11. Dión: Sueño Interrumpido.

Se quedó callada unos segundos.

—No pasó nada que haga que alguien se sonroje— respondió con tono neutro.

—Nunca es tarde para aprender— dijo sonriendo.

Recordaba que antes ella solía caerse con frecuencia. A raíz de que su factor se despertó, por supervivencia tuvo que aprender a mantenerse estable para evitar todo tipo de caídas o golpes.

Su cuerpo recordaba todo eso y sobre su piel estaban las evidencias. Ella tuvo que forzarse a aprender, Sladya podía hacer ese ligero cambio si de verdad quería.

—Si de verdad quisieras tener un mejor equilibrio pero si no, no importa, es un rasgo encantador que no es para nada malo— dijo riendo ligeramente. —No he tenido la oportunidad de ver a esa Ireza— dijo encogiéndose de hombros. —Pero sí la creo capaz, y es bueno, así Deliel tendrá una amiguita de aventuras extremas— dijo riendo. —Tú serás la tía cool que le solapa todo y le enseña a ser enérgico y expresivo— dijo dándole un ligero empujoncito con su hombro al de ella.

Su mirada de preocupación cambió a una comprensiva y empática. Sonrió ligeramente pero sincera.

—Entiendo por qué dijiste eso y por qué actuaste como lo hiciste, no fue culpa tuya completamente, yo te orillé y me disculpo por eso. No encontré una mejor forma de hacerte saber lo que pienso y de intentar convencerte de que me permitieras ayudarte— dijo con tono sereno.

Bajó la mirada unos segundos para ubicar dónde estaba su mano y tocó su dorso ligeramente con la yema de sus dedos y entonces levantó la mirada para buscar sus castañas orbes.

—No hables como si estuvieras despidiéndote…— dijo con tono apagado. —Sé que no lo verás así pero si lo piensas un poco… Fue gracias a tu factor que pudimos conocernos— dijo intentando que con sus dedos provocar los de él para que aferrara su mano porque ella no sentía el derecho de hacerlo. —De otro modo jamás te hubieras fijado en mi, yo jamás hubiera tenido la oportunidad de acercarme tanto a ti para poder verte de cerca y hablar contigo… Sé que fue en tu sueño pero… en ese mundo pude besarte… Quizás no lo recuerdas y cualquiera diría que así no cuenta pero para mi sí y fue gracias a tu factor que lo obtuve así que…— se sonrojó y agachó la mirada. —Siento haberme aprovechado de eso…

Estaba avergonzada no por lo que dijo sino por lo fuera de lugar que estaba. ¿Cómo podía ocurrírsele hablar de eso en esa situación? ¿Cómo pudo decirlo cuando debió guardárselo para ella misma? ¿En qué estaba pensando?

Tenía miedo de que esa fuera la última vez que vería y hablaría con Dión, sentía el deseo y la necesidad de hacerle saber cómo se sentía y cómo se había tomado todo lo que pasó.

—La palabra "loca" es relativa, lo que es loco para uno no lo es para otro así que cada quién la usa como desee— dijo sonriendo con toda la intención de hacer un mal intento de defenderse. —Eres la tía cool y así te dirá Deliel— dijo segura. —Para mi fue curioso escucharte decir "charrito" siendo que eres una joven rusa— dijo riendo.

Tomó el pedazo de sandia y lo comió pero antes cortó la parte superior sin semillas, más dulce y con más jugo y se la dio a Deliel para que la probara.

—Desi es generosa pero cuando se trata de su "puchungo" ahí si no comparte y se vuelve una fiera lanza zarpazos y dentelladas a quien sea que se acerque demasiado— continuó riendo.

Descartar la vacuna también le hizo saber lo que necesitaba para entender que la opción que ella había pensado tampoco serviría.

Recargó su frente en su pecho y se quedó así por unos momentos en los que se dejó envolver por su presencia, calor y aroma.

—¿Por qué una madre sentiría esa enfermiza necesidad de vengarse de su propio hijo?— dijo levantando la mirada.

Por momentos su sonrojo se acentuó aún más.

Sabía que en sus sueños, después de haber salido, siguió estando presente bajo la forma proyectada que él mantuvo de ella. Lo que no sabía era que ese contacto tan especial que tuvieron, se había repetido.

Se sentía triste por no haber estado ella realmente ahí para haberlo sentido. Y una duda que ya tenía desde que supo que soñó con ella, se incrementó más: ¿por qué había soñado con ella después de que se fuera? ¿por qué repitió ese beso varias veces?

