10. Marie: Reclutamiento

El viento pareció escuchar tu orden: de pronto perdió fuerza hasta que no quedó nada de él. El frío cesó y las hojas dejaron de agitarse.

La tranquilidad perduró solo por unos segundos. Un pequeño choque entre ligeras brisas provocó que algunas hojas empezaran a girar en espirales como atrapadas por un pequeño tornado.

Las hojas se acercaron a ti hasta que se detuvieron a un metro de tocarte. El torbellino en miniatura se bamboleó indeciso por breves segundos antes de cubrirte por entera, elevar tus cabellos y despojarte de un tesoro que te pertenecía desde tu nacimiento.

Hojas y medallón se revolvieron dentro de la trampa que era el pequeño y potente tornado, entonces se apartó de ti.

Como si de un burlón ladrón se tratase, bailoteó frente a tu rostro presumiendo su botín, luego se alejó con mucha velocidad por los terrenos abandonados en dirección a la casona en la que vives. Se perdió de vista en una de las esquinas pero se asomó y agitó lo que llevaba atrapado para luego desaparecer de nuevo.

Tal parecía que ese torbellino te retaba a darle alcance para que recuperaras lo que te había quitado.

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Observó las hojas girando…. Honestamente ¿Por qué jamás le hacía caso? Soltó un gruñido y no prestó atención, claro hasta que el viento intruso se acercó a ella, provocando que se pusiera en pie, rogando no ser envuelta de nuevo en el mismo, pero en vez de ello solo una cosa salió volando…

Su tesoro.

—¡No! — Estiró las manos tratando de atraparlo, pero solo consiguió un puñado de hojas, miró impotente como el viento se alejaba como un pequeño tornado con su medallón. Era… extraño, diferente… Parecía…

“¿Lo hace a propósito?” Pensó asombrada e indignada ¡¿Cómo se atrevía?! Parecía bailar como si de un dibujo animado se tratase, solo visible por las hojas, el polvo… y su medallón dentro.

…

¿Se podía golpear al viento? No lo creía pero lo iba a intentar.

Sobretodo al verlo asomarse desde la esquina de la casona, agitar su tesoro y volver a esconderse.

¿Quería guerra…? ¡La tendría! ¡¡De todas formas ya la tenía harta!

—¡Vuelve aquí! — Gritó molesta, persiguiéndolo sin siquiera dudarlo, el viento se comportaba tan extraño con ella tantas veces, que ya no le sorprendía nada, ese medallón era suyo… era lo único que tenía y no planeaba perderlo.

Por eso lo persiguió sin siquiera cuestionarse que lo había provocado o porque.

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—¿Y por qué? — Cuestionó de nuevo, esta vez frunciendo el ceño… ¿Trataba de engañarla? Nadie se salía de su camino porque sí, menos para ayudar a una cría anónima que va por ahí. — ¿…Cómo me encontró? — Estaba tensa aunque su rostro permanecía sin cambiar.

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Su respuesta al saber que otro podía saber lo que sentía fue el tensarse aún más… no le había dicho a nadie, y ciertamente no le había dado su permiso para saber esas cosas. Cerró los ojos un momento para permitirse recuperarse de semejante ultraje.

—Usted… — Comenzó a decir mientras abría los ojos. —No sabe nada. —Su voz era un tempano mientras miraba acusadoramente al hombre. Sin embargo parecía calmada…—¿Dejar de sentirlo? Pues claro que quiero… pero… viene aquí diciendo que quiere ayudarme… —Dio un paso atrás. —¿Por qué debería creerle? ¿Qué me asegura que no está mintiendo? — sabía la respuesta de antemano: nada, nadie.

Y eso era lo que más miedo le daba. No parecía que mintiera, quizás en el fondo Marie lo sabía… pero cuando la vida no te ha demostrado nada salvo que el más fuerte se come al más débil; confiar era un lujo que no podía darse.

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Si era posible estar más tensa, lo estaba, sintió como el frío la recorría por entero, era miedo… pero sobretodo impotencia, odiaba eso y odiaba como le hablaba con ese tono de saberlo todo… “ahora o después me la darás” como si no tuviera otra opción.

El viento que se robaba su tesoro pudo haber cesado, pero el que respondía a Marie acababa de despertar, apenas un viento leve que expresaba su rabia. Escondió la mirada esperando que eso calmara sus emociones… actuar de pura rabia no era bueno.

Se acercó con pasos acelerados y prácticamente arrancó de la mano de Arkadei el medallón… Se lo puso con cuidado, lo único que dejaba ver que tenía una identidad, lo único que la ataba a un pasado…
Se mantuvo en silencio un momento mientras volvía a tomar una distancia “segura”.

—¿… Su intención es sonar como mafioso o solo es accidental? — Cuestionó sarcástica y con los brazos cruzados.

