11. Dión: Sueño Interrumpido.

En lugar de irse se acercó a él, despacio, y aunque quería tocarlo no lo hizo… ya no podría hacerlo…

Se detuvo frente a él y se inclinó para buscar su mirada. No la encontró.

—Nada justificará jamás que una madre dañe a sus hijos— dijo con la voz cargada de tristeza. —No es natural… cariño…

No pudo evitar que instintivamente su mano se moviera para tocar ligeramente su mejilla y, aunque no buscó que volteara a verla, ella se conformó con ere ligero rosa que apenas duró fracciones de segundo.

El último mimo que podría darle…

¿Por qué existían personas que, siendo bendecidas con el mejor regalo del mundo, se dedicaban a dañarlo… a destruirlo…? ¿Por qué lo odiaban tanto? ¿Por qué se les daba ese milagro…? ¿Por qué ese monstruo no podía sentir lo que ella ya sentía por el niño que intentó matar… por el bebé que nació de ella…? ¿Por qué quería destruir ese lazo irrompible que los mantendría unidos a pesar de todo…?

—Nadie te culpará jamás… Estás completamente equivocado si tú te culpas… No le darás la razón nunca… no habrá nunca una lógica…— su voz se quebró y sus lágrimas comenzaron a derramarse. —Bajo ninguna razón o motivo… una madre debería ser capaz de dañar a su bebé…

Se enderezó y se apartó de él en dirección de la puerta. Dolida y confundida, no recordaba siquiera a dónde había planeado ir en cuando dejara a Dión descansando…

—¿Yo te traje? Hasta donde recuerdo apareciste de la nada, yo estaba muy tranquila allá afuera— dijo como si nada volteando a verla. —¿Todavía que te comiste medio pastel quieres que te prepare algo? ¿No tienes manos o qué?— dijo sonriendo con malicia. —Si tanta hambre tienes puedes ir con Sigrid, ve a gritarle a ella para que te prepare lo que quieras, yo quiero estar tranquila— se quejó.

Aunque en un principio le divirtieron las quejas de su hermana, no estaba del todo bien como para aguantar sus gritos y actitud cuando generalmente, en el cobertizo, siempre estaba todo tranquilo y por eso lo consideraba un refugio.

Hasta entonces entendió que Al Niyat hubiera querido entrar, normalmente no lo intentaba pero ahora cayó en la cuenta de que Sladya lo ponía nervioso.

—¿Me vas a dejar colgada con las películas?— dijo a modo de queja. —¿Me sacaste de donde estaba, te comiste todo ese pastel, y ahora te vas a ir?

Estaba molesta, sí, porque la hizo abandonar el lugar en el que quería quedarse, no la dejó hacer lo que quería, no parecía que su intención fuera dejarla tranquila y porque no la entendía.

—No sé, sal a ver si por azares del destino hoy no está custodiando el cobertizo así como lo hace a diario— se encogió de hombros y tomó el control para ver el menú de las películas.

—Si te quedabas viendo películas conmigo tarde o temprano me hubiera tranquilizado— respondió volteando a verla y dejó el control. —Al Niyat no tiene ningún problema con las personas que quieren irse, puedes salir, no te hará nada— le aseguró.

—¿Por qué eso de lo que no quiero hablar tiene que ser hablado? ¿No soy capaz de resolverlo yo misma?— preguntó entre confundida y con duda. —¿Cada que me pase algo así vendrás a verme? ¿Qué haré cuando no pueda verte ni llamarte o cuando Arkadei no pueda pedirte que vengas a verme?

Sabía bien que Arkadei había tenido mucho que ver en la visita de Sladya porque para empezar no habría sido capaz de encontrarla si no fuera porque él no solo le dijo lo que pasó sino dónde encontrarla.

La respuesta le afectó más de lo que esperó. Era cierto, algún día le faltarían y se arrepentiría de haberse comportado así con ellos.