Quiso sentir alivio y alegrarse pero el tono que Dión puso a sus palabras le hizo pensar que se arrepentía…

Ciertamente no se habían conocido en las mejores condiciones ni en la mejor situación. Pero había pasado y ya no sabía para dónde iría todo. Mejor dicho, sí sabía y no quería que fuera por ese camino. No quería despedirse de él.

Si lo hacía sentía que no lo volvería a ver, no volvería a hablar con él, no sabría ya nada más de él.

Se estaba despidiendo y ella no podía resistir la tentación de besarlo así acabara todo en ese adiós que no quería permitir.

Se inclinó hacia él teniendo como objetivo sus labios y en esas fracciones de segundo se debatía entre hacerlo o no.

La mano que tenía libre se deslizó por su brazo y acabó en su mejilla con los dedos hundidos entre algunos mechones de cabello y los pocos centímetros que los separaban los eliminó pero no en el beso que deseaba sino en un ligero contacto entre sus labios, uno que dejaba claro que deseaba transformar en uno profundo y largo. Cerró los ojos y permaneció así unos segundos, fracciones en los que disfrutaba y anhelaba más de ese ligero contacto.

—Estás despidiéndote…— dijo contra sus labios. —Y no puedo permitir eso… No quiero que te vayas…— su voz suave y baja no dejaba de ser clara, sincera y llena de preocupación y cariño.

—No habrá poder que le impida volverlo tan "chingón" como él— dijo riendo. —Y encima Desirée no se negará a que Alejandro lo haga como quiera siempre que no deje de ser buen niño como lo es ahora— siguió riendo. —Ojalá pronto pueda ser posible que conviva con hombres… Quisiera que también Arkadei se involucrara de lleno— dijo sin poder evitar que su tono bajara un poco.

Por un momento se quedó paralizada con la mente en blanco. No dudaba que lo dicho fuera cierto sino que de verdad a ellos les toque lidiar con una situación así.

—Entiendo…— dijo asintiendo. —No me sorprende ahora que sé lo que están arrastrando— trató de que el dato fuera lo suficientemente contundente como para justificar las acciones de ese monstruo pero aún así, simplemente no podía ni siquiera darle algo de razón al monstruo. —Pero aún así es su hijo…— dijo sin ser capaz de aceptar que una madre, bajo cualquier condición, fuera capaz de querer muerto a su propio hijo. —Por más trastornada que esté es su hijo… y para su hijo ella lo es todo, es su madre, es la base de su mundo…— sus emociones iban de la tristeza al odio y de la lástima a la repulsión ante un acto que jamás se justificaría con nada.

Esa mujer tuvo la oportunidad de ser madre, a pesar de todo logró serlo y tiene no solo uno sino cuatro hijos que la aman… Y decidió tirar todo eso…

—Puede que no odie a sus demás hijos pero no están a salvo con ella… En cualquier momento les hará daño— dijo segura. —¿De verdad no hay algo que se pueda hacer? Sé que vas a intentar ayudarlos, yo también lo haré pero no quiero que te pongas al alcance de ese monstruo. No se me ocurre nada que pueda ayudar en este momento pero definitivamente no te quiero a tiro de ella y tampoco quiero que dañe a ninguno de sus hijos… ¿De verdad no se le puede hacer una lobotomía o algo así? Es imposible que no se pueda hacer nada…— dijo entre desesperada y desesperanzada pero con la ansiedad de querer detener a esa cosa definitivamente.

Mientras existiera era un riesgo para todos.

Se apartó, sabía que lo haría… Se apartó y ella lo permitió…

—Ya sé que te dejé ir, lo recuerdo— dijo entre desesperada y molesta sin levantar la voz y sin apartarse de ese contacto en lo más mínimo. —No necesito que me lo recuerden, te dejé solo en tu sueño sabiendo que corrías peligro, te dejé solo cuando dije que no lo haría, te dejé cuando discutimos luego de que despertaras y cuando estábamos en el cobertizo, te dejé muchas veces, no hace falta que me echen en cara que lo hice, ya lo sé, lo recuerdo a cada instante, todo el tiempo— dijo temblando, con la voz tensa y su tono exasperado mientras sus lágrimas caían.

Había intentado resistir. Hubiera podido de no ser por la impotencia que le causó la aferrada necesidad de Dión de dar final a todo.

—Deja de despedirte…— exigió con la voz ahogada queriendo retirar su mano para así evitar que sintiera su temblor y su baja temperatura pero no pudo hacerlo. Era lo único que tenía de él, no quería deshacer esa ligera unión.