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Alzó una ceja y apretó los labios.

—Siempre hay algo que perder… de eso que no te quepa duda. — Dijo con expresión neutra ¿De qué le servía que lo viera como un enemigo? No lo entendía en absoluto, pero eso en vez de alejarla, la ayudaba a quedarse para escucharlo, no estaba tratando de engatusarla… al menos eso. —Habla… si no me gusta lo que dices, me iré. — Prácticamente sonó como una orden dada por una pequeña reina, orgullosa y calculando el posible peligro. Hablaba en serio, ni siquiera sabía bien porque se quedaba a escucharlo, quizás por su siempre presente instinto que le decía que escucharlo podía valer la pena.

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De nuevo apretó los labios, escuchándolo pasarla de largo, bien… no lo necesitaba. No necesitaba ni quería ayuda…

Pero había un sentido de seguridad en sus palabras que le molestaba demasiado.

—No mienta... —Dijo sin voltear a verlo. —Siempre es igual. — Apretó el medallón con una mano. Aferrándose a lo único que tenía. —Ni yo lo buscaré, ni usted se acordará de mí.— Volteó a verlo con algo parecido a una sonrisa triste, resignada. Aunque su voz era helada y su rostro una máscara. Siempre era olvidada y dejada a un lado: Monique había muerto dejándola atrás, el director la tiró con quienes encontró primero olvidándose de ella, sus padres adoptivos hicieron de su vida un infierno, en las calles la pasaban de largo para olvidarla minutos después. No, cuando necesitó ayuda solo encontró espaldas volteadas hacia otro lado. No era tan tonta como para creer en nadie una vez más, ya había tenido suficiente.—Cuando sea atrapada como usted dice, si es que lo soy será igual que siempre... —Metió las manos en los bolsillos y volvió a darle la espalda, esperando que se retirara.

Las mentiras siempre dolían más cuando uno las creía. Incluso si su instinto le decía que tal vez valiera la pena oírlo, Marie ya no quería saber nada con ello...

Estaba cansada y tenía frío.


editado

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Marie lo dejó marchar aún con las manos en los bolsillos y dándole la espalda. Era mejor así… debía ser así…

¿Verdad? ¿Entonces por qué no podía sacudirse el presentimiento de que algo había salido horriblemente mal?
Se encaminó directo a la casa abandonada con una fea opresión en el pecho que ya no se iría, quizás debió ser más abierta y escucharlo más… pero ¿Cómo? ¿Y si era una trampa?

“ Cuando termine de no gustarte tu vida, me buscarás… Cuando seas atrapada por alguien peor que yo, seré yo quien te busque…”

Dio una patada con rabia a una de las desvencijadas puertas ¡Siempre igual! ¡No pensaba arrojarse en las manos de otro! ¡Monique, el director, sus padres adoptivos…! ¡Siempre cambiando de dueño para peor! ¡Lo odiaba! ¡Odiaba que para vivir bien debiera entregarse a alguien más! Y para colmo esa mierda de factor.

El viento rugió un momento alrededor de ella antes de morir, dejando solo el silencio de su rabieta.

“¿Qué estoy haciendo…?”

Esa no era ella, Marie no hacía rabietas como mocoso malcriado de 5 años… ella mantenía la calma y pensaba sus opciones… aunque últimamente estas se le estaban acabando.

Esa misma noche buscó un nuevo escondite en el cual refugiarse.

* * * * *

—El objetivo se mueve hacia la avenida principal. No la dejen llegar. —Decían las voces comunicándose por la radio.

Habían pasado un par de semanas desde su encuentro con ese hombre y aunque odiaba admitirlo, se había equivocado en no ir con él. La lluvia torrencial caía sobre la pequeña figura que huía por callejuelas alternas tan rápido como podía, llegar a donde hubiera más gente sería lo ideal, pero en un día así había pocas personas en la calle. Para empeorar las cosas era de noche y apenas veía algo.

Los había visto rodeando su escondite y desde entonces estaba huyendo, si no la habían atrapado aún era a causa de la suerte, su intuición y su factor… ahora que estaba amenazada este estaba activo, desviando cualquier proyectil que se encaminara hacia ella además su fuerza impedía que se acercaran mucho, pero de momento había parado… quizás porque sus fuerzas mermaban luego de llevar tanto tiempo huyendo.

“Seguramente era lo que ellos querían, no son idiotas…” ¡Más razón para no rendirse! No sabía porque tenía esperanza de llegar a huir de ellos. Eran implacables y eran muchos, mientras que ella solo era una cría asustada cuyas fuerzas estaban mermando.

