10. Deliel: Reclutamiento.

—Cariño…— una de sus manos subió hasta su frente donde movió juguetonamente algunos mechones de su cabello. —Ciertamente cuido y cuidaré de ella siempre pero muchas cosas, en especial las que respectan a asuntos de pareja, no me las cuenta, esa es un área que les corresponde solo a ustedes dos.

No podía adivinar qué había pasado pero tanto Arkadei como Desirée tendían a culparse por todo. Encima su hija tiene el añadido de ser muy caprichosa y difícil de tratar.

Podía recordar la temporada en la que Desirée no podía ni verla, quería a su papá para ella sola, no estaba dispuesta a compartirlo con nadie y menos con una mujer con la que ni siquiera podía hablar dadas las diferencias idiomáticas. Luego de muchos roces, discusiones y desprecios, por fin la aceptó y algunos días después entró en una etapa de rabietas en donde exigía que no solo le prestara atención y mimos a su papá, ella también quería ser consentida. Le había dado mucha risa pero terminó de quedar encantada con ella.

No duda que muchas de las discusiones entre Arkadei y Desirée sean por ella y su insaciable necesidad de atención y cariño. Curiosamente solo se comporta así con quienes ella quiere contrastando así con lo indiferente que puede ser con todo el mundo.

—Lo que sea que haya pasado, es a ti a quien necesita para resolverlo. Si dejan que alguien más intervenga solo pasarán dos cosas: o se complica más o esa brecha o herida que se abrió, se hará más grande.

Regresó su mano a su mejilla y la acarició usando su pulgar.

—Me hace muy feliz que me dejes ser parte de tu vida y hables conmigo así— dijo sonriéndole enternecida pues sentía que así, al menos un poco, podía ser como una madre para él. —También que te preocupes, protejas y ames tanto a mi niña, además de todo eso eres bastante guapo, entiendo perfectamente por qué está tan enamorada de ti, la consientes demasiado— dijo entre regaño y agradecimiento. —Habla con ella, deja que ella hable contigo, todo se resolverá si lo hacen. No necesitan nada más— dijo sin dejar de acariciar su mejilla ni retirar la que usaba de apoyo.

—Es muy talentosa, ¿verdad?— dio riendo. —¿Quieres que lo haga de nuevo?

Acarició de nuevo a la koi y ésta se volvió a sumergir para saltar y regresó para reclamar más caricias pero esta vez se acercó a Deliel y se rozó contra una de sus piernitas antes de volver a flotar frente a él boqueando la superficie.

—Qué chiflada, Lady, a ti no te gustan los extraños, ¿estás coqueteando con mi novio?— dijo sin poder dejar de reír.

Suspiró y bajó las manos.

No necesitaba de nada para saber que había perdido su oportunidad, y no sólo eso, lo había perdido un poco más.

No pudo evitar sentir una mezcla de dolor y tristeza que acabó en confusión y después en inseguridad. Aunque no se resignaba no podía dejar de preguntarse qué debía o no debía hacer. En la misma situación se encontró con Desirée pero ella es hija del hombre con el que se casó, tenía una mínima ventaja. Con Arkadei… no tenía ninguna.

Se colocó a su lado en primer lugar haciendo un intento por hacerle ver y sentir que de igual forma no lo dejaría, que estaba con él; y en segundo lugar porque quizás así Deliel se asustaría menos aunque sabía que eso no serviría.

Escuchó las palabras de su hermano y lejos de girarse se quedó estática. No lo había escuchado acercarse, no lo había sentido y no sabía qué había pasado. Tampoco sabía qué planeaba ni qué debía hacer ella para ayudar a que lo que fuera que pensara, funcionara.

Lo que sí sabía era que tenía que actuar como si no le preocupara nada, no podía mostrarse nerviosa o Deliel podría intuirlo y alimentaría el terror que ya tenía.

—Ángel, debemos dejar que descanse, ya brincó muchas veces— le dijo retomando su tono enérgico. —Vamos a darle las gracias— se inclinó ligeramente y le ayudó a tocar a la koi blanca. —Hay que decirle "adiós"— hizo la típica señal de "adiós" mientras caminaba hacia atrás y la koi se quedaba en su lugar.