—Tu no crees en ese "tal vez", ¿cómo esperas que yo lo haga? Ese "tal vez" no existe porque ya decidiste todo. ¿Por qué tiene que ser así? ¿Por qué tengo que dejar que hagas lo que quieres cuando sé que no es bueno para ti en ningún sentido? ¿Por qué te sacrificas…?— dijo como si quisiera gritar pero no lo hacía. —¿Por qué te rindes…?

La mitad de ese ataque de pánico, ansiedad y coraje se lo tragaba para así poder hablar sin gritar. Le dolía el pecho, le faltaba la respiración y tenía la vista oscurecida y no solo por las lágrimas. Su cuerpo temblaba y su presión había bajado.

Estaba furiosa, asustada, desesperada. Era una válvula de presión que exigía ser abierta o explotaría. Era un sinfín de emociones reprimidas que le harían pagar caro por dejar que fueran creadas para ser encerradas.

—No quiero a ese Dión de ese "algún día" que no vas a darme, quiero a este Dión que tengo enfrente, el real, el que conocí en tu mundo, el que está aquí— dijo con tono rotundo, determinante con una postura firme mientras sus ojos se fijaban en los de él.

—Para cuando eso suceda será demasiado tarde— completó por él. —Si Dión no comete alguna locura antes, ese monstruo logrará completar lo que dejó pendiente. Cada segundo que pasa es tiempo que aprende más sobre los poderes a los que tiene acceso. Esa mujer hará uso de las habilidades de sus hijas y la de Dión para hacer lo que quiera— dijo con tono frustrado, encolerizado. —Y si sabe que intentamos detenerla arremeterá contra nosotros, con el poder que tiene incluso podrá forzarte a que la conviertas en tu eslabón también o simplemente se las ingeniará para robar tus habilidades— dijo con el ceño fruncido, apretó los dientes en una mordida tensa y sus uñas se clavaron en la tela de su saco apresado entre sus manos. —Dentro de poco nada la podrá parar…

—Se dice que los milagros ocurren solo una vez…— dijo tomando el trozo de plátano que Deliel le daba. —Aquí hemos visto que no es así, que ocurren cuando queremos si nos lo proponemos… Arkadei no tiene por qué involucrarse, no está obligado, caso contrario a su papel como adalid. Con esa carga es lógico y hasta recomendable que no sume más peso a lo que ya lleva encima— dijo mientras cargaba a Deliel para limpiarle las manitas y boquita. —Cada día un nuevo auror aparece bajo condiciones aún más difíciles que el anterior— su tono comprensivo fue artificialmente adornado con una sonrisa que pretendía mantener a Deliel tranquilo. —Se hace tarde, bajemos ya o esas pizzas nunca saldrán— dijo dando un paso hacia la puerta de la habitación pero se detuvo para indicarla a Sladya que deseaba que fuera con ellos.

—Eso no lo sabes— dijo apretando los párpados para deshacerse de las lágrimas que empeoraban su vista. —Yo sí, sé que pasaran cosas malas, sé que te harán daño, sé que lo que quieres hacer es atraer toda la atención hacia ti y eso es igual a entregarse a quienes nos cazan.

Su cuerpo estaba pasando por el mismo proceso que experimentó por primera vez cuando le arrebataron a su hermano. Un miedo absoluto que no podía controlar. Un ataque de pánico que se reflejaba en todo su cuerpo escapando de la capacidad que ella tenía sobre sus emociones para ahogarlas y bloquearlas.

Incapaz de hacer nada, inútil como siempre, su cuerpo quería apagarse en respuesta. Y ella se lo negaba.

—Sé qué quieres hacer, sé qué va a pasar si lo haces, ¿cómo esperas que me sienta?— dijo desesperada, molesta no solo por la situación sino porque no lograba controlar ese ataque de pánico.

—Pusieron un límite de dos días, y tu le dejaste claro que no asegurabas aguantar todo ese tiempo— dijo forzándose a intentar recuperar el ritmo normal de su respiración.

No le interesaba su estado, no podía controlarlo de todas formas. La vez anterior tampoco pudo hasta que la necesidad de descargarse buscando lo que deseaba imperó y el resultado fue descubrir su naturaleza como eslabón.

Ahora, lo que quería hacer, lo que necesitaba hacer lo tenía prohibido y no encontraba otra forma de deshacerse de todo aquello que retenía.

