10. Deliel: Reclutamiento.

—¡¿Está frío, dulzura?!— dijo formando un gesto sorprendido y sonriente.

Le tomó la mano y la limpió con el trapo húmedo.

—¡Está frío, chiquito!— le dijo ahora fingiendo que tenía frío y se frotaba los brazos y luego frotaba los de él.

—¡Está muy frío, frío!— Ireza dejó el vasito para poder abrazarlo y frotar su mejilla con la de él.

Sigrid fue al refrigerador y abrió la heladera de donde sacó un cubo de hielo, lo puso en un cuenco de plástico y se lo acercó a Deliel pero lo sujetó para evitar que lo golpeara y terminara lanzando el cubo.

—Mi cielo… Eso…— tartamudeó viendo con toda atención lo que el bebé acababa de hacer. —¿Eso fue…

Había leído sus labios y pudo detectar la palabra aunque fuera por cortos segundos.

—¿Qué pasó, Nana?— preguntó Ireza confundida, mirándola sin entender nada.

—Espera, espera— dijo a Ireza.

Se acercó y con una sonrisa de esperanza en el rostro sujetó las manitas de Deliel y las besó.

—¡Muy bien, muy bien, cariño, eso es! Ahora intentemos algo. Mírame, cielito— le pidió y movió sus manos para que él le prestara atención.

Juntó sus dedos con ambas manos formando la palabra beso en el lenguaje universal de señas. Después besó su mejilla para luego enseñarle a él cómo hacer la seña con sus propias manitas y cuando las logró acomodar lo besó de nuevo.

—Beso— dijo con voz calma pero clara y sonriendo. —Beso— volvió a repetir.

Ella misma volvió a hacer la misma seña y besó la mejilla de Ireza, volvió a repetir lo mismo con las manitas de Deliel y besó de nuevo su mejilla.

—Beso— repitió una vez más.

—¿Qué…— empezó Ireza pero no terminó de formular lo que quería preguntar al darse cuenta de lo que Sigrid intentaba hacer.

—¡Eso, cariño!— le festejó y le dio su beso. —¡Muy bien!

—¿Lo hizo?— preguntó Ireza sorprendida. Cargó a Deliel y lo sentó en la barra frente a ella luego de mover el vasito para que no terminara derramado.

—Hazlo de nuevo, tesoro— pidió Sigrid. —Otra vez como antes— le insitió sonriéndole y realizando de nuevo la seña.

Ireza lo observó con atención.

En cuanto hizo la señal sonrió ampliamente. No lo creía aunque lo estuviera viendo.

Había estado estudiando el lenguaje de señas en cuanto consiguió descargar videos para aprenderlo pero no estaba segura si él lo podría aprender así nada más. Se había equivocado, Sigrid había encontrado el truco para hacerlo.

—¡Beso! ¡Eso significa beso, ángel!— Se inclinó hacia él y le dio un beso antes de abrazarlo.

Estaba feliz. Se había preocupado tanto, creyó que no habría forma de comunicarse con él o entender lo que él necesitaba, no en un lapso de tiempo corto. El que pudiera aprender tan fácil las ayudaría a darle una forma de comunicarse.

—¿Qué ocurre?— se escuchó la voz de Desirée.

—Cariño, ven, mira, tienes que ver esto— dijo Sigrid acercándose a ella para sujetar sus manos y guiarla hasta donde estaban Deliel e Ireza.

Miró a donde Deliel le señalaba y antes de alcanzar el vasito para dárselo le mostró el peluche que llevaba.

—Mira, cielito— le dio el peluche. —¿Te gusta?

Alcanzó el vasito y esperó a ver la reacción del bebé antes de saludarlo llenándolo de besos.

Ireza se puso de pié y jaló ligeramente a Desirée del brazo para que se sentara en su lugar mientras acercaba otra silla alta para sentarse junto a ella.

Estando frente a Deliel lo abrazó y llenó de besos.

—Te extrañé, dulzura— dijo sonriéndole.

—Ya tienes un amiguito gigante, cariño— dijo Sigrid acariciando el peluche, sonriendo a Deliel.

—¿Le gustan los delfines?— preguntó Ireza viendo con atención lo efusivo que era el abrazo que mantenia Dleiel con el peluche.

—Mucho— dijo Desirée. —Cuando Nana lo bañó le dimos muchos juguetes para que se bañara con ellos y el primero que eligió fue un delfín de hule con sonido.

—Y no lo soltó sino hasta que se quedó dormido— completó Sigrid.


Ireza siguió mirando a Deliel y su delfín, pensativa pero sonriendo mientras tocaba la cola suave del delfín.

Había grabado la escena en su celular y dentro de la misma también estaba Sigrid a quien pudo ver tallarse los ojos para limpiar las lágrimas que ella también sintió que pronto saldrían. Bajó el celular y empezó a aplaudir.

—¡Muy bien, ángel! ¡Muy bien!— festejó animada y miró a Sigrid para que la imitara. Entendió de inmediato y empezó a festejar también.

Se acercó más y besó su frente. No parecía que Desi fuera a dejar de abrazarlo así que tomó el vasito y devolvió el helado para tomar otra porción grande y se la acercó a Desi.

—Le ha dado tos, no le gustó el té que le hice así que tendremos que ayudarle solo con helado.

—Chocolate…— dijo Ireza pensativa. —¡Chocolate!— rio ligeramente. —Déjame intentar algo, Desi— pidió y tomó el vasito de las manos de Desi. —Angelito, mírame, aquí— dijo removiendo el contenido del vasito para que la volteara a ver.

Dejó entonces el vasito en la mesa y realizó la seña de "comer" y luego dio una pequeña probada al helado.