—Te van a terminar comiendo, guapo— dijo riendo y lo inclinó para que pudiera tocar a los peces mientras seguía retrocediendo.

Al ver eso, la koi volvió a acercarse empujando a los que se habían acercado a las manitas de Deliel, sin embargo los tres del mismo tamaño volvieron reclamando las mismas atenciones.

—¡En serio que te van a comer! ¡Montoneros!— dijo subiendo un poco más a Deliel sobre su cadera temiendo que en un salto, alguno de ellos lo alcanzara a golpear.

Sonrió y se recargó en su costado alzando la vista intentando verlo por debajo de sus gafas.

—Nos tienes mal acostumbradas, siempre resuelves todo, cariño— dijo apretando un poco su mano. —Viéndolo bien, no solo tienes muy consentida a Desi— rio ligeramente. —De todas formas nadie dijo que no podíamos hacer trampa, hablaré con ella y si descubro algo que pueda darte ventaja, te lo haré saber— le guiñó un ojo. —Si sospecha algo y te pregunta, tu niégalo todo, dejemos que piense que estoy de entrometida, ¿qué te parece?— continuó sonriendo sin despegarse de él.

Los peces se frotaron a si mismos contra las manitas de Deliel en cuanto podían acercarse a ellas y así abrían seguido por horas y todos los habitantes del estanque dentro de poco estarían ahí sobre él.

Acababa de descubrir que era un imán para todos los animales y aunque le parecía encantador, en esos momentos… Ya no había tiempo para seguir jugando…

—Ya jugaste mucho, ángel, tu tienes que comer y ellos deben ir a descansar— dijo mientras lo cargaba de mejor forma para que quedara por sobre el agua. —Diles "adiós", guapo, ya debemos irnos— siguió caminando hacia atrás saliendo cada vez más del agua.

Desirée no le había comentado nada de eso y dudaba que llegara a hacerlo pero entendía por qué lo hacía.

No pudo evitar sonreír ante la petición de Arkadei, de verdad pensaba en todo y se preocupaba a tal grado por Desi. Asintió, si tenía la oportunidad hablaría con ella y la animaría a ir aunque no fuera Desi quien trajera el tema a la charla.

—Que ya no sea su prioridad no significa que ya no sea su pasión; solo la ha cambiado de lugar por otra que ama aún más— dijo viéndolo con ternura. —Quizás lo veas como un sacrificio pero si la observas bien, si prestas atención a la forma en que te mira y cómo es cuando está contigo, te darás cuenta de que su mayor pasión eres tú, la haces más feliz que nada.

La sola pregunta la asustó en dos sentidos que la obligó a pensar en lo que ella misma haría si eso ocurriera.

Desirée siempre fue fuerte pero nunca la había visto tan fuerte y a la vez emotiva sino hasta que conoció a Arkadei. Él potenciaba en ella aspectos que no conocía de Desi.

Lo mismo le había ocurrido a ella misma con Alejandro. Desirée y ella eran muy similares en algunos aspectos y ahora que Arkadei planteaba esa pregunta…

—No lo sé, su mundo y las ganas de vivir se derrumbarán, eso es seguro— dijo alzando la vista a la sombra de las montañas siendo delineadas por los rayos crepusculares. —No estará sola, no sufrirá el duelo sola— dijo segura. —Pero lo que ocurra con ella es algo que no puedo ni quiero imaginar, enfrentaremos eso cuando ocurra— dijo aferrándose más fuerte a su mano sin pensarlo.

Su vista bajó a las figuras de Deliel e Ireza.

Algo no andaba bien, sentía un estremecimiento muy incómodo y frío que no se iba y de pronto se sintió insegura, como si algo fuera a atacar de pronto para arrebatarle a Arkadei.

—¿Por qué hablas como si estuvieras despidiéndote?— volteó a verlo.