—No soy tonta, sé que de todas formas lo harás. Tu no quieres nada más que hacer lo que ya decidiste. No te importa nada más y no aceptarás nada más. No quieras engañarme para que me tranquilice— dijo tallándose los ojos con el dorso de la mano intentando recuperar su visión.

—¿Quieres montar ese caballito?— preguntó riendo. —Bueno, pero solo un ratito, ¿sí?— dijo caminando hacia el caballo de madera. —Sladya, si me ayudas a cocinar cuando bajemos, las pizzas podrán salir rápido pero si no quieres esperar a que Deliel dome a este caballito, ¿quisieras ir a la cocina y adelantarlas un poco?— dijo mientras subía a Deliel al caballo de madera y le enseñaba cómo debía sentarse y tomar las agarraderas para no caer. —¿O prefieres ver qué tan buen jinete es?— dijo riendo.

—Confío en ti, tengo fe en ti, eso nunca va a cambiar— dijo clavando la mirada en sus soles. —En quien no confío es en los monstruos como ella, solo de pensar que te vea… que sepa de ti o logre llegar a ti de cualquier forma…— negó con la cabeza y sus brazos se aferraron con más fuerza a él. —Decidas lo que decidas, dímelo, ayudaré, somos más fuertes si enfrentamos las cosas juntos— dijo entre suplicando y exigiendo. —No quiero que tenga ni siquiera una mínima oportunidad contra nosotros— dijo recalcando el "nosotros" porque aunque él pudiera hacer todo él solo, no lo estaba, estaba ella para apoyarlo.

No son solos, están unidos y unidos enfrentarán todo. Si son fuertes estando separados, imparables son al estar unidos.

—Bueno pero si haces un desastre sólo hay que limpiar después— dijo sonriendo encogiéndose de hombros. —Bien, cuenta los segundos, como en los rodeos veamos cuánto aguanta arriba del potro salvaje— continuó riendo y sujetó bien a Deliel al tiempo que le hacía sujetar las riendas y movió el caballo para que se meciera primero despacio. —¡Agárrese bien de su caballo, jinetito!— le dijo animada y divertida a Deliel.

A pesar de la distancia que puso entre ambos, ella la eliminó acercándose y metiéndose entre la barra y él obligándolo a tenerla frente a él, con sus cuerpos pegados. Sus manos lo sujetaron de los hombros después de hacer que colocara sus brazos alrededor de su cintura. Lo atrajo hacia ella y acogió su cabeza entre su cuello y pecho.

—Sabes que nunca he dudado de ti, las veces que no confío es únicamente cuando me dices que estás bien y veo, siento o sé que no lo estás— dijo hundiendo sus dedos en su cabello mientras que la otra mano lo mantenía apoyado en ella. —El querer ayudar no es porque dude de ti, es porque quiero estar contigo cuando enfrentas lo que sea— dijo con voz tranquila, clara pero suave. —Soy tu novia, siempre voy a querer estar contigo para ayudar, animarte o solo por estar contigo, ¿eso está tan mal?— se inclinó un poco para apoyar sus labios en su sien.

Sabía que lo que estaba sintiendo su pareja no eren únicamente emociones suyas sino las de Ireza que lo estaban saturando y contagiando.

—Aunque no poseyeras poderes siempre cuidas de Ireza, siempre estás detrás de ella, siempre estás al pendiente y le das todo lo que necesita— dijo abrazándolo con más fuerza. —Ella se parece a ti en algunas cosas, una de ellas es que es fuerte, astuta, decidida. Pase por lo que pase se levanta y continúa, eso se lo enseñaste tu, siempre la cuidas aunque no estés junto a ella. Ahora mismo lo estás haciendo. Se va a recuperar dentro de poco, estoy segura de eso y eso es porque le enseñaste bien— dijo firme, segura.

No necesitaba saber qué había pasado para saber que, como con Arkadei, nada derribaba por mucho tiempo a Ireza.

Negó con la cabeza.

—No lo entiendes, no lo quieres entender— dijo fijando la vista en sus manos sobre su pecho.

Imaginó no volver a sentir el latir de su corazón y muchas imágenes sobre lo que le podría pasar atiborraron su mente.

Casi no podía pensar en que su hermano la había buscando y Dión respondió.

¿Tan mal estaba como para que su hermano sintiera la necesidad de llamarle?

Lo estaba afectando y estaba complicando aún más la situación con Dión.

—Deja de intentar engañarme, solo quieres que me tranquilice pero no es verdad lo que dices— dijo negando con la cabeza nuevamente.

