10. Clare: Reclutamiento.

—¿Qué tiene de extraño que un conocido tuyo se quede para acompañarte?— cuidó el que no se le saliera la palabra "amigo". —No creo que quienes vengan de la agencia lo vean extraño. Pero si lo que te preocupa es la apariencia de Gherard y mi inutilidad para manejar descalza, eso se arregla fácil— dijo en respuesta al comentario de Arkadei. —Gherard— lo llamó para que volteara y en cuanto lo hizo le lanzó las llaves de vuelta. —Me quedaré yo.

Su prioridad había sido atender la herida de Arkadei en cuanto él pudo despertar e incorporarse y hasta que no vio que estaba relativamente estable no se había percatado del malestar que se le había instalado en la espalda baja y en la boca del estómago. La característica sensación del miedo físico que generalmente se iba tan rápido como aparecía.

Eso la mantuvo confundida ahora que podía prestarse atención a si misma. Sus piernas estarían temblando de no ser porque estaba sentada sobre ellas y debajo había suave arena que hasta cierto punto las confortaba. Sus manos, ahora que estaban desocupadas habían empezado a temblar y logró disimularlo al mantener los puños cerrados.

Desde donde estaban podía verse bien el despeñadero del que Ireza y ella habían saltado. Ahora que veía esa horrible caída no sintió temor por ella. ¿De esa altura cayó el auto?

No lo sabía. No sabía nada de lo que había ocurrido pero eso no era lo que la tenía así. Era la simple idea, el simple hecho de que, hacía apenas unas horas, estuvo a punto de perder a la persona que más ama.

El saber que pudo haberlo perdido por el accidente, por el ahogamiento o el veneno de medusa. Y ella no estuvo ahí para evitar esos riesgos.

Día a día sus vidas se veían amenazadas por el factor áureo y ahora que Arkadei se había vuelto un Adalid, sus vidas ya no solo peligraban por sus propios factores sino por el de los demás, los factores de todos los nuevos aurores que estaban despertando sus habilidades.

Clare pudo matar a Arkadei en tan solo pocos minutos. Si otra fuera la situación se habría encargado de apartarlo de ella, de asegurarse de que no estuviera cerca del riesgo, eso es lo que ella hubiera hecho por puro sentido común, por puro instinto, pero no podía. Por más que quisiera tenía que forzarse a intentar convencerse de que todos debían ser como una familia, de que ningún poder era una maldición, de que todos aprenderían a controlar sus habilidades y de que jamás nada pasaría que pusiera en riesgo la vida de nadie.

Su pareja estuvo a punto de morir a manos de quién sabe qué auror poseedor de esa luz plateada, pudo haber muerto por el mero accidente, el océano pudo habérselo arrebatado, Medusa pudo habérselo cobrado como su primera víctima mortal.

Y ella, en ese tiempo, había estado en casa sin hacer nada.

Sintió la mano de su pareja sobre la suya. En esa débil sujeción había un llamado. Quería llamar su atención y ella volteó a verlo por reflejo.

—Necesito quedarme contigo…— fue lo primero que dijo sin siquiera pensarlo. —No hagas que me vaya, necesito estar contigo…— su tono, bajo pero claro, reflejaba el miedo que su cuerpo seguía resintiendo.

Ella podía ver perfectamente bien que Arkadei estaba bien, herido pero se recuperaría. Ahí estaba frente a ella, vivo. Ella lo sabía, su cerebro lo sabía pero su cuerpo no, su alma, su espíritu no habían logrado salir de esa incapacitante sensación de pánico.

Dobló la toalla que Arkadei le había dado no porque fuera ordenada sino porque necesitaba distraerse con algo pero esa opción no le duró lo suficiente.

Observó la gaza que había usado para curar la herida de Arkadei y la sangre en ella la removió para dejarla aún más intranquila. Se negaba rotundamente a dejar solo a Arkadei a merced de quién sabe qué autoridades en esas condiciones. Pero si se quedaba haría más complicado aún todo.

Se acercó a su pareja luego de que recibiera el cristal de Gherard. Ubicó los lugares en donde sería obvio que la tela hubiera terminado rota y con cuidado realizó los cortes en la ropa de Arkadei.

—No creo que lo que ella necesite sea tanto atención médica— dijo refiriéndose a Clare. —Mucho descanso y distracción le vendrían mejor. Pero no te preocupes, la llevaré con ella— en su tono había la típica aceptación de quien obedece una orden pero entre sus modulaciones había algo de amargura.