Le dolió y desvió la mirada.

—Lo único que me molesta es que nunca puedo hacer lo que quiero, es frustrante que me limiten siempre— dijo con la voz cargada de resentimiento. —¿Por qué protegen y resguardan a quienes no se lo merecen?

Eso era la mitad de lo que la carcomía por dentro. Que lograran que jamás pudiera ponerle las manos encima a quien quería cazar. Si no era Arkadei quien mantendría protegida a ese monstruo, sería Dion la razón por la que jamás podría hacerle pagar lo que intentó.

—¿No te dijo Arkadei que está protegiendo a la madre de Dión?

—¿Entiendes ahora por qué estoy así?

—Con eso tengo hasta para que me duela todo el cuerpo— dijo viendo hacia otro lado para intentar ocultar lo mucho que le enfurecía. —Me voy a atrofiar, ahora sé lo que sienten los animales en los zoológicos.

—Perro que ladra no muerde— respondió. —No puedo decirte lo que se me ocurre, prefiero hacerlo.

Despacio liberó su mano de la de su hermana.

—Así mantienen controlados a los animales entrenados, tocándolos. También piensas que lo mejor es que me mantenga fuera del asunto.

Se recargó contra el descansa brazos para ver de frente a su hermana.

—No quiero castigar, quiero justicia— respondió. —¿Y qué si me convirtiera en eso? Esas personas siempre se salen con la suya, viven como si nada haciendo lo que quieren.

—No te pongas moralista conmigo, sé perfectamente bien que es un círculo vicioso— se quejó. —Poco me importa lo que me pase pero mira bien lo que pasa, un monstruo que intentó matar a su propio hijo se ganó la mejor protección del mundo y a parte puede conservar a sus hijos como si nada hubiera pasado.

Se puso de pie y caminó hacia la ventana en un intento por no gritar.

—No te preocupes, tu y Arkadei pueden estar tranquilos, aunque quiera de todas formas no puedo hacer nada— dijo apretando sus puños clavándose las uñas.

—No pasará nada, Sladya, jamás puedo hacer nada ya sea que tu y Arkadei intervengan o no— dijo con resentimiento.

—No importa ya— se limitó a responder sin voltear a verla.

—No pises ese terreno, Sladya, sienta algo o no, no tiene por qué ser tratado— dijo volteando a verla. —Sabes perfectamente bien lo que pasó y lo que siento, sabes que no es tan simple. Lo que puedo decirte es que sé cuál es mi lugar, todo el tiempo me lo recuerdan— respondió con tono neutro.

—¿Lo ves? Todo el tiempo— repitió.

No respondió. Guió su mirada hacia el exterior en la ventana como si en el cristal pudiera ver refejado todo lo que podría hacer menos usar un revolver, no, no optaría nunca por algo tan cobarde y rápido.

—No quiero nada, Sladya— respondió con voz neutra sin voltear a verla.

No quería venganza, quería que ese monstruo sintiera lo que sus hijos están sintiendo ahora, que jamás vuelva a atreverse a lastimar a ninguno de ellos.

Pero, ¿qué importaba lo que ella quisiera? Los deseos de una chica estúpida, eran algo que a nadie le interesaba y, en cambio, eso servía para juzgarla justo como lo hacían. Una chica idiota, loca, cegada por un artista famoso, nublada de juicio que nadie toma en serio.

Estaba harta de que jamás pudiera hacer lo que quería ya fuera porque se lo impedían o simplemente no estaba dentro de sus capacidades. Era en esos momentos cuando más extrañaba la libertad que una vez llegó a tener.

¿Por qué todo el mundo podía hacer lo que deseara sin que hubiera consecuencias? ¿Por qué un asesino, un violador, un secuestrador, podían andar de un lado a otro haciendo lo que deseen sin que paguen por el dolor y el daño que causan? ¿Por qué se les premia?