Siguió retrocediendo y ya en la orilla exprimió en sus manos tanta tela como pudo sujetar de la pijamita y de reojo pudo ver dónde estaban las toallas. Tomó la de él que hasta entonces vio que era una batita y en el gorro tenía orejas de oso. Bajó a Deliel asegurándose de que no pudiera ver hacia donde sabía que estaban Sigrid y Arkadei.

—A ver, vamos a envolverte bien para que empieces a secarte, guapo— le colocó la batita y después lo envolvió con la toalla más grande y gruesa que Sigrid seguro llevó para ella. Le dejó las manos libres para que pudiera sostener su delfín. —Lo dejaste olvidado por ir a jugar, ángel— lo cargó de nuevo luego de recoger su peluche, se lo dio y le hizo que le diera besos y emitió los sonidos tronadores que ella hacía cuando lo llenaba de besos.

—Cariño… Se me podrán pasar muchas cosas por alto pero una vez que tengo la impresión de algo, raras veces no es lo que pienso. Por favor, dime qué ocurre— le pidió tirando de su mano hacia ella pero sin dejar de caminar a su lado.

—¡Eres un encanto! Seré yo quien te coma, guapo— le dijo antes de empezar a llenarlo de besos.

Estaba nerviosa pero en nada ayudaría si Deliel lo notaba. Fuera lo que fuera tenía que ayudar a que relacionara a Arkadei con ellas y así pudiera empezar a aceptar su cercanía. Ya lo había conocido, ahora era cuestión de que se presentaran y viera que no le haría daño a él ni a ellas.

Se detuvo por un momento y quiso suspender todo para que Arkadei le dijera qué ocurría pero al ver a Deliel tuvo que dejar eso para después.

—Hasta que saliste del agua, tesoro— dijo con el mismo tono cariñoso y animado de siempre. —¿Jugaste mucho con los pecesitos?— se acercó a él con paso seguro y sonriéndole, le acarició la mejilla nada más llegar.

—No quería salir, los koi se pusieron todos locos queriendo que los tocara— dijo Ireza actuando como siempre lo hacía. —Mira, ángel, él es mi hermano— dijo abrazándolo contra ella para intentar tranquilizarlo y que no se le fuera a resbalar.

—Su nombre es Arkadei, cariño, también es mi bebé— dijo Sigrid riendo mientras extendía una mano a Arkadei pidiendo que se acercara.

—¿Bebé? Que buena forma de llamarlo— dijo Ireza también sin poder evitar reírse mientras le flotaba la espalda a Deliel.

—Espera solo un poco, cariño, solo unos segundos más— le pidió Sigrid a Arkadei. —Déjame intentar algo, quédate así dándole la espalda.

No sabía qué hacer pero pudo sentir perfectamente el cómo Deliel cambió su postura. De haber estado aterrado queriendo ocultarse, pasó a un modo de espera... Estaba esperando que pasara lo que siempre pasaba cada vez que un hombre se le acercaba...

¿Cómo iban a lograr que superara ese trauma...?

—Cariño, cariño, tranquilo, no pasa nada, guapo, todo está bien— dijo manteniendo una voz calmada pero enérgica intentando llamar su atención.

—Tesoro, no pasa nada— Sigrid se acercó y colocó sus manos en sus mejillas para obligarlo a mirarla. —No hay nada de qué temer, cariño— le habló con dulzura, tranquila pero con voz clara mientras acariciaba sus mejillas.

Recorrió toda la extensión de los jardines antes de encaminarse hacia el lago. Al llegar vio las siluetas de Sigrid, Ireza y Arkadei. No sabía qué ocurría pero se puso nerviosa, Ireza cargaba a Deliel, estaba segura. Y Sigrid estaba junto a ella.

Apresuró sus pasos pero antes de siquiera acercarse bajó la velocidad y caminó con normalidad hacia ellos mientras observaba que Arkadei les daba la espalda como si estuviera retirándose.

Lo miró extrañada y se detuvo a su lado sin decir nada, se limitó a observar cómo Sigrid llamaba la atención de Deliel haciendo que solo la viera a ella.

Extendió su mano y tomó la de Arkadei entrelazando sus dedos con los de él.