Agachó su rostro, cerró los ojos. Forzó su mente a vaciarse de pensamientos y contuvo la respiración. Si de nuevo tenía que obligarse a bloquear todo, eso haría costara lo que costara.

No iba a permitirse ese momento de debilidad. Nunca podía hacerlo.

—¡Buena idea!— dijo emocionada. —Hace tiempo, en un viaje a México, vi un rodeo para niños. Montaban ovejas y cerdos pero para los más pequeños había un torito mecánico— siguió sosteniendo a Deliel cuidando que no se golpeara ni resbalara. —Podemos conseguir uno así pero más pequeño o Gherard podría darle vida a un torito de peluche y haríamos un rodeo en la casita de Deliel donde todo es acolchonado— dijo convencida con la idea y proponiéndosela a Sladya quien sabía que la secundaría e inventaría más juegos.

—Se recuperará porque no le gusta arrastrarte hacia sus emociones, va a recuperarse porque no le gusta verse débil— dijo manteniendo su tono tranquilo mientras apoyaba su mejilla en su sien. —Dale un poco de tiempo y verás que empezará a recuperarse.

Dijo sabiendo que el estado de Ireza no duraría demasiado. Menos cuando confirmaba que estaba arrastrando a Arkadei.

Rió con más ganas.

—Querrás que Desirée nos cuelgue por traer un torote, así sea mecánico, y dejar que Deliel lo monte. Ese rodeo nos puede salir muy caro con ella— dijo como fingiendo un tono preocupado y asustado.

Le descolocó el cambio de posiciones y el movimiento que le hizo hacer hacia él. Terminó por recargarse antes de siquiera pensarlo.

El refugio que le brindó entre sus brazos y sobre su pecho fue aún más agradable de lo que se hubiera imaginado, sentí que cabía perfectamente ahí y el calor que recibía de él la reconfortaba.

Aún así el temblor no paraba, mientras más cerca estaba de él, más temía alejarse. Mientras más contacto tenía, más le daba miedo saber que sería lastimado. Y sin embargo no podía apartarse.

Liberó su respiración y usó de guía la de él. Dejó que su cuerpo sintiera su calor y de ahí partiría para nivelar la propia.

Pero no podía tranquilizarse.

—No tienes que hacer esto… No si lo haces solo por intentar tranquilizarme… No te sientas obligado a tener que hacer algo…— y aunque el temblor seguía y el frío no se iba, sentía la necesidad de recostarse contra él y dormir al menos una corta siesta.

Pero temía que de cerrar los ojos y dejarse llevar por el sueño, él desaparecería…

Negó con la cabeza pero no se apartó.

—Así no puedo dormir— dijo en voz baja mientras, de reojo, veía su celular sobre el tablero.

Se estaba comunicando con Arkadei y saberlo sólo le hacía urgirse más por estabilizarse.

—Y tampoco puedo dormir sobre ti porque estás lastimado— dijo aún en voz baja queriendo apoyar todo su peso sobre él pero no lo hacía. De poder hacerlo sin lastimarlo sucumbiría a la necesidad de acomodarse sobre su regazo y brazos, acurrucarse y dormir hasta que no pudiera más. Pero no podía.

Aunque el auto era grande, y al ser de dos asientos solamente se hacía aún más amplio, no estaba en una posición lo suficientemente cómoda como para que eso jugara a favor de dejarse caer dormida. Además estaban fuera de un Motel, cualquier persona podría pasar y verlos y reconocerían a Dión.

Se sentía pesada pero no quería dormirse, no quería dejar a Dión, no quería regresar al instituto.

—No necesito dormir— dijo queriendo sonar segura pero el que no se moviera para alejarse no le ayudaba a que esas palabras tuvieran algo de poder.

Cargó a Deliel y mientras lo acomodaba en sus brazos lo llenó de besos.

—Pero si no le decimos nada podríamos organizar un mini rodeo. Si le sacamos fotografías y se le hacemos un álbum, quizás nos perdone la vida cuando sepa lo que hicimos a escondidas de ella— dijo riendo mientras caminaba hacia la puerta.

Devolvió el beso de saludo a su padre y negó con la cabeza. Su llegada no le permitió ya volver a llamar la atención de Arkadei que se mantenía insistente en alejarse de ella.

Sabía perfectamente bien que le preocupara su hermana y que lo afectada que estuviera caía sobre él directamente pero Ireza ya estaba grande, fuera lo que fuera ya debería valerse por si misma para salir o arreglar lo que estuviera experimentando.