Escuchó a Gherard hacer ruido con la carpa pero no volteó a verlo. Suspiró y negó con la cabeza eliminando ideas y pensamientos que no servirían de nada ahora. Suspiró y revisó de nuevo los cortes en la tela. Eran pocos pero obvios, concordantes con la situación que falseaban.

—Estaré esperando tu llamada. En cuanto te lleven de camino al hospital, avísame, por favor— le pidió de nuevo adquiriendo ese tono de súplica.

Gherard se acercó a ellos segundos después y mientras él hablaba le devolvió el pedazo de cristal.

Vio a Clare acercarse a la camioneta y esperó a que subiera pero no lo hizo por lo que fue ella quien se acercó y tomó una de las cobijas y sin bajar de la camioneta, sólo asomándose lo suficiente, le colocó la cobija por encima de los hombros.

—Imagino que ya para este punto te habrás dado cuenta de lo terco que se pone Arkadei. No hay poder humano que le gane a su razonamiento y lógica y menos cuando se trata de mantenernos fuera del foco de los medios, los recolectores y los del departamento de control— dijo a Clare con un tono que mediaba entre la molestia y la resignación. —Es un poco irritante, ¿no?— intentó sonar divertida. —Pero la mayoría de las veces tiene razón en lo que dice, ya lo irás conociendo.

Vio que Gherard asintió y caminó de vuelta a la camioneta.

Nadie podía discutir con su pareja ni convencerlo de algo una vez que había tomado su decisión. Gherard lo conocía lo suficiente como para darse cuenta de eso.

—De todas formas, márcame. Solo necesito que se registre tu llamada una vez en mi celular y con eso entenderé que ya vas de camino al hospital, por favor, solo necesito eso— pidió antes de devolver el beso que él había iniciado mientras acariciaba su mejilla con una mano. —No estaré tranquila si no lo haces…— lo besó de nuevo sin poder evitar transmitir es ese beso la necesidad que tenía de quedarse con él.

Sin embargo tuvo que apartarse. Siguió los pasos de Gherard y él le dio las llaves.

—Sácala de la playa, me quedaré y borraré las huellas.

Tomó las llaves y subió a la camioneta del lado del conductor y la encendió.

—Enseguida las alcanzo— dijo Gherard en voz alta.

Encaminó la Tundra hacia la arena solidificada en cuanto Clare entró y se acomodó.

—Saldrá bien, quienes se van a meter en campo minado serán esas autoridades. Cualquier cosa que no hagan bien será motivo para que Arkadei empiece a formular una demanda en su contra— dijo riendo y se encogió de hombros. —Con lo que saque de esa demanda se comprará una nueva joya de cuatro ruedas— siguió riendo.

Vio a Desirée subir por el lado del conductor y a Gherard empezar a borrar las huellas de todas las pisadas y las de la camioneta con la lona y su peso.

—Vamos, sube, no te preocupes, en unas horas lo tendremos de vuelta en casa y podrás desquitarte con él, y si le quieres recriminar el ser tan terco, déjame acompañarte—dijo animada.

Rio por el comentario de Clare y se reacomodó en el asiento frente a ella, se acostó completamente y se echó la cobija encima. Era muy incómodo dado que estaba empapada aun pero poco a poco se encerraba el calor y la sensación desaparecía.

—Intenta dormir el par que hay de aquí a casa, luego de que lleguemos y Sigrid termine de acicalarte y rellenarte de comida podrás continuar durmiendo. Si gustas, luego de que hayas descansado y si quieres, podemos ir a la ciudad de compras.

Después de escuchar las puertas del frente abrir y cerrarse, la camioneta se puso en marcha sobre superficie lisa y plana. Ya estaban de camino al instituto.

Guió a Clare hacia el consultorio y mientras lo hacía texteó un mensaje para Cassandra.

"Buenos días, linda, siento molestarte pero ¿podrías venir al consultorio? Necesitamos de tus servicios."

Abrió la puerta del consultorio e hizo pasar a Clare a la sala de espera.

—No creo que tarde, linda, ponte cómoda— le dijo a Clare.

—Buenos tardes, Cassandra— la saludó de nuevo. —Ella es Clare, hace algunas horas tuvo un accidente de auto, los detalles ella te los dará mejor que yo— se acercó a Clare para posar su mano en su hombro. —Ella es Cassandra, medicamente atiende a todos bajo este techo— le indicó a Clare. —Ella te revisará para saber con más precisión cómo te encuentras físicamente— intentaba amenizar el ambiente para que Clare sintiera algo de confianza y Cassandra también se relajara un poco. —Cassandra, Clare tiene la habilidad de causar una parálisis total si posa su mirada sobre la de alguien más— informó sin revelar la debilidad del factor de Clare.