Sabía que sería difícil lograr que Deliel tolerara la presencia de un hombre pero no creía que fuera imposible si le mostraban el otro lado que no conocía de los hombres.

No tenía idea de cómo pero debía haber una manera de lograrlo, eran tres mujeres las que tratarían ese trauma al mismo tiempo, y contaban con modelos perfectos y seguros con los que Deliel podría conocer aquella faceta valiente, amable, cariñosa, protectora, compasiva e incluso divertida, perfecta de los hombres que le negaron conocer durante tanto tiempo.

Eran muchos contra un trauma, debían ganar, lograrían que lo superara.

Por momentos vio a Deliel y luego a Arkadei sin saber qué debía hacer.

Jamás vio a Deliel tan aterrorizado ni a Arkadei tan afectado.

Observó a Arkadei marcharse sin darle oportunidad a que pudiera reaccionar.

Caminó hacia Deliel e Ireza se lo entregó.

—Todo está bien, cariño, no hay nada que temer— dijo en un tono suave y claro. Sabiendo que no podía dejar que la escuchara o sintiera afectada.

—No hay por qué llorar, tesoro, no pasa nada— dijo Sigrid mientras acariciaba su espalda.

Lo acunó en sus brazos y acarició su cabello mientras besaba su frente y coronilla.

—Nadie te hará daño, nadie nos hará daño, dulzura— empezó a mecerlo.

Vio a Ireza escabullirse por detrás de ella luego de reacomodarle la toalla. Sabiendo que iría con Arkadei, reacomodó a Deliel de modo que no viera hacia donde se había ido Arkadei ni Ireza ahora. Sigrid pareció entender y se colocó a su lado para evitar que su mirada fuera más allá de ellas dos.

—Llevémoslo a la salita del invernadero— sugirió Sigrid.

Ella asintió y comenzó a caminar mientras acogía a Deliel contra su pecho y acariciaba su mejilla al tiempo que recogía sus lágrimas.

Con paso apresurado alcanzó a su hermano, tomó su mano pero no lo detuvo, avanzó con él.

No dijo nada, se concentró en rememorar y sentir todo recuerdo y experiencia que se le ocurrió en un intento de contrarrestar o al menos disminuir lo que debía estar atacando su mente ahora. Si la llegaba a sentir quería que sintiera calma, tranquilidad.

Se mantuvo en silencio sujetando su mano, caminando con él a su ritmo.

—Yo también pensé en que era una idea viable— dijo colocándose frente a él sin soltar su mano. —Pensé que sería como en el caso de los animales heridos y asustados… Enfrentar sus miedos directamente en ellos suele ser la vía más efectiva y rápida… Pero… ahora veo que sólo funciona con los animales…— dijo entre culpable y frustrada.

Muchas veces solía tratar los miedos de los animales que llegan al refugio de esa forma. Haciendo que enfrenten el miedo y entiendan que no hay nada que temer.

Pero olvidó que los humanos no viven el día a día únicamente, arrastran experiencias, recuerdos, el pasado… Un bebé no es diferente.

—Hay otras formas, intentaremos todo pero creo… creo que mostrarle directamente que no corre peligro estando contigo… es lo más directo— dijo mientras colocaba la mano libre en su mejilla para que la mirara. —Pero es muy cruel para ambos…— dijo avergonzada por pensar en forzar, por desesperación, una terapia de choque que afectaría a Arkadei y a Deliel al mismo grado.

Lo alcanzó y volvió a sujetar su mano sin detenerlo.

—También voy para adentro— dijo sonriendo.

Necesitaba cambiarse de ropa y también quería acompañar a su hermano tanto como pudiera, lo dejaría solo cuando tuvieran que separarse.

Sabía que era cuestión de tiempo para que Deliel comenzara a combatir sus miedos pero aún así no podía relajarse, debían lograr que los superara rápido, de eso vendría el que empezara a aprender a controlar su factor.

Insistía en que debían de idear algo donde se enfrentara con un hombre directamente. Si lo retiraban del lugar o hacían que el hombre se fuera, solo le estarían alimentando el miedo.