“ Cuando termine de no gustarte tu vida, me buscarás… Cuando seas atrapada por alguien peor que yo, seré yo quien te busque…” resonaron las palabras en su mente mientras doblaba una esquina y se paraba en seco… veía luces a lo lejos… la estaban esperando.

¡La habían estado conduciendo como al ganado! Más adelante estaba la trampa… Apretó los puños y se colgó de una escalera para incendios, escondiéndose en las sombras mientras pensaba que hacer o como escapar…

Quería llorar de impotencia y rabia, pero en vez de eso se concentró en recuperar energía… otra vez las palabras volvieron a su mente…

¿Era cierto que volvería?

Incluso si lo hacía sería tarde, no creía que fuera una suerte de mago para aparecer frente a ella en una nube de humo, de nuevo estaba sola y sola tendría que salir de esto.
Pero ni siquiera sabía cómo, apretó los puños con los dientes apretados ¡Se negaba a dejarse atrapar como oveja! Pelearía, si la atrapaban mientras huía a lo acorralaban: pelearía con uñas y dientes. No se la llevarían gratis, se encargaría de ello.

Mientras ella permanecía escondida en las sombras, el departamento de control (o los recolectores, no estaba segura) la seguía buscando. Solo tenía unos minutos antes de que dieran con ella.


localización editada.

Tus perseguidores saben que te tienen acorralada. Saben en qué callejuela fue la última en que te metiste y ahora, de ambos lados de la calle, se acercan con sus dardos tranquilizantes y sus linternas, listos para ser dirigidos a ti.

En el lugar donde te encuentras sabes que no podrás ocultarte demasiado, aún si lo lograras, tu viento ha estado avisándoles de tu ubicación. Era cuestión de minutos antes de que te quedaras sin salidas.

Los hombres peinan la zona, poco a poco van acercándose a tu escondite. Huir hacia arriba, por la escalera de incendios, ya no es opción para ti. En la cima han apostado a dos hombres que están preparados para saltar sobre cualquiera que suba por ella.

Los que te persiguen por la calle están justo a pocos metros de ti y han cerrado toda vía de escape. Solo queda encontrarte y lo harán pronto, apuntan la linterna hacia tu escondite. La luz te baña por completo. Las sombras ya no pueden protegerte más.

Eso es todo. Ahora debería ser el final… Has caído en su trampa…

Datos útiles:

La luz la bañó por entero, cegándola completamente, solo podía distinguir las voces arremolinadas bajo ella.

Había sido atrapada. Se cubrió de la luz con la mano sus pensamientos corrían atropellados buscando algo que hacer ¡Lo que fuera! Pero no fue necesario, las luces se apartaron de su rostro vagando por todas partes.

—¡Busquen en las calles aledañas! ¡Busquen dentro de los departamentos! — Gritaban, ladrando órdenes en medio de la lluvia… acaso… ¿No la veían? Se acercó al borde de la escalera para mirar hacia abajo y encontró su respuesta en los brillantes ojos dorados que la contemplaban desde el suelo.

Su corazón dio un vuelco y tuvo que aferrarse de la escalera para no caerse de la sorpresa… Realmente… realmente había ido por ella. Era la primera vez que alguien cumplía una promesa pero… no había tiempo para decirle nada, miró hacia la escalera y en cuanto se alejaron de ella lo suficiente bajó con cuidado, los hombres seguían arremolinados y confundidos mientras se dividían en dos grupos para continuar buscándola sin saber que estaba justo allí junto a ellos, caminando con cuidado hacia un hombre que en medio de la oscuridad parecía un demonio.

—Sí… no me mintió… — Respondió con algo muy cercano al agradecimiento cuando estuvo frente a él, temblaba tanto de frío como de nervios y agotamiento, pero era resistente… podría con ello. —… Ehm…—Miró por sobre su hombro con cautela, no los notaban en absoluto. "Esto... definitivamente es su poder... ¿Cómo lo hace?" —¿Y ahora qué...? — Preguntó mirándolo a los ojos… y le costaba porque ciertamente el sujeto era alto y ella un tapón de alberca.

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Apretó los labios, luchando consigo misma… ya lo había rechazado una vez… pero el hombre había mantenido su palabra.

Decidir… al menos esa parte le gustó, no la iba a obligar, al igual que no la había obligado la primera vez. Se quedó quieta unos segundos mientras terminaba su lucha interna antes de levantar el rostro y apresurar el paso, yendo tras él.

—… —Lo miró un momento antes de hablar, sus palabras no tendrían retorno, lo presentía, en esa encrucijada su destino iba a cambiar para bien o para mal… “Monique… si me ves desde arriba, pídele a ese vago de mierda que por una vez las cosas me salgan bien” Tomó aire antes de soltar un: —Lo sigo… usted marque el camino. — No era como si tuviera muchas opciones, sería la última vez.

La última vez que daba una oportunidad.