Estaba consciente de que Cassandra debía saber todo lo que se supiera de la habilidad de Clare pero no iba a exponer su debilidad si no era ella misma quien decidiera revelarla a alguien más. De cualquier forma ella estaría cerca para evitar que Clare fijara su mirada en alguna superficie reflectante.

Observó atentamente lo que Cassandra hacía y vio con aprobación el comportamiento controlado y sensato de Clare. Ese paso que había dado con el simple hecho de no seguirle el juego había sido muy importante.

Para empezar a aceptarse tendría que aprender a ignorar los comentarios y burlas de otros. Se sentía más tranquila que antes ahora que conocía un poco más de ella y aunque no le correspondiera, se sintió orgullosa de Clare. Esperaba que siguiera así pues bajo ese techo había muchas personas con distintas personalidades y algunos amaban los conflictos.

La alemana era una de ellos y poseía la habilidad de utilizar el mínimo detalle para provocar una pelea. Afortunadamente Clare parecía saber bien cómo no caer en su juego. Era lo que la mayoría hacían, convivir con ella, aceptarla como era pero ignorando sus provocaciones.

—No estoy enterada de los detalles, no he tenido la oportunidad de hablar con él, tendremos que esperar para saber qué pasó exactamente— comentó con respecto al comentario de Cassandra.

Honestamente no le interesaba lo que había pasado. Arkadei y Clare habían salido heridos pero ahora estaban bien, con eso le bastaba para estar tranquila. La cuestión era asegurarse de que no volviera a pasar algo así.

Terminada la revisión y luego de que Clare se vistiera, se acercó para tocar su mano y así hacerle saber que estaba a su lado.

—Gracias por todo, Cassandra. En unos cuarenta minutos estará lista la comida, baja a comer cuando lo desees— dijo sonriendo, atenta y como despedida. —Desirée ya habrá dejado en tu habitación algunas prendas para que puedas cambiarte. Si quieres puedes tomar un baño y descansar o bajar a comer. Te llevaremos de compras luego de que hayas descansado bien si así lo deseas— dijo a Clare mientras se dirigían a la salida del consultorio.

—Oh, linda, me has descubierto— dijo a Cassandra e hizo un gesto de preocupación como si de verdad se sintiera en peligro por haber sido revelado su plan. —Bueno pero eso no es problema— dijo al comentario de la alemana sobre su sabor. —No hay nada que un buen vino no convierta en un exquisito platillo— le guiñó un ojo mientras reía. —No me vayas a desairar la comida, Cassie— dijo entre advirtiendo y bromeando usando el apelativo que tenía para ella. —Oh, no te preocupes Clare, solo me como a los que ya están rellenitos— siguió bromeando al tiempo que cruzaban la salida del consultorio.

Había sentido la necesidad de aliviar la tensión entre Clare y Cassandra. No muchos sabían cómo conducirse frente a personas tan complicadas. Podía ver que entre las dos habría un gran camino que recorrer hasta que llegaran a llevarse bien si eso querían.

Escuchar a Clare decir que quería ir de compras le hizo sentirse aliviada, significaba que estaba mejor de lo que creía y distraerse en esa actividad le serviría mucho.

—No tienes que preocuparte por eso, a Desirée le gusta ayudar a que los nuevos se sientan cómodos, como todos nosotros, intenta que les sea más fácil adaptarse a su nuevo hogar— dijo sonriéndole mientras la guiaba al mismo tiempo que vigilaba que su mirada no se topara con nada reflectante. —Me alegra escuchar que quieres salir. Claro que sí, luego de que tomes una ducha y comas algo ya te dejaré tranquila para que vayas de compras.

Llegaron al punto donde Clare ya podía levantar la mirada sin miedo a chocar con nada que reflejara sus ojos.

—Te prepararé algo mientras te duchas, ¿algún antojo en especial?— preguntó apartándose solo un paso de ella indicándole que ya era seguro que siguiera por su cuenta hasta su habitación.

—Pasta y salsa— repitió para gravarse la orden. —¿Es todo? Linda, puedo hacerte algo más completo que eso, no seas tímida, no es ningún problema, pide lo que se te antoje, no parece pero soy buena en la cocina— dijo riendo guiñándole un ojo.

—Me alegra escuchar eso, acostúmbrate porque así comerás a diario— le sonrió. —Raviolis y espagueti, muy bien eso está mucho mejor— dijo aprobatoriamente. —Claro que sí, para cuando bajes estará lista tu comida favorita y no faltarán los postres, te lo aseguro— rió ligeramente más satisfecha con el pedido.