Intentó pensar en opciones pero no llegaba a nada. Su mente estaba centrada en el logro y no en el proceso, no pudo evitar imaginarse a Deliel corriendo de un lado a otro pelendo con Arkadei y con Alejandro por la atención de Desirée y Sigrid. Era muy astuto, muy enérgico, terminaría por ganarse a todo mundo pero seguro provocaría una competencia entre él y los niños interiores de Arkadei y de Alejandro. Desde ahora le daba risa nada más al imaginarlo.

—Deliel, mi cielito, todo está bien— siguió hablándole con cariño mientras acariciaba su cabello y besaba su mejilla. —No pasa nada, no ha pasado nada, dulzura.

Vio a Sigrid recoger sus cosas del suelo y enseguida se les unió.

—Un contacto directo no funciona…— dijo su madre. Notaba que mantenía un tono de voz animado a pesar de que podía notar que no estaba tan bien como aparentaba.

—¿Les dijo Arkadei qué quería intentar?

—No, solo dijo que necesitaba que lo tolerara.

—¿Se les ocurrió algo a Ireza y a ti?

—No, nada. Pero creo que la idea de hacer que entre en contacto directo con su miedo no es mala, no tenemos tiempo para tratar con eso de forma pasiva y encima hacer que aprenda a manejar su factor.

—Sí, no nos podemos dar el lujo de perder tiempo. De alguna manera tenemos que hacer que aprenda a confiar. Si cada vez que vio a un hombre pasó por lo mismo… Entonces tenemos que hacer que cada vez que vea a uno sepa que no será dañado. Necesitamos hacerle aprender a confiar, a no confiar y darle algo con lo que sepa que se puede defender.

—Todo eso se aprende a lo largo de la vida, cariño, no…

—No tenemos tiempo, lo sé pero somos muchos, no es posible que entre todos no se nos pueda ocurrir algo. Incluso tenemos habilidades, algo se debe poder hacer— dijo molesta, desesperada pero en su voz no se reflejaba nada de eso.

Sigrid sin embargo podría saber bien cómo se estaba sintiendo.

—Su factor se desarrolló para defenderse pero esa defensa resultó tener conciencia y sobrepasó lo que necesitaba… Si la fuerza del temor baja… entonces la fuerza y capacidades de ese monstruo también se mermarán… En teoría…

—Es un arma de doble filo… Pero sí, en teoría debería haber alguna forma de debilitarla.

Llegaron al vivero y Sigrid se adelantó para abrir la puerta.

Dentro el ambiente era cálido, olía a tierra húmeda, frutas, flores y podía escucharse el agua caer en la fuente que generaba la que se repartía por pequeños canalitos de piedras de río por todo el invernadero.

Se acercó a la salita y se sentó sobre el cojín de un banco grande.

—Dulzura todo está bien— continuó diciéndole mientras Sigrid cerraba la puerta y dejaba sus cosas sobre la mesa de centro.

Se sentó a su lado y deslizó su mano hasta la barriguita de Deliel y comenzó a masajearlo.

—Déjanos ver esa carita preciosa, tesoro— Habló con ternura. —A ver, ¿dónde está mi tesoro?— empeló un tono juguetón sin dejar el de cariño y suavidad.

—Cariño… ¿qué ocurre?— abrazó a Desirée pasando un brazo por detrás de ella y poder acercarse más. Su mano libre subió a su mejilla y acarició sus mejillas recogiendo sus lágrimas.

—No encontró a Ireza…— dijo no muy segura pero no veía otra razón que lo hiciera llorar.

—Oh… Tesoro, ella está bien, no hay por qué asustarse, cariño— dijo sonriéndole, hablando con tono tranquilizador en un intento por llamar su atención y calmarlo.

—La llamaré— dijo Desi antes de sacar su celular y buscar el número de Ireza.

Eso ayudaría a calmarlo si no podía regresar pero no dejó de verlo como un problema. Cuando quedara solo… ninguna de las tres podría estar con él y si no estaban con él, pensaría que estaban siendo dañadas. Había sido un error muy grande el haber estado tan pegadas a él durante todo ese tiempo…

Lo acostumbraron a algo que no iban a poder brindarle más dentro de algunas horas.