Y ella ni siquiera tenía el derecho de sentir lo que sentía, de enojarse, de desear lo que moralmente no se acepta pero que todos consiguen sin repercusiones, de pensar como piensa, de expresarse como necesita expresarse. Era juzgada, limitada y jamás tomada en cuenta.

Sonrió con sorna.

Le había pedido que la dejara saber lo que ocurriera con la búsqueda de ese monstruo, algo en lo que ella ni siquiera podría meter mano aunque quisiera y aún así jamás le informó de nada. Desde el inicio la mantuvo al margen.

—Ahora mismo tu me juzgas como alguien incapaz de hacer las cosas de forma correcta, piensas que estoy cegada y he vuelto esto personal, ¿qué crees que me responda Arkadei si le hago saber lo que quiero, y que ya es de su completo conocimiento desde hace días?— dijo retórica con un evidente tono sarcástico y volteó a verla. —Por favor, Sladya, deja de tratarme como tonta. Los dos me tienen atada, puedes estar tranquila— dijo resentida.

—No me dejarás hacer lo que quiera, si estás aquí es porque intentas convencerme de lo mal que estoy y de que no estoy pensando bien— respondió con tono seco. —Te asegurarás de que no haga nada.

—No es asunto mío— dijo de inmediato. —Son arreglos entre él y Dión, yo no tengo ni voz ni voto.

—¿Por qué me haces preguntas de las que ya sabes la respuesta? No entiendo cuál es el punto de hacerme hablar si el caso al final es el mismo— dijo molesta. —¿Es que no tengo derecho a no estar de acuerdo y estar furiosa? ¿No puedo enojarme?

—¿Cuántas veces, desde que empezamos a hablar de esto, me has dicho lo mal que estoy al pensar y comportarme como lo hago? No son iguales pero sí parecidos, cada uno tiene su propia forma de no dejarme hacer lo que quiero, me juzgan y cuestionan. Eso no es darme libertad.

La vio marcharse y no dijo nada pero segundos después siguió sus pasos y la alcanzó. Siguió sin decir nada pero la acompañó por el camino caminando a su lado.
 
Sabía que había actuado muy agresiva con ella, generalmente no lo hubiera hecho pero ahora estaba en mal estado y aunque no dijo nada que no sintiera, sí sabía que no debió expresarlo, debió quedárselo como se quedaba todo. Así no hubiera salido su hermana lastimada.

—No me acuerdo de mucho pero sí creo todo lo que dices. Conociéndote y conociéndolo a él, es un milagro que sobreviviera hasta ahora— dijo a modo de broma. —Me gustaría que todo fuera como antes…— dijo de pronto con tristeza.

Sabe que las cosas que se viven son las que forjan a cada persona como es y que se necesita de desafíos y problemas para hacerse fuertes pero, ¿cuál era la maldita necesidad de ser atacados a tal punto de que sus vidas se tambalearan de tal forma?

Agradecía mucho de lo que pasó, cosas que le hicieron alcanzar sus logros. Cada cosa que pasó la llevó al momento actual, al que vive en ese momento pero muchas veces ha pensado en que lo mejor hubiera sido que ciertas cosas no pasaran.

Sin embargo, aunque sintiera eso, no podía quejarse, hay personas que están en peores situaciones que la suya, no tiene derecho si quiera a sentir que ella tiene dificultades.

Arkadei es una de esas personas, Dion también lo es…

Sus pensamientos la llevaron a rememorar los recuerdos que tenían que ver con él. Y lo que en su momento llegó a pensar de él.

La primera canción que escuchó de él mucho antes de que fuera conocido, las que le siguieron y que fueron ayudándola a construir una imagen que no era la que los medios daban de él. Una imagen que aún no sabía que tan acertada era…

Esa imagen parecía concordar más con el Dion que conoció en aquél tren… Pero no estaba segura, no podía estarlo. Le dolía, le calaba pero tenía que admitir que de verdad no lo conocía… Y había perdido ya la oportunidad de hacerlo.