—No te preocupes, linda. En cuanto salgas de tu baño y te vistas, baja a la cocina, el cabello difícil de manejar es lo mío. Ni el agua salada ni la arena pueden contra mi— dijo riendo.

Al llegar al instituto se dirigió directamente a su habitación, tomó un baño y se vistió con lo primero que tomó del armario.

Apenas bajó supo que Desirée ya había salido rumbo al hospital. Lo mismo pensaba hacer ella pero no tenía caso que las dos fueran, al menos confiaba en que Desirée cuidaría que estuviera a salvo dentro del hospital. Estarían de vuelta luego de que los trámites y revisiones estuvieran hechos.

Avisó a Sigrid que estaría en su habitación, durmiendo un poco hasta saber algo de su hermano.

Luego de un par de horas Sigrid le pidió que llevara a Clare de compras luego de que comieran. Ella logró zafarse de comer, no era apetito lo que tenía pero aceptó llevar a Clare a la ciudad, ella también necesitaba hacer algunas compras y Clare, además de eso, necesitaba distraerse.

Bajó a la sala de espera y se recostó en el sofá luego de decirle a Sigrid que le avisara cuando Clare estuviera lista.

—Hola, linda― saludó desde dentro de la cocina. ―Pasa, pasa, ya esta la comida lista.

Dejó el último plato sobre la mesa junto a lo demás que ya estaba listo.

―Como iba a preparar raviolis aproveché para hacer de carne y de queso, y como casi llevan lo mismo también hice spaghetti a la bolognesa, lasagna y canelones de verdura y carne, ojalá te guste. Ven, siéntate, siéntate― le animó haciendo una de las sillas hacia atrás y en ese lugar sobre la barra colocó un vaso con agua y otro con zumo de varias frutas. ―Ah, y de postre hay aún tarta de chocolate, fresas y crema batida que hice ayer en la mañana y mousse de chocolate con fresas que hice hace algunas horas. ¿Quieres vino para acompañar las pastas?— preguntó atenta pensando ya en cuál de las botellas sacaría si decía que sí.

—No funcionaría— dijo riendo. —La comida para vender no es lo mío, lo mío es solo cocinar para los que quiero cocinar, ese tipo de negocios de comidas me parecen muy fríos— respondió. —Pero gracias, espero que todo sea de tu agrado y así se te vuelva una costumbre el almorzar como se debe— dijo con tono agradecido.

En una de las sillas de la barra había una pequeña maleta que abrió para sacar un frasco de vidrio con un líquido algo espeso y transparente.

—¿Me permites colocarte esto en el cabello? Es una mezcla de algunos aceites naturales, suavizará tu cabello y lo ayudará a recuperarse del agua salada y la arena que le cayó. Dejémoslo actuar mientras comes y para cuando te peine no habrá posibilidad de que se haga ningún nudo— dijo segura mientras la veía con atención.

—Come tanto como quieras, linda— dijo mientras vaciaba en sus manos una porción de aceite. —Luego de que pruebes todo te pediré que me des tu opinión, así sabré cuál te gustó más y con eso podré sobornarte— dijo riendo.

Se acercó a ella por atrás y empezó a tomar mechones de cabello para ir esparciendo el aceite. Lo hacía cuidando no enmarañarlo ni maltratarlo, poco a poco fue cubriendo todo su cabello desde las puntas hasta la parte media del largo total. Una vez que terminó la dejó que siguiera comiendo tranquila.

—Tienes un cabello asombroso, muy largo y muy negro, es muy bonito— dijo como cumplido. —Se podrían hacer tantos peinados en el…— dijo sonriendo con cierta chispa traviesa en su mirada.

—Solo es cuestión de acostumbrarse, con el sentido del tacto nos podemos guiar perfectamente, es muy útil y muy sensible pero normalmente no le prestamos atención y no lo desarrollamos como se debiera pero eso se arregla fácil— dijo sonriendo. —Hay algunos peinados que son muy sencillos de hacer y se ven como si hubieras pasado por un salón, puedo enseñarte varios— ofreció. —También otro truco es mantener el cabello bien hidratado para que no se hagan nudos y no haya frizz. Ese aceite que te mostré es para eso, como las gotas de seda pero en versión totalmente libre de químicos, te daré una botella si deseas.

—Lo tendré muy en cuenta, pastas es igual a una Clare feliz y dispuesta a aceptar de buena gana mis ideas. La fórmula del éxito— dijo sonriendo contenta. —Termina tranquila, todavía te falta el postre— dijo riendo. —Ireza ya está lista para llevarte a la ciudad así que, luego de que comas bien, podrán ir a dar una vuelta y comprar todo lo que necesites.