—Nana, ¿puedes traer otras cosas para comer?— preguntó sin dejar de ver a Deliel.

Volvió a repetir la seña y tomò otra porción pequeña mientras Sigrid le dio un trozo de mousse de mango y puré de zanahoria.

Ireza volvió a repetir el gesto y comió del mousse, luego repitió de nuevo y ahora comió del puré de zanahorias y por último lo hizo de nuevo y comió del helado que mantuvo entre sus manos luego de acabar de mostrarle cómo se decía la palabra.

Se alejó para servir agua en un vasito y se lo dio a Ireza.

—A ver, angelito, bebe un poco— le pidió Ireza luego de que la tos parara. Acercó el vasito para que él se inclinara y ella poder darle agua.

Ella por el momento disolvía unas gotas de limón en miel y regresó con ellos.

Sujetó al delfín y le ayudó a acercarlo a la cuchara.

—¡Yummy!— dijo como si el delfín lo hubiera hecho y lo movió como si estuviera feliz.

Vio a Sigrid acercarse y tomó el vasito de Deliel para dejarlo a un lado.

—Tesoro, mira, ¿quieres?— le ofreció Sigrid mostrándole el recipiente cristalino y le acercó la cucharita con un poco de porción.

—Mmmm— dijeron Ireza y Desi al mismo tiempo para animarlo a probar la miel que Sigrid había preparado.

—Mmm, ¡rico!— dijo Ireza acariciando la mejilla de Deliel.

—¿Te gustó, tesoro?— preguntó Sigrid viendo con atención los gestos que Deliel hiciera.

—No parece que le guste— observó Ireza.

—Tampoco que le guste— apuntó Desi.

Sigrid fingió tomar una nueva porción y se la dio al delfín de peluche.

—¡Yumy!— dijo Desi y volvió a mover al delfín para que aparentara estar contento y luego aprovechó para limpiarle el morro de lo poco que se había manchado de helado y después le limpió la boquita a Deliel.

—¿Quieres probar de nuevo?— le preguntó a Deliel acercándole una nueva cucharada.

—No, no le gustó— dijo riendo ligeramente.

Vio a Sigrid tomar la porción que le correspondía y ella tomó el vasito del helado.

—El helado es suficiente para calmarle la tos— tomó el vaso y sonó la cuchara al mezclar el contendio para suavizarlo. —Deliel, dulzura, mira— le pidió para que volteara. —¿Quieres comer?— le dijo al mismo tiempo que realizaba de nuevo la seña de "comer".

—¡Eso, dulzura, así!— lo felicitó aplaudiendo después de darle el vasito a Ireza.

—¡Así, cariño, muy bien!— siguió Sigrid con el festejo.

—¡Ahora yo, ángel!— dijo Ireza emocionada y antes de comer repitió la seña para que Deliel viera que lo imitaba y entonces comería.

Dio el bocado y luego repitió de nuevo la seña y lo señaló a él.

Las tres quedaron a la expectativa para ver qué haría ahora.

—Muy bien, ahora tu— le dijo emocionada y le dio el bocado de helado. —¡Chocolate! ¡Rico!— le sonrió y festejó Ireza.

—No le molestará mucho la tos si sigue comiendo helado, hay de más sabores, ¿quieres que le de de otro?— preguntó Sigrid a Desi.

—Sí, quizás nos muestre si prefiere otro por sobre el de chocolate— respondió Desi felíz mientras le comenzó a sobar la pancita.

Vio a Sigrid ir al congelador y servir más helado en otro vasito.

—Si sigue así podremos hacer que recupere su peso más rápido— Ireza no dejó de sonreír y esperó ver la expresión de Deliel cuando se pasara la porción de helado.

Sonrió feliz al ver que Deliel sonreía de ese modo, que sus ojos brillaban y se mecía contento.

Sintió un nudo en la garganta que lejos de angustiarle… sintió con agrado. No recordaba ya desde hacía cuánto tiempo deseaba tener un bebé y ahí estaba… De pronto ahí estaba frente a ella, revolucionando con seguridad la vida de las tres mujeres que lo rodean… Tres mujeres que no tenían que decirse nada para saberse deseosas de tener un bebé.

Sentía mariposas en el estómago, similares pero al mismo tiempo distintas a las que siente cuando ve o piensa en su marido.

Sentía que la pieza faltante en su vida se estaba colocando en su lugar. Y no sólo porque ya tenía a Deliel sino porque podía ver ese amor y felicidad en el brillo de las miradas de Desirée e Ireza. Dos jóvenes que consideraba sus hijas.

Brillo… que ella misma tenía. Brillo… en el que también se veía miedo y dolor por la casi seguridad de que perderían la fuente de aquella felicidad… fuente que en esos momentos se mecía más feliz que nunca.

Se topó con la mirada de Ireza quien pareció leer su mente pues le devolvió una sonrisa de ternura y empatía antes de asentir ligeramente.

Bajó la mirada, sonriendo entre triste y feliz, y terminó de servir dos vasitos con helados distintos y luego de colocarles cucharitas infantiles, le dio uno a Desi y el otro se lo quedó ella.

—Mira, tesoro, ¿quieres probar?— preguntó Sigrid a Deliel haciendo la señal de comer.

—¿Tu delfín también quiere?— dijo poniendo una expresión de sorpresa. —Claro que le vamos a dar también a él.

Medio manchó la cucharita con helado y la acercó a la boca del delfín, Desi la auxilió moviendo el peluche como si comiera y se emocionara por el sabor.

—¡Mmm!— expresó Desi. —¡Rico! Ahora tu, dulzura.

—A ver, veamos si te gusta— Sigrid le acercó la cucharita con una buena porción de helado de mango con trocitos suaves de la misma fruta.