Y, aunque contradictorio, la admiración y el cariño que ya le tenía, se había reforzado al ver al Dion auténtico, al que está detrás de la fama y el reconocimiento.

La vida de un artista nunca es como todo el mundo cree, nunca es como quieren venderla a todos. Siempre hay problemas, traumas y condiciones que pocas personas "comunes" viven. Ahora había comprobado que la situación de Dion no era distinta y darse cuenta de eso le dolía.

Había descubierto ya lo mucho que odia y le duele verlo sufrir, lo impotente que se siente al ser apartada por él, al ser incapaz de ayudarlo, al darse cuenta de que ya no tendría oportunidad de nada…

En algún momento llegó a pensar que era capaz de todo, que era independiente y fuerte, que podría contra lo que fuera que se le presentara. Ahora se daba cuenta de que solo se engañaba.

—¿Para volver a sufrir tus cariñosos maltratos?— dijo volteando a verla fingiendo pánico. —Mejor tu vuelve a ser chiquita para que sientas lo que sentí— dijo girando el rostro como indignada. —Mejor no, de por si eres muy escandalosa, no quiero ni recordar cómo eras cuando pequeña— negó con la cabeza riendo burlona.

—Discúlpame pero aquí el cascarrabias es él, tu la escandalosa, y yo la víctima— dijo a la defensiva pero bromeando. —Al menos a comparación de ustedes yo soy la más normal— se encogió de hombros riendo un poco.

Aunque no sabía quién la había llamado, sí se dio cuenta, porque fue demasiado evidente, que no quería hablar con esa persona si estaba ella presente.

Cuando se trataba de su trabajo ni siquiera se metía pero en esta situación sí quería saber qué planeaba. No se sentía tranquila sabiendo que ella y Arkadei algo pretendían.

—No lo sé, nunca hace lo mismo muy seguido a menos que se lo pidan o quiera comprar/sobornar a alguien en especial— respondió viendo hacia la mansión. —Si sabe que estás aquí seguro preparará lo que te gusta y si no, dile qué quieres y te lo cocinará— se encogió de hombros. —¿Quién era?— preguntó respecto a la llamada.

Y lo entendía aunque ella no tuviera miedo de ninguno de esos poderes.

—Tememos a lo que no entendemos y nos supera. Arkadei no tiene un poder menos importante ni menos inofensivo que el de ellos…

Fue hasta entonces, al decir eso, que pensó en la razón de que su hermano estuviera protegiendo a ese monstruo.

Para dominar el factor se necesita vivir tranquilo, esa tranquilidad no la tendría Dion jamás si sabía o pensaba que su madre no estaba a salvo.

Aunque sea un monstruo, mientras sea importante para Dion no solo es intocable sino fundamental para lograr el control del factor de su hijo.

Una nueva corriente de ira y frustración la llenó y los ojos se le humedecieron. Bostezó obligatoriamente para forzarse a liberar algo de esa tensión y estrés y justificar la irritación de sus ojos.

—Imagino que Sigrid también debe estar pensando en ir a despertarlo cuando se acerquen las horas de riesgo— dijo en un intento por distraerse a si misma.

Negó con la cabeza.

—Cada auror dentro de la mansión tiene horarios, actividades y gustos distintos. Sigrid suele trabajar casi todo el día atendiendo a todos y si la obligamos a quedarse, su marido nos decapita a las dos. Ya de por si pasa muy poco tiempo con su marido como para que la forcemos a aceptar seguirnos el juego— dijo intentando sonar bromista pero no lo lograba. —Es buena idea que Dion se distraiga pero no lo hará si estoy yo cerca— dijo intentando ahora sonar como si no le afectara en absoluto. —Yo tampoco estoy tan bien como para fingir que no me importa lo que le pasó y a causa de quién, no lograré distraerme.