—Deliel ya despertó— informó sonriendo a su padre. —Mamá está con él, debe estar dándole de comer ahora.

—No lo había pensado. Tienes razón pero de todas formas si lo ve arriba de un toro me cuelga por más charrito que lo vea vestido— dijo riendo. —¿Qué tal se vería vestido se Cosaco?— preguntó a Saldya poniendo una sonrisa traviesa.

—No quiero regresar— dijo negando con la cabeza recargando la frente en su pecho.

Se acercó a Arkadei y colocó una mano sobre su brazo para al menos hacerle saber que ahí seguía con él y estaba atenta a él.
 
—Reaccionaste muy tarde, Deliel ya te la robó. Te pasa por descuidado— dijo encogiéndose de hombros y sonriendo a su padre.

—Ya lo vestimos de osito panda— dijo con toda la intención de provocarla. —De lo que te perdiste— subió y bajó las cejas. —¿Verdad que sí, tesoro? ¡Y te veías adorable!— dijo atacándolo con besos.

—No necesito dormir. Y no quiero regresar aún al instituto. Tú tampoco quieres volver, quieres quedarte aquí— insistió sin moverse. Centrada en la caricia que le daba a su cabello.

—Ya vas a empezar...— resopló. —En lugar de buscar pelea, dime dónde andabas, ¿estabas esperando a mamá?— preguntó atravesándose entre él y Arkadei.

—De panda, de conejo y de tigre ya conseguí— dijo emocionada como ella. —Y de charrito ya conseguí un pantaloncito y camisita, me falta el sombrero— dijo riendo.

—Dije que te llevaría a Loterdan, eso haré— dijo sin levantar la mirada. —Mi hermano sabe dónde estoy y a dónde voy. No necesito regresar al instituto— dijo ladeando ligeramente la cabeza para sentir más de esa caricia y dejar que tocara más si lo quería.

—No necesitaremos pedírselo, cuando vaya le conseguirá todos los trajes típicos y todo el equipo necesario para las charreadas— dijo riendo acunando a Deliel sobre su hombro para que se apoyara cómodamente.

—¿Para qué quieres llevarme al instituto?— preguntó acercando un poco más su cuerpo al de él. —¿Para dejarme ahí y ya no causarte problemas? ¿Para que puedas hacer lo que quieres en paz?— dijo casi en susurro.

Asintió pero su mirada decía que no quería que se fuera. Quería ir con él.

—Ya lo estoy haciendo— respondió con tono sencillo pero enorgullecida. —Me da miedo que Deliel nos demande en cuanto sepa que lo traemos de muñequito. Arkadei no nos va a tener piedad si Deliel recurre a él— dijo riendo.

—Sigrid se enojará cuando descubra que no dejaste los platos vacíos— dijo queriendo bromear. —¿Puedes llevarme a un lugar antes de que me dejes en el instituto?— preguntó viéndolo a los ojos con una mirada triste.

Se quedó observando a Deliel con atención sin saber si había dicho mamá o nana.
 
—No lo sé... Sabe decir "nana" pero "mamá" nunca lo había dicho— dijo entre insegura y sorprendida. Sintió cómo se le humedecieron los ojos maravillada y feliz. —Desi tiene que verlo, se llevará una enorme sorpresa— dijo emocionada abrazándolo. —Sí, tesoro, te llevaremos con mamá— le dijo sonriendo ampliamente.

Se terminó de separar de él pero apresó la mano de Dion con la suya. Se recargó en él respaldo del asiento y se quedó así. No quería regresar.
 
Sabía que todo acabaría cuando regresara.

Asintió sin saber realmente si estaba mejor o solo ya se había acostumbrado.
 
—No era nada grave. Gracias por preocuparte— volteó a verlo y le sonrió ligeramente. —Y por estar conmigo...

Vio cómo revisaba sus signos vitales y se preguntó qué estaría pensando de ella.

—Te doy las gracias porque no tenías que quedarte para atenderme… Normalmente esto no me pasa, siento que tuvieras que ver y lidiar conmigo así— dijo en voz baja, apenada.

Se sentía avergonzada por haberle mostrado un estado tan vulnerable sobre el que no tenía control.

—Quisiera que vieras algo antes de llegar al instituto— respondió. —Se llega a ese lugar por esta misma carretera pero en sentido contrario, te diré dónde debes salir de la carretera cuando no acerquemos a ese punto— dijo manteniendo su sonrisa.