas un sonrojo se instalaba en sus mejillas y veía sus ojos con la atención de un felino curioso.

Lo miró sorprendida y después, satisfecha.

—Excelente respuesta— lo felicitó sin dejar de mirarlo con astucia buscando hacerlo desatinar. —¿Recuerdas cuál es el significado? Ella podría inventar algo y alegar que lo has olvidado o que lo cambiaste a propósito, ¿Qué harás entonces?

—¿Y si dicha chica es quien se adelanta e investiga qué significado tiene cada parte que lo compone?— preguntó ahora sonriendo con la confianza de que había hecho una pregunta más complicada.

Lo miró suspicaz y con sospecha pero sonreía divertida.

—A ver, veamos que harás con el, mi muy estimado Sherlock— dijo dándole su celular guardado en el bolsillo trasero de su pantalón.

No pudo evitar que un fuerte sonrojo se instalara en sus mejillas y tampoco pudo controlar el que no revolotearan mariposas en su estómago.

—Seguramente se sacará algo de la manga pero ya no puedo imaginar qué será— admitió. —A mi parecer le llevas la delantera por mucho— dijo sonriendo entre divertida y apenada.

El tacto de sus manos entrelazadas así, que no era algo que pensara que volvería a disfrutar, le hizo recordar los momentos tan íntimos que vivieron en los sueños de Dión. Quizás él no fuera a recordar todos pero ella los tenía muy presentes, uno sobre todo le causaba alegría y culpa al mismo tiempo.

El beso que habían compartido aún le provocaban que su piel se erizara de gusto cada vez que lo recordaba pero el hecho de que fue en un sueño, uno tormentoso para el anfitrión, uno lleno de amenazantes representaciones de lo que Dión más quería ocultar… Le hacía sentir no solo cono la invasora que fue sino como una acosadora, una que aprovechó el momento de debilidad para forzar un beso que en una situación normal jamás se hubiera dado…

Felicidad y culpa a partes iguales y no podía mencionar lo ocurrido por miedo a perder esa fracción positiva que conservaba.

Se sentó al lado de Dión invadida por sensaciones que le hacían temblar las piernas. Atiborrada de pensamientos que iban desde los recuerdos hasta el presente y la imaginación de eventos o escenas futuras.

¿Y si de verdad se convertía en esa mujer especial para él? ¿Y si no era una más? ¿Y si el anhelo que ocultaba era atendido? ¿Qué pasaría si en algún momento aquello saliera a la luz y fuera el foco de atención de todo fan?

Las emociones iban desde la preocupación al alivio, del miedo a la satisfacción, de la felicidad al orgullo. Por un simple acto por parte de él, por un simple detalle, su mundo adquiría más colores, más emociones mezcladas, más significados.

No pudo decir nada, su vista estaba fija en la unión de sus manos mientras el sonrojo permanecía al igual que su suave sonrisa de alegría y timidez.

Sonrió animada pero sin perder su rubor.

—Jamás he pensado en que solo eres eso— dijo con tono sincero y tranquilo pero algo tímido.

Si bien es de una atracción magnética. Desde el inicio, desde que lo escuchó la primera vez, jamás llegó a pensar que solo es eso. No… si le gustó desde ese momento fue porque en su voz y en su música en combinación, había algo muy complejo. Algo que deseaba ocultar y al mismo tiempo sacar de su interior.

No podría explicarlo, solo sabía que nunca se queda con la primera impresión, y nunca deja algo que le gusta o le interesa, sin investigar.

El ambiente y su actitud, su voz y ánimo habían cambiado y de primero no entendió por qué hasta que vio que no volteaba a mirarla y la unión de sus manos tampoco le pareció que hubiera aumentado o se hubiera mantenido para evitar que ese contacto se rompiera.

Entendió que ella había sido la causa. Sin decir nada, él lo había entendido todo. ¿Quién no entendería con sus palabras y su actuar que estaba obviamente prendada de él?

Podía ver que aquello no le gustaba y si se quedaba, si permanecía ahí con ella era quizás por no hacerla sentir mal y porque no quería irse sabiendo que afuera estaban los caballos rondando cerca.

Se sintió avergonzada y culpable pero no pudo dejar de sujetar su mano.

—Me sentiría sola si realmente estuviera sola pero mi hermano vive aquí muy cerca, mi hermana está disponible siempre que la busco y mis padres están al pendiente de los tres— respondió con tono triste. —No puedo sentirme sola así— dijo sonriendo apenas.

En algún momento llegó a pensar que muy remotamente, dejándose llevar por sus tontas fantasías, quizás hubiera podido estar con Dión… Pero no podía ser así. Había tantas cosas que se interponían, gustos tan diferentes, formas de pensar y de vivir tan distintas… ¿Por qué alguien como Dión querría siquiera modificar su vida para añadir a alguien que no sabía moverse teniendo encima la atención de muchos? ¿Cómo podría ella compartir a Dión con todos sus seguidores si lo que menos soportaba era compartir lo que cree que es solo de ella?

—Tengo además un grupo de caballos que requieren de mis cuidados y hay uno especialmente revoltoso que peor se pone si siente que no le presto atención— dijo intentando bromear sin lograrlo.

Sonrió incrédula.

—¿Por qué lo estarías?— dijo aún sin levantar la mirada que ahora se fijaba en la ligera caricia que le daba.