Suspiró y se detuvo.

—Pero si Arkadei te ha pedido que vayas a despertarlo, aprovecha e intenta distraerlo también— dijo más como comentario que como petición. —Sirve que de paso lo vez ya más de cerca y lo conoces— se encogió de hombros.

Suspiró y dirigió su mirada de nuevo a la mansión.

—Lo que te diga debe quedar entre nosotras— le dijo con tono serio. —No le comentes nada a nadie, mucho menos a Dión, por favor— pidió con expresión sincera. —A grandes rasgos, no pasó nada en sí— respondió. —Despertar de un coma de tres días luego de que te pase algo como a él, no es fácil ni agradable, lo que menos podrás hacer es estar de buen humor. Intenté explicarle las cosas sobre este lugar y lo que significa que sea un auror; traté de evadir el tema de su madre pero llegados a un punto fue imposible no tocarlo— volteó a verla. —Al mismo tiempo me enteré que Arkadei la tiene bajo protección, Dion está preocupado por ella y se culpa por todo, al parecer sus otros hijos están con ese monstruo. Dion está desesperado por volver con ellos, salvar a su madre de lo que venga y regresar a la vida que tenía— resopló. —Simplemente no pude con todo eso, le hice levantar un muro entre los dos y… me conoces, traté de derribarlo pero solo logré que lo reforzara. No conforme con eso traicioné la poca confianza que me tenía haciendo que Sigrid entrara al baño mientras se duchaba para cambiar la ropa que quería ponerse, la que llevaba durante el concierto, por una nueva que no le recordara lo que pasó. Ahí terminé de romper todo lazo con él. Eso es todo— resumió tanto como pudo.

—Sé que verme afectada por eso es algo estúpido, no trae nada bueno ni para él ni para mi, por eso decidí mantenerme al margen. Es lo mejor que puedo hacer— se detuvo negándose a seguir caminando hacia la mansión.

Planeara lo que planeara su hermana, no entraría.

—Ya lo sé— dijo con tono molesto. —Lo sé perfectamente y eso es precisamente lo que estoy haciendo. Dándole tiempo y dándome tiempo a mi. Claro que me afectan las cosas, Sladya, no tienes que decírmelo para que lo sepa, tampoco soy tan idiota como para no darme cuenta del estado en el que se encuentra Dion.

Retrocedió un paso así se trajera a su hermana con ella.

—Eres tu la que no necesita preocuparse tanto por mi, Sladya. Entiendo que lo hagas pero deberías de tener un poco más de fe o confianza en mi. Me tratas como si fuera una niña— dijo luego de resoplar. —Ya no lo soy, necesito a mi hermana, siempre te voy a necesitar pero también necesito que me dejes crecer y aprender de mis errores— dijo con un tono más calmado. —No todos podemos darle cara a los problemas con una sonrisa así como tu lo haces, no todos sabemos cómo hacer que las cosas no nos afecten tanto. Tienes un carácter y una personalidad única que te ayudan a desenvolverte mejor, yo tengo una muy distinta— dijo recuperando el espacio que había dejado. —Y no puedes regresar sola, te vas a perder— dijo sonriendo intentando bromear.

Por un par de minutos la vio sorprendida y confundida. Eran muchas cosas las que sacaba a la vez y no pudo ni quiso interrumpirla.

Lo que más llamó su atención fue que mencionara la palabra mascota para referirse a ella misma. Pensó y se forzó a recordar pero no pudo dar con ningún momento en que la tratara o le hablara así. Ni siquiera veía a las mascotas como mascotas, menos lo haría con su hermana.

No entendía por qué no podía pedir lo que quería y el por qué creían que todo se lo tomaba a mal. Solo quería hacerse fuerte y ser independiente, eso lograba sentirlo cuando podía ir y venir a su antojo sin dar explicaciones a nadie, valiéndose por si misma pero eso parecía atentar en contra de los deseos y creencias de sus hermanos, en especial de Sladya.