—Podrás verla en un ratito, cariño, tranquilo, ella está bien— volvió a decir masajeando de nuevo su pancita en un intento de tranquilizarlo.

Quizo dirigirse hacia allá de inmediato pero no lo hizo. Aunque no quisiera, aunque les doliera, tenían que hacer que empezara a acostumbrarse a no tenerlas cerca… Si todo salía bien, podrían verlo y él a ellas a través de las pantallas, lo mismo podrían escucharlo y hacer que él las escuchara pero… no podrían estar físicamente con él…

—Enlazaré una video llamada con Desi, así podrá verme mientras no pueda ir hacia allá— llevó su mano libre a su mejilla y levantó ligeramente las gafas solo para poder ver por segundos sus ojos. Le sonrió y se acercó para besar su mejilla. —De alguna forma debe empezar a entender que no vamos a poder estar las tres con él al mismo tiempo siempre. Sé que es cruel… pero debe empezar a adaptarse y darse cuenta de que si no estamos con él no es porque nos estén dañando. Debe entender que nadie nos hará daño ni a él ni a nosotras y que los hombres que viven aquí son parte importante de nuestras vidas.

Teniendo la experiencia de las formas de adaptación y socialización de los animales… Sería difícil con Deliel pero por algún lado tenían que empezar y si a ella no le daba el intelecto para pensar en otra forma, tendría que elegir lo que creía saber ya.

—Bien… iré para allá enseguida— dijo liberando su mano.

Si las cosas seguían así no lograrían ningún tipo de avance con el trauma de Deliel pero también entendía ahora que simplemente el problema iba más allá de algo normal o que se pudiera enfrentar con facilidad. Deliel es apenas un bebé y ya pasó por el peor infierno que puede haber. Merece tener todo lo que desee en el momento que lo desee. Nadie podría negárselo.

—Me alegra tenerte de regreso— lo abrazó rodeando su cuello y volvió a dejar un beso en su mejilla. —La próxima vez, ¿podrías mandarme un mensaje avisándome que ya estás de regreso antes de que tu novia te acapare? No es la única que quiere darte la bienvenida y estar contigo cuando regresas de un viaje— dijo a modo de petición pero en su tono no dejaba de notarse el capricho de una niña.

—Cariño, no hagas eso— pidió preocupada y se puso de pie luego de acomodarlo en sus brazos y tomar sus manitas para que sostuvieran su mano y no tirara de su camisita. —Ella está bien, vendrá en unos momentos— dijo segura mientras lo mecía contra ella apurada por hacer que se le pasara ese llanto que le dificultaba respirar.

—La llamaré— le dijo su madre. —Podría calmarlo si al menos escucha su voz o la logra ver en la pantalla.

—Sí, llámala, por favor—asintió al tiempo que caminaba unos cuantos pasos y regresaba esperando que con el movimiento Deliel se distrajera.

—Princesa…— repitió sonriendo. —Gracias— besó su mejilla de nuevo y se apartó no sin batallar para hacerlo.

Quería estar con él. Lo extrañaba.

—Regresaré en cuando Deliel se calme, ¿dónde estarás?

—¿Me vas a tener buscándote? Bueno, la haré de sabuesa— dijo entre en broma y en serio antes de irse.

Fue a la cocina antes donde recuperó el gato de peluche y se apresuró a regresar a los jardines. En ese momento le entró la llamada de Sigrid.

Conectó y bajó la velocidad para no escucharse agitada.

—Ya voy para allá, deja que me vea— le pidió a Sigrid.

La vio asentir y enseguida en la pantalla se enfocó en partes que pudo reconocer como el vivero antes de que enfocara a Desirée cargando a Deliel a quien, al acercarse, pudo ver lo asustado que estaba.

—Mira, tesoro, mira, aquí está Ireza— escuchó decir a Sigrid mientras le acercaba el móvil para que pudiera verla.

—¡Ángel, ¡ey!, aquí estoy, guapo!—dijo alzando la voz para poder llamar su atención.