A su parecer no había ninguna razón que justificaran los celos provocados por estar ella en cualquier otro lugar con cualquier otra compañía. Después de todo, ¿qué son ellos? Lo que crearon debido a todo lo que vivieron juntos quizá fue una especie de confianza, una distinta y especial porque no se dio como se hubiera dado una convencional.

Quizás sería por eso que él pudiera sentir algo de celos pero más por no estar acostumbrado a compartir precisamente la atención que se le brinda, con alguien más.

En cambio, ella tenía miles de razones para sentir celos.

Levantó la mirada con un pequeño rayo de esperanza instalado en sus ojos.

—Tal vez...— repitió. —¿Es decir que hay una posibilidad de que decidas quedarte?— preguntó entre insegura y animada.

Su mirada se ensombreció segundos después de que bajara el rostro para ver su mano siendo rodeada por las de él.

Sus pensamientos se dirigieron de nuevo al monstruo que él tiene por madre y por fracciones de segundo la idea de que esa cosa llegara a pisar el suelo del instituto para ser protegida bajo su techo, la invadió y asqueó. En el momento que pase, toma sus cosas, a Al Niyat y se larga muy lejos, a ver a dónde, no le importa.

Encima de eso, la palabra "amigos" mandó lo poco que le quedaba de esperanza al diablo también.

Negó con la cabeza para responderle y también para sacudirse todas esas ideas de la cabeza que de nada le servirían más que para complicarlo todo y arruinarse lo poco bueno que tenía.

—Existen muchos medios de comunicación y formas de hacer visitas o encontrarse en algún lugar— dijo bloqueándose por completo de nuevo, con mucho esfuerzo, logrando sacar una sonrisa que le mostró al alzar el rostro. —Pero no sé que tan difícil o fácil te vaya a ser el que me conozcas totalmente, quiero pensar que no soy tan sencilla como para que me escudriñes y lo sepas todo en poco tiempo— dijo con un poco de risa.

Asintió y buscó el brazalete.

—Te aburrirás cuando descubras que no hay nada especial ni distinto en mi, hasta entonces podemos disfrutar de tu cualidad de investigador— rio ligeramente mientras alternaba la mirada entre sus ojos y el brazalete que tocaba con sus dedos.

—La amistad trata de conocerse, aceptarse y vivir cosas juntos, ¿no?, divertirse, apoyarse, cuidarse. Si dejas que eso pase me mantendrás a tu lado siempre. —Respondió sonriendo.

Estuviera jugando o no, no pudo evitar pensar en que ese toque en su mano, como si intentara tranquilizarla, significaba que realmente no hablaba en serio y solo intentaba darle por su lado para calmarla.

Pero también podía estar equivocada. No estaba segura de nada y temía preguntar o decir algo que arruinara lo que habían logrado hasta el momento.

Asintió sonriendo.

—Me gusta el plan— dijo riendo un poco. —Y como yo quiero ser la primera en hacer algo por el otro te pediré que me dejes ver las heridas para revisarlas— pidió con tono animado. —Deben estarte doliendo, ¿no? Los efectos de los brebajes de bruja ya pasaron— rió con un poco de más ánimo.

Notó ese ligero cambio en su mirada e intentó averiguar por qué. Recordó entonces que había descubierto lo que Sigrid y ella hicieron por lo que supuso que no habían terminado bien.

—Si dos pensamos lo mismo entonces diremos que estás bien pero antes necesitamos una segunda opinión— dijo intentando distraerlo del tema de Sigrid. —Déjame echar un vistazo, ¿sí?— dijo girando su cuerpo hacia él e hizo una seña con la mano que indicaba que se levantara la ropa para ver la herida.

Sus ojos se centraron de inmediato en la herida de su torso y lo primero que revisó fue a capa o costra que se había hecho gracias a las mezclas que le pusieron encima de las heridas y a la propia cicatrización. El borde de la herida estaba irritado, señal de que se había estado moviendo.

—Me atrapaste— dijo siguiéndole el juego pero sin dejar de ver la herida. —No puedo evitarlo, es como un torso esculpido en mármol, irresistiblemente perfecto— dijo riendo ligeramente mientras tocaba ligeramente y notó el firme pero sutil abultamiento que se había hecho debajo, internamente. Estaba cicatrizando bien pero la leve hinchazón le hacía saber que la herida estaba resentida y por lo tanto estaría quejándose.

—No exagero— fingió quejarse levantando la mirada unos segundos. —No es mi culpa que esté tan impresionada por semejante escultura tallada por ángeles— dijo intentando no reír y deliberadamente pretendía hacerlo reír mientras corroboraba que la herida no se hubiera dañado en las áreas menos cicatrizadas. —Perfecto no es suficiente, lo tuyo es magnificencia— dijo bajando la camisa mientras reía.

—Si te duele ¿por qué ríes? Masoquista— dijo fingiéndose indignada pero sonreía ampliamente. —Yo estoy hablando en serio no sé por qué te da risa— dijo encogiéndose de hombros mientras reía.

—¿Qué no dicen que la risa es la mejor cura? Yo que trato de curarte y tu que te quejas— reclamó aún en su papel girando el rostro hacia otro lado para enfatizar más su descontento fingido. —Así no se puede— se cruzó de brazos y mantuvo la postura aunque difícilmente podía controlar sus sonrisas con las que trataba de acallar su risa.