Dejó que hablara y calló mientras tanto. Nada bueno salía de expresar lo que pensaba y lo que quería.

—Supones mal si crees que te veo como una mascota— dijo con la voz calma pero con una mirada que iba de la preocupación al nerviosismo. —Te ofrezco una disculpa si llegué a tratarte así, no me di cuenta, trataré de que no vuelva a pasar. Y perdón también por poner esas barreras, intentaré no volver a hacerlo— asintió cediendo por completo, no pelearía, no le haría más daño. —Solo intento alcanzarlos, Sladya, soy menor que ustedes, ya estoy en desventaja por eso. Pocas veces hago las cosas bien o me salen como quiero en cualquier área de mi vida. Es verdad, no soy feliz pero estoy intentando buscar y defender lo que me gusta. Si me alejo no es porque esté siguiendo el ejemplo de Arkadei, es porque con nuestros padres no iba a lograr nada más que ser la hija menor. Aquí tengo más libertad y puedo estar más cerca de Arkadei, yo quisiera que también estuvieras aquí… Entiendo por qué no puedes pero aún así sigo pensando que lo mejor y más fácil sería que aquí vivieras...

—Sladya, pocas veces se dan las oportunidades para poder hablar o estar juntas, antes podíamos hablar y hacer lo que fuera, antes era distinto…

Porque antes las cosas no eran tan complicadas, todos eran distintos, no había aurores dentro de la famila, no habían pasado cosas que los separaran, antes todo era mejor…

—Las cosas cambiaron, todos cambiamos… Me es muy difícil aceptar que no puedo hacer nada para regresar a como éramos, me frustra no poder hacer nada… Me da miedo perderlos… El primero en irse fue Arkadei y lo seguí porque creí que así lograría mantener cierta conexión con él, di por hecho que la de nosotras era lo suficientemente fuerte como para resistir la distancia, no fue justo pero confiaba en eso. En mi mente la idea no era tan mala y ahora mismo me doy cuenta de que no es así… Estaba muy equivocada y pago el precio…

Quería llorar pero no iba a hacerlo, no tenía el derecho y no haría que su hermana se sintiera comprometida a decir lo que quería escuchar.

—Ya no sé qué estoy haciendo, no tengo un plan. Lo único que sé es que no puedo sin ustedes dos, no sé qué hacer para recuperar a Arkadei, no sé qué hacer para no perderte a ti. A eso se resume todo.

Suspiró y se acercó a ella para abrazarla con fuerza, se alejó un par de pasos de ella y le sonrió.

—Siento haberte lastimado, no era mi intención. Entiendo que no quieras vivir aquí pero, ¿qué tal si pasas unas vacaciones largas aquí? O yo puedo ir allá contigo a Rusia una temporada, ¿qué te parece?— dijo como ofrenda de paz.

Suspiró y apretó su mano.

—No me gusta cuando la vida cambia para separar cosas que estaban bien— dijo con tono triste. —No me conformo con llamarte, te visitaré, Arkadei tiene quién me supla— dijo encogiéndose de hombros. —¿Irás a la mansión o te quedarás a ver películas conmigo?— preguntó sonriendo ligeramente.

—Aunque no se lo pidieras, de igual forma lo irá a ver. Lo que no sé es si lo despertará a la hora que quieren que se despierte— respondió.

Aunque era entendible la razón de que lo quisieran despertar, no estaba de acuerdo. Dión necesitaba descansar tanto como pudiera. Sin embargo no podía decir nada, su factor es bastante peligroso y podría envolver a quien sea que esté cerca…

—Puedes llamarle y pedirle que lo haga, no te dirá que no— se encogió de hombros.

—¡Sladya, bonita, ¿cómo estás?!— respondió la llamada que había llegado a su celular que por fin encontró en el